Parece
que fue ayer y ya estamos nuevamente inmersos en otra campaña electoral. Atrás
queda el infausto 20 de Noviembre del 2011 en el cual el resultado de las
elecciones legislativas concedió a Mariano Rajoy la Presidencia del Gobierno. A
él se le habrán hecho muy cortos estos cuatro años, a nosotros eternos.
Sustentado en un bombardeo incesante hacía el timorato PSOE de Zapatero,
alimentado por la ceguera de un Rubalcaba perdido ideológicamente y vendido a
los dueños de Europa, el previsible
resultado nos ha deparado cuatro años de purga por nuestra ignorancia y
estulticia.
Mediante
un exhibicionismo obsceno de los datos macro-económicos, los miembros del
Gobierno quieren presentarnos un panorama de color azul gaviota manipulando
unos números de la forma más artera posible. Por otra parte postura nada
sorprendente la del Ministro de Economía; sí de Guindos fue incapaz de detectar
un chanchullo como Lehman Brothers, ¿Cómo va a vislumbrar las complejidades
económicas de un País?
Como
son unos ineptos para analizar las cifras se inventan las respuestas. Por si le
sirve al Gabinete aquí dejamos unos
modestos apuntes sin coste alguno.
Una
de las principales lacras con las que
tiene que convivir el país sigue siendo el desempleo, (otra de ellas es el latrocinio mal llamado corrupción). Las cifras de paro se
mantienen en los mismos índices que al principio de la legislatura. La bajada
porcentual no es debido a la recolocación de desempleados, la causa fundamental
la encontramos en la disminución de la población activa. Hartos de portazos en
las narices y de ofrecimientos de empleos degradantes, las personas que han
tenido oportunidad, es decir los mejor preparados, han salido de España en
búsqueda de una colocación fuera de las garras de Rosell y sus cómplices, o sea
han huido de la patronal española y por ende de un gobierno que se ha
convertido en el guardaespaldas de los empresarios.
A
pesar de las músicas y fanfarrias con las que el Gobierno intenta vender su
gestión la realidad es machaconamente desoladora:
Ha
aumentado la tasa de pobreza en España aunque Monseñor Cañizares no lo perciba,
quizás debería desprenderse de la magna capa y darse una vueltecita por los
comedores sociales.
La
desigualdad se ha disparado a índices desconocidos en las últimas décadas. En
la Unión Europea ya hemos conseguido ser medalla de plata en esa vergonzosa
clasificación, solo somos superados por una potencia como Letonia. Aquí debería
ir una foto de Rajoy en el podio recogiendo la presea, la entrega iría acompañada de las notas del
Himno Nacional. Emoción asegurada.
La
flexibilidad laboral únicamente esconde precariedad en el trabajo. El modelo
que nos invitan a imitar es el sistema productivo chino, en el cual hay trabajo
para todos y beneficios para unos pocos. En el antiguo Egipto ya habían dado
con la formula cuando construyeron las pirámides con miles de esclavos.
Los
prebostes todavía no se han enterado que el trabajo es sólo el medio para
alcanzar recursos económicos que permitan vivir en condiciones dignas. El
trabajo por si mismo, sin la finalidad remunerativa, no sirve para nada. Bueno
sí sirve para algo, para el enriquecimiento de los amos de los medios de
producción.
No
eran necesarias tantas sesiones parlamentarias, tantos debates, tantos procesos
denominados democráticos; en su día Franco ya dio con la tecla: regaló mano de
obra gratis a sus amigos condenando a trabajos NO remunerados a los presos
políticos. El resultado fueron ingentes beneficios para las empresas impulsoras
de la economía del régimen. Indaguen la
forma en la que cimentaron sus fortunas los Huarte, los March, los Kindelan, los Banús etc.
Durante
el oscuro periodo al que nos vimos sometidos tampoco existían cifras de
desempleados, el dictador se curó en salud promulgando la ley de vagos y
maleantes, ¡A ver quién era el guapo que reconocía su desocupación! Con esto no
quiero dar pistas a la ministra Bañez no vaya a ser que, después de
encomendarse a la Virgen del Rocío, la impulsora de la movilidad ocupacional
nos rocíe con leyes similares. Con las reformas introducidas en la legislación
laboral camino lleva.
Una
vez marcada la fecha de los comicios, se ha abierto la veda de captura del
voto, los políticos comenzaran a utilizar su acerado verbo cual arma de caza en
pos de cobrar el mayor número de piezas posible. Con tal de alcanzar su propósito
ofrecerán el paraíso, no importa que después solo cumplan (en el mejor de los
casos) el 3 % de su programa electoral, las excusas recurrentes son de más
variopinto: que si la situación heredada, que si la coyuntura internacional,
que si la abuela fuma o el niño necesita unas zapatillas, al cabo de cuatro
años cualquier cosa sirve para prometer de nuevo sin haber cumplido las
propuestas previas.
Dado
que el actual sistema alimenta estafadores, que durante la campaña electoral
ofrecen un producto y una vez en el poder no practican con lo ofrecido, tendría
una gran acogida que alguna de las formaciones emergentes (los acomodados en el
sistema no lo van a hacer) llevara en su programa una iniciativa
legislativa que exigiera depositar en sede
notarial el documento por el cual se obligarían a cumplir las promesas.
El
incumplimiento fehaciente - de por
ejemplo el 20% del programa - acarrearía la perdida de todas las subvenciones
al partido y de todos los pagos por votos recibidos, así mismo la infracción
implicaría la devolución de las
remuneraciones de los diputados por incumplimiento de contrato.
De
un plumazo se terminaría la fea tradición de vocear soluciones y después
imaginar disculpas. Catalogado el hecho como delito de Estafa,
El Código Penal establecería penas de privación de libertad para los irresponsables de las formaciones
políticas.
Me
acabo de despertar y llueve, ¡Soñar es tan barato!
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