domingo, 29 de marzo de 2020

La pandemia crónica


Las autoridades científicas se encuentren en estado de shock y la sociedad cae en la injusticia de culpabilizar a los políticos metiendo a todos en el mismo saco.
Los expertos intentan aplicar remedios que funcionaron en situaciones sanitarias similares. Los protocolos de actuación tienen un proceso simple:
-          La identificación y/o aislamiento
-          La contaminación y/o propagación.
-          La cura y/o superación.
-          La prevención y/o vacunación.
Algunas de las fases han sido superadas y según los informes que nos llegan parece que está  clara la forma de contagio y la de trasmisión: el contacto directo o la posibilidad de que un infectado deje el virus en algún artilugio que posteriormente pueda ser utilizado por otra persona en un breve plazo de tiempo.
Como principal medida de prevención se está decretando el aislamiento y la confinación. Ello provoca una disminución de la actividad personal, profesional, laboral, empresarial, social y económica, explicitando con el cumplimiento o el desacato la pasta de la que estamos hechos. Al lado de generosidad, sacrificio, trabajo y responsable comportamiento están otras maneras de actuar.
Las retenciones para salir durante los fines de semana a la segunda vivienda, las trampitas para pasear el perro, las múltiples triquiñuelas que se usan para saltarse el confinamiento van íntimamente unidas al tipo de sociedad que hemos fabricado. Es decir, actitudes egoístas, insolidarias, tramposas, irresponsables, desobedientes, señalan con meridiana claridad las prioridades que mueven a cada persona.
Algunos profesionales que están realizando su labor en tiempos difíciles son merecedores de los aplausos que cada día reciben, pero también lo eran en tiempos más normales y estaban olvidados en la más absoluta y completa soledad.
Cuando los gobiernos de Rajoy, Esperanza Aguirre, Camps…, acometieron sin miramientos el desmantelamiento de la sanidad pública, algunos trabajadores de la sanidad (no todos)  alertaron a la sociedad de los problemas que llegarían con esa devastación. Sistemáticamente la marea blanca se manifestó en defensa de la sanidad pública.
Se privatizaron servicios, desparecieron camas hospitalarias, se redujeron plantillas, disminuyó la inversión en investigación, en material y en medicamentos, drásticamente se priorizó las ayudas a las corporaciones privadas en detrimento de la sanidad de todos.
El resultado lo conocemos, nació una nueva burbuja que sustituyó a del ladrillo, la especulación sanitaria ha proporcionado pingües beneficios durante los últimos diez años. Bancos, aseguradoras y brókeres inversionistas han aterrizado en la sanidad cambiando salud por euros.
Los liberales económicos jalean la desaparición del Estado en la gestión de cualquier campo que pudiera representar un beneficio económico para los inversores privados y su capital.
El modelo de USA es la meta que persiguen los lobos de la especulación sanitaria. El negocio de la salud plantea pocas dudas. Ante la pérdida de la salud ¡todos! estamos dispuestos a endeudarnos incluso hasta convertirnos en esclavos de nuestra deuda.
Naturalmente muchas sanguijuelas se aprovechan de la situación, con la complicidad de algunos micrófonos y plumas usados por mierdecillas de la profesión periodística convenientemente comprados. Por supuesto no van a faltar  los políticos ventajistas “salvapatrias” que no van a perder la ocasión de hacer el trabajo que sus amos les han encomendado.
Ahora claman por la falta de personal sanitario, por la falta de camas hospitalarias, por la ausencia de material y recursos. Ellos que se dedicaron sistemáticamente a desguazar el sistema para que sus jefes se llenaran los bolsillos.
Una  prueba más de la congruencia de tipos que cobran de las arcas de un Estado que quieren deshacer y a la vez viven a cuerpo de rey en puestos creados exclusivamente para ellos.
Como ejemplo sirve Abascal proponiendo una confluencia de dios y la ciencia para ver si entre ambos encuentran una salida a la pandemia. Además recomienda no dar asistencia a los inmigrantes no vaya a ser que se curen. Todo normal en la cabeza de un tarugo estructural que tiene la desfachatez de culpar al Gobierno porque no le prohibieron el 8M la celebración de su acto en Vistalegre.
La  otra lumbrera de la derecha hispánica no se queda atrás. Al líder supremo del Partido Popular le chirría que Pedro Sánchez siga las recomendaciones de los expertos. No como su partido que resuelve los problemas de salud (crisis de las vacas locas, ébola…) o ecológicos (el Prestige, proyecto Castor…) encomendándose a la virgen de turno o llamando al ángel Marcelo.
Pablo Casado - que también tuvo a Esperanza Aguirre de mentora igual que su amigo Santi Abascal – el chico del “máster regalado”, se le ocurre como solución infalible izar banderitas a media asta. Será que piensa que el balanceo de la enseña aventará el virus y con la caída se romperá la cabeza.
La aparición de la pandemia del COVID-19 necesariamente obligará a reflexionar al mundo. En España a la gravedad sanitaria que padecemos se une la mezquindad que llevamos muchos años sufriendo.
La avaricia de los grupos políticos de las derechas ultramontanas es la epidemia crónica que sufrimos y continúan propagando con sus  miserables comportamientos. Ya va siendo hora de aprender a defender los derechos conseguidos para encontrar las vacunas necesarias.

domingo, 22 de marzo de 2020

¿A por ellas?



Ni las pandemias, ni los enfermos ingresados en cuidados intensivos, ni la condición de universalidad del problema, ni su meteórica expansión, ni siquiera las más de mil muertes que ya se han producido a día de hoy. Nada les detiene. Ellos siguen erre que erre con su campaña de acoso y descrédito al Gobierno.
El nivel de indecencia que están exhibiendo supera con creces cualquier previsión.
Los bien-pagados periodistas de la carcunda eclesiástica y civil - cuyos nombres están en la mente de todos y que voy a omitir para no infectar mi ordenador – unen sus fuerzas y se conjuran como fuerza de choque para reinstalar las esencias más retrógradas e intolerantes.
Sus acciones de desgaste insisten en culpabilizar al “Gobierno de los okupas”. Argumentan falta de diligencia, poca capacitación, sectarismo y una larga lista de delitos varios. Pero en eso no queda todo, necesitan otro reo para sus sacrificios y sus orgías informativas. Y ahí aparece el resentimiento que albergan contra las mujeres.
Los medios patrocinados por la Conferencia Episcopal intentan entorpecer el avance de derechos que persigue el colectivo feminista. Nada extraño, a estas alturas de la historia es sobradamente conocida la exacerbada misoginia de la Iglesia Católica para que ninguno de sus detestables actos nos pille por sorpresa.
Tampoco nos llama la atención la beligerancia de las formaciones políticas de extrema derecha y extrema derecha extrema contra las organizaciones feministas por exigir los derechos de la mujer y defender la igualdad social, cultural y política sin distinción de género.
Es conocida la rastrera sumisión que esas formaciones profesan a los príncipes de la Iglesia. Probablemente reminiscencias de la colaboración que históricamente ha mantenido ambas facciones de la derecha: la eclesiástica y la política.
Deberíamos preguntarnos ¿A qué se debe tanta inquina?
La animadversión de la Iglesia está plenamente encuadrada en su ADN. De una asociación patriarcal, machista, misógina, reaccionaria y retrógrada no cabe otra postura. Nada extraño.
Las reacciones que llegan desde  la intransigencia política también tienen su explicación en sus genes. Participan de un sistema democrático porque no les queda otro remedio. Ni creen en la democracia, ni les gusta, ni la respetan. Únicamente les resulta de utilidad cuando las urnas les conceden el poder.
Cuando se unen los hados del destino y el recuento de los votos señala a la izquierda desarrapada como ganadora de las elecciones, se desatan todos los idus de la guerra para desalojar a los que llaman usurpadores.
 Esto no es una metáfora ni un recurso literario, es la triste realidad que se ha cumplido sistemáticamente en nuestra pobre vida democrática. Comienzan generando dudas sobre el resultado, continúan inventando teorías de la conspiración para acabar deslegitimando los resultados. 
Sin olvidar que al final del pasillo siempre aparece una figura uniformada que todavía rezuma el olor a rancio que exhalan las dependencias cuartelarías. Muchos generales del Ejército español han tenido la fea costumbre de intervenir en política para acabar torturando al pueblo que debían proteger.
La catástrofe del coronavirus está sirviendo para quitar muchas caretas. Entre ellas la de los  sinvergüenzas que expoliaron la sanidad pública para regalar negocio a sus amigos mientras claman al cielo ante la falta de recursos materiales y humanos que actualmente padece. Ahora quieren que el Estado que ellos desmantelaron sea rápido y eficiente.
Pablo Casado ha encontrado en Díaz Ayuso el ariete idóneo para demoler las medidas del  Gobierno de la Nación, ¡Lo qué es la vida! De ser la encargada del twitter de “Pecas” y recoger sus caquitas, a ser la personalidad relevante del partido. La señora de los atascos está ofendida porque Madrid es considerado el epicentro del contagio en España ¿La chica tampoco sabe leer las estadísticas?
A su lado camina el Jefazo de la “derechota valiente”. El chico sólo ha leído de la Constitución el artículo que habla de la unidad de España, debe de ser por aquello de Una, Grande y Libre que le pone mogollón. Podía haber aprovechado el tiempo y estudiar la norma constitucional cuando tocándose las gónadas cobraba un pastizal en una canonjía regalada por su benefactora Esperanza Aguirre. Paradójicamente la marquesa está siendo atendida por la misma sanidad que ella machacó ¿Recordamos su imagen avasallando a una enfermera?
Ambas derechas arremeten con virulencia contra el movimiento feminista, saben que las mujeres  representan el dique de contención contra sus cavernícolas planteamientos. Por lerdos que parezcan, son conscientes que el movimiento feminista ha decidido no dar un paso atrás.
Ellas  seguirán con su lucha por la defensa de un lugar igualitario en la sociedad a pesar de ser culpabilizadas de la propagación exponencial de la pandemia, del colapso del sistema sanitario aunque fuera desmantelado por Esperanza Aguirre y Rajoy e incluso es posible que les achaquen los chanchullos del “Emérito” y la inutilidad del “Preparado”.
Las referencias al 8M sólo son la verbalización de la misoginia que padecen. Los poderes fácticos saben que el mundo va a cambiar y el cambio va a llegar de la mano de las mujeres, de las mujeres feministas convencidas de que no son inferiores y de que tienen que pelear por sus derechos porque nadie les va a regalar nada.

martes, 17 de marzo de 2020

El virus y la Corona


Desde los panfletos informativos oficialistas nos llegan los sonidos de las fanfarrias alabando la extraordinaria rectitud de comportamiento de la que hace gala Felipe VI de Borbón y Grecia. Con un comunicado desde la Casa Real, “El Preparao” ha defenestrado a su progenitor en un intento de alejarse del hedor que emana del ala de Zarzuela en la que habita “El Campechano”.
El resumen del comunicado es que Felipe VI reconoce que Juan Carlos I se ha dedicado a realizar actos presuntamente turbios, con cobros en paraísos fiscales, de pagadores poco recomendables y por actividades poco claras. Vamos que le huele a corrupción presunta desde lejos.
Según se desprende del real comunicado, hace tiempo que las actividades del “emérito” tenían en guardia al titular de la corona. Pero como un padre es un padre y a este progenitor el hijo le debe todo, el niño solamente ha movido un dedo cuando la fiscalía suiza ha destapado las vergüenzas de papá.
La criatura ya no es tan niño, ya es un señor “talludito” con criterio propio aunque sea limitado. Su alabada decisión ha sido renunciar a la herencia que le corresponda de su emérito padre y quitarle la paga.
¡Y esto lo escriben en un comunicado oficial!
Felipe haría bien empezando a despedir asesores legales y aduladores varios. Un estudiante de 1º de derecho sabe que para renunciar a una herencia, primero tiene que producirse el acto que concede el derecho de herencia; normalmente es el óbito del heredable. En vida se realizan donaciones. Que nosotros sepamos Juan Carlos todavía campa a sus anchas con los pasitos que le permiten sus maltrechas caderas.
Lo de quitarle la paga es intranscendente aunque haya sido muy bien recibido. La casa Real no está sometida al control de sus cuentas y la asignación que la Corona recibe de los Presupuestos del Estado no va a descender.
Por otro lado Felipe no va a permitir que su padre pase penurias, tranquilos. Y el cazador de elefantes parece que ha acumulado recursos suficientes para continuar con sus borbónicas aficiones.
Con presteza la derecha extrema y su prima la extrema derecha extrema han salido a la palestra para enaltecer el comportamiento del monarca titular.
La renuncia inadecuada a la herencia la ven como una prueba de rectitud solemne. Bueno, la ven o la quieren vender así para seguir dando grititos de ¡Viva el rey!
Si Felipe VI de Borbón y Grecia albergara en su mente la menor intención de rechazar la herencia paterna, comenzaría por renunciar al bien más preciado que todo monarca recibe en herencia de su progenitor: La Corona.  
Sin embargo lo que su gesto pretende es aplicar un corta fuegos con propiedades asépticas para desinfectar su reinado.
Un reinado prematuramente nacido como consecuencia de las actividades impropiamente oscuras del progenitor.
Tan oscuras que tuvieron que urdir una extraña ampliación de la inviolabilidad de la persona del rey Juan Carlos una vez hubiera abandonado la Jefatura del Estado.
Una Jefatura del Estado blindada por una Constitución nacida en una nueva restauración borbónica impuesta por un genocida, sancionada por las Cortes de un régimen nauseabundamente dictatorial y refrendada por un Parlamento nacido bajo la amenaza de una involución fascista. A todo ese conglomerado de atrocidades democráticas hemos dado en llamarle “Modélica Transición”.
Ahora mismo el espectro político español está atomizado en grupos con dificultad para alcanzar mayorías cualificadas, si tuvieran el mínimo atisbo de responsabilidad política se pondrían de acuerdo para atacar el verdadero problema que paraliza el desarrollo político y social de la Nación: acometer la reforma de la Constitución del 78.
Aunque parezca baladí, la mayor dificultad estriba en salvar el escollo que representa la monarquía en la Constitución actual. Entre otros el Artículo 62 en su apartado (h) recoge la figura del rey como mando supremo de las fuerzas armadas. Por mucho que estemos en el siglo XXI la historia es la historia y del ejército español se puede esperar lo que se puede esperar.
Cuando el coronavirus nos obliga a permanecer confinados no sería un mal momento para reflexionar si la verdadera enfermedad que padecemos es una Corona con virus y tenemos que aislar a la Jefatura del Estado de su influencia.