martes, 12 de abril de 2022

La III por necesidad

 

Se aproxima un nuevo 14 de Abril y las aspiraciones republicanas volverán a hervir sintiéndose vivas, son tantas las decepciones sufridas buscando un sistema que reconozca la igualdad, sostenga la justicia y fomente la fraternidad social, que únicamente desde  los ideales republicanos son sostenibles semejantes anhelos.

Esta fecha fue la sustituta de otro emblemático momento republicano. Con anterioridad, el 11 de febrero era considerado el símbolo del republicanismo. Ese día del año 1873 se proclamó la I República Española tras la abdicación de Amadeo I de Saboya.

Las dos experiencias republicanas que ha intentado este país han tenido un abrupto final y poquísimas oportunidades de desarrollo.

Ambas finaron con sendas asonadas militares. La del general Martínez Campos rematando en diciembre de 1874 - con un golpe de estado -  lo iniciado en enero de ese año por sus colegas de armas  Pavía y Serrano.

Los guardianes de una patria “a su medida”, le dieron menos de un año a la posibilidad de un régimen al margen de la tutela monárquica, que fuera respetuoso con los derechos y libertades individuales y sociales.

Nada extraño si se tiene en cuenta que la I República deviene del fracaso al que es precipitado el reinado de Amadeo I en su intento por implantar algo parecido a una monarquía democrática.

Un sistema en el que el rey estuviera supeditado a los poderes civiles resultó excesivamente avanzado para las élites dominantes ¿Cómo iban a admitir una República? ¿Por qué renunciar a sus privilegios clase? ¡De ninguna de las maneras!

Tras una larga travesía de reyes y regentes, de general en general y de desastre en desastre, 58 años después se dieron las condiciones para un nuevo intento de imponer la justicia social en España.

El 14 de Abril de 1931 se proclamó la II República Española. En esta segunda ocasión el rey no fue tan generoso como lo había sido Amadeo.

El Borbón Alfonso XIII huyó dejando una lacrimosa  nota escrita por sus palanganeros en la que – con los tópicos de rigor – reafirmaba su irrenunciable condición de rey de España.

Sólo  abdicó de sus derechos para nombrar sucesor en la figura de su hijo Juan y en Roma  se dedicó a conspirar contra su patria desde el día siguiente de partir para el exilio.

El nacimiento de la II República  Española pretendía llenar un vacío inmenso  en el desarrollo social del país. Una nación prácticamente anclada en la Edad Media, atormentada por un anacrónico régimen monárquico absolutista y caprichoso.

Misión frustrada, de nuevo una conjunción de generales rebeldes, acomplejados y meapilas impusieron su voluntad aterrorizando al pueblo que habían jurado proteger.

Nuevamente triunfó la sinrazón, los pilares básicos de todos los golpes de Estado se ensamblaron para llevar a buen término su felonía.

Los reaccionarios partidos de derechas y sus gemelos monárquicos, apoyados por el capital fascista contaron con la ayuda del brazo traidor de militares vendidos.

No tenían intención de restaurar la monarquía y menos a Alfonso XIII, su misión fue destrozar la II República Española

El cardenal Segura resultó ser el pegamento aglutinador para propagar desde los púlpitos la aversión contra la esperanza republicana.

Con la llegada de la II República, España caminaba con paso firme hacia una laicidad acuñada en la Constitución.

La libertad de conciencia y la separación de poderes se vislumbraban como hechos incontrovertibles de una sociedad que ¡por fin! Comenzaba un viaje hacia la modernidad.

No fue posible, antes de poder hacer realidad un sueño, una banda de verdugos despertó al país y le sumió en cuarenta años de pesadilla bajo la bota de un tirano.

El Presidente Adolfo Suarez lo dejó bien claro: no se preguntó al pueblo por monarquía o República (Referendum) porque el resultado hubiera servido para que la familia  Borbón pasara al baúl de la historia.

Por tal motivo, a día de hoy, la Jefatura del Estado la ostenta - a título de Rey - el sucesor del designado por el sátrapa.

Nunca se ha llevado a cabo en España un elemental principio de justicia legal: restituir el mal ocasionado. Nunca se ha tenido intención de juzgar a los traidores y levantiscos.

No se volvió a la legalidad republicana hurtada por la fuerza de las armas, en cambio se perpetuó la ignominia que cimentó la barbarie.

Los asesinados siguen tirados en las cunetas, la Iglesia Católica continúa disfrutando de privilegios y canonjías, los traidores disfrutan de su rapiña encumbrando a sus herederos políticos con gritos de ¡Viva el Rey!

Una vez conocidos los daños provocados por los desafueros del heredero de Franco, la III República Española  empieza a dejar de ser una aspiración para pasar a convertirse en una necesidad.