lunes, 6 de enero de 2025

¡Qué pereza!

 

El año 2025 ha llegado cargado de las mismas tropelías integristas que anteriormente repartieron sus predecesores. Los años pasan vacuos y varían poco en las tendencias.

Resulta complicado entender las razones que tienen unos individuos que proclaman la fecundación de una doncella, a través de una relación cuando menos rara.

Parece que les fastidia que sus propias lerdeces sean utilizadas para hacer reír.

Si en su adoctrinamiento asumen que la chica se quedó preñada sin consumar, ¿Por qué se extrañan que lo digan los demás? Se puede entender que el espíritu engendrador se sienta molesto por ser comparado con un palomo aunque por otra parte, tienen que reconocer que el chiste sale sin esfuerzo.

¿Qué les incomoda tanto de las mofas a sus grotescas creencias? Debe de ser que exigen cobrar los consabidos derechos de autor por hacer el ridículo.

No tendría que resultar extraño que una persona - con un microgramo de cerebro - se muestre escéptica porque un nene nazca después de haber sido gestado en el vientre de una virgen, que no ha cohabitado con varón.

Estas explicaciones, la asociación de abogados que preside la lerda de Valladolid,  las tacharán de blasfemia u ofensa a sus sentimientos religiosos ¡Qué le vamos a hacer! Cada cual gasta su vida como mejor le viene.

Los mamarrachos integristas de corporaciones del cariz de Hazte oír y similares, deberían detenerse un momento y analizar la trascendencia de sus infumables postulados. Pero sobretodo no debería estar permitido que campen a sus anchas para imponer sus dogmaticas supercherías.

Tal vez aún estén a tiempo de dejar en paz a todas las personas que discrepan de su memeces. Mientras tanto, simplemente con que dejaran de hacer uso de unos peculiares artículos del Código Penal -que quedan como reminiscencias del más rancio nacional catolicismo-, quizás pudieran ser tomados en serio.

Sin embargo hay que colegir que esa excrecencia de colectividades sólo tienen como razón de existir las jugosas subvenciones que perciben tanto de las autoridades eclesiásticas a las que obedecen, como de los lameculos mediáticos que  dan cobertura a sus excéntricas necedades.

Esos motivos y no otros son los que en esta ocasión les han impulsado a acometer una vergonzosa campaña contra la presentadora de TVE 1 que presentó las campanadas durante la última noche del año 2024.

A la cruzada se han sumado todos y cada uno de los gremios “apostolares” y sus difundidores de las bazofias más inmundas.

La ya famosa estampita de la vaquilla con un corazón sangrante, que exhibió Lalachús durante la emisión del programa no solamente fue una actuación de la emisión más seguida por los espectadores, también ha conseguido desplazar a toda la competencia de las conversaciones post campanadas.

Haciendo un alarde de falta de imaginación, casi todos los detractores de Lalachús se centran con vehemencia en el físico de la humorista.

Fernando Savater es uno de los ilustrados “opinadores” que ha decidido utilizar las dimensiones corporales de la presentadora para atacarla.  

Ese masculino modelo de belleza latina no ha podido resistir la tentación de mostrar su misoginia en toda su extensión.

Al pobre individuo, después de su recorrido filosófico por la derecha más hispánicamente extrema, únicamente le queda intentar volver a conseguir algo de notoriedad apuntándose al carro de los carroñeros que buscan  presencia en los medios de la forma que sea.

Este personaje es uno de los muchos de aquellos que no hacen ascos a cualquier forma de complacer a sus amos.

Tampoco hay que olvidar las declaraciones de los prelados comandados por Argüello presidente de la Conferencia Episcopal o el Cardenal Cobo entre otros. Los ofendiditos se sientes amparados por sus príncipes eclesiásticos.

Esperemos que pronto sea una realidad la reforma del código Penal y desaparezcan delitos tan desfasados como la ofensa de los sentimientos religiosos y el de ofensas a la corona.

Aunque si hacemos piña y pedimos con vehemencia que llegue de una vez una República laica y democrática muchos de los problemas que padecemos seguramente desaparecerían.

 

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