No es
necesario investigar mucho para
encontrar actuaciones
reincidentes de unos personajes políticos que necesitan colocarse en el
escaparate para satisfacer su ego. Aznar y Aguirre son ejemplos meridianos de
la codicia de poder que alimenta a la especie política. Otras “estrellitas” intentan pasar desapercibidas pero sus
acciones (Rato) u omisiones (Rajoy) les colocan en el disparadero mediático.
Para nuestra desgracia son parte importante de la elitista cúpula nacional.
Como
siempre que tiene lugar una cita electoral, (Elecciones al parlamento de
Cataluña), los partidos hacen la interpretación de los resultados y en ese
menester hay pocas variaciones con los análisis hechos tras los resultados de
convocatorias anteriores.
Todos manifiestan haber alcanzado sus objetivos,
pero aún en el caso de reconocer el varapalo que han recibido de la ciudadanía
(Podemos admite el fracaso y el PP,
disimuladamente, lo deja entrever) rebuscan
frágiles argumentos para encontrar la dosis de indulgencia suficiente
que disimule sus meteduras de pata.
Con
semejantes premisas, para mantener su
status, Doña Esperanza ha ido corriendo
a la modista para cambiar de chaqueta. Necesita vestir algo que vaya bien con
la nueva corriente neoliberal dominante y adaptarse al nuevo escenario con un
adecuado camuflaje.
El naranja no resulta sencillo de combinar a no ser que una educación (de
colegio de pago) esmerada en protocolo y asuntos sociales variopintos te ayude
a vestir la prenda apropiada para cada finalidad y en cualquier situación.
¿Qué
el PP se despatarra en la elecciones catalanas? me pongo la chaqueta naranja
que es la tonalidad del ciudadano de moda que
rebosa actualidad. De esa guisa apareció ante los micrófonos para dar su
opinión sobre algo que a nadie interesaba, lo importante era salir en la tele
vestida con ese color, lo que dijera no tenía ninguna relevancia.
La
obstinación con la que la dama defiende su momio es una prueba más del apego al
poder que rebosa un personaje, tan trasnochado como caduco, que se resiste vigorosamente a la jubilación
forzosa que los electores le han obsequiado.
Calificada
en su día como “animal político”, la falta de raciocinio y el carácter de
depredador fueron su principal estimulo
para hostigar los derechos de los trabajadores de Sanidad y Educación. Ambos
colectivos resultaron las principales piezas de caza para calmar la sed
liberal de la condesa. El premio recibido por su montería ha sido la inclusión de la dama en los libros de
enseñanza de la Comunidad Autónoma de
Madrid. Estoy por apostar que los editores - al igual que gran parte de la
tropa ministerial - son cercanos al OPUS. Cada cual que piense lo que quiera.
Los
textos enumeran entre sus logros el haber conseguido la Presidencia de la
Comunidad con el mayor número de
votos jamás logrado. Por supuesto olvidan
su llegada a través del tamayazo y dejan en el tintero mencionar que los
madrileños, hartos de tanta chulería, le negaron a la señora el acceso a la
alcaldía. Cuesta trabajo creer que las
carencias sean erratas de imprenta, lo apuntaremos en el apartado “olvidos
voluntarios”.
Como
no podía ser de otra manera también se produjo la aparición del inefable José María Aznar repartiendo estopa
entre sus herederos con un rancio discurso. No le gusta como hace las cosas
Mariano, no es nada original a casi nadie le gusta, por patético que resulte cada vez se oye con más insistencia que puede producirse su retorno desde el lado
oscuro.
Este
personajillo de comedia chusca tildado de líder incontestable por sus acólitos,
también padece una demencia senil transitoria que le permite olvidar que fue
él, mediante su dedo omnipotente, quien nombró a Rajoy su sucesor. El único
asesoramiento que se permitió usar lo recibió de su libretita azul. La sabia
elección recayó sobre el “Señor de los Hilillos de plastilina”; decisión equivocada
tal como el ex – presidente reconoce en la actualidad.
Claro
que si analizamos la alternativa nos damos cuenta que ahora estaríamos en un
difícil callejón con angosta salida. La otra posibilidad que barajó el entonces
amo del PP era Rodrigo Rato.
El
laureado, aclamado, subido a los altares Vicepresidente del Gobierno con Aznar
y encumbrado como el mejor ministro de economía del universo ha resultado ser
un imputado por sus actividades poco claras, muchas de ellas realizadas
mientras era responsable de las finanzas del país ¡Caramba que descubrimiento!
Naturalmente Aznar pasa de puntillas por estos espinosos asuntos y no habla de
nada que le resulte embarazoso. Nunca lo hace, bueno tal vez lo haga en catalán
en la intimidad. Como cuando ganó por los pelos las elecciones en el 96 y para
contrarrestar los gritos de sus fieles: “Pujol enano habla castellano”
necesitado como estaba del apoyo de CiU,
no tuvo ningún reparo en postrarse de hinojos ante el Molt Honorable.
Claro
que eran otros tiempos, con Aznar España no se rompía, el 3% de mordida institucional estaba
asumido, el escándalo Banca Catalana se ocultó bajo las alfombras para
satisfacer a Jordi, La Generalitat era una Institución amiga. En esa época los
enemigos a batir eran el PSOE y su versión catalana PSC.
Aznar
nunca ha reparado en los cadáveres sembrados en el camino con tal de conseguir
sus objetivos. El próximo blanco en su
punto de mira se llama Mariano. A poco que las previsiones se cumplan y el PP obtenga
una victoria pírrica, en lugar de la mayoría absoluta que disfruta, el futuro del
Registrador estará en su despacho de Santa Pola ¡Tampoco es mal sitio para leer
el Marca! A Rajoy no le quedan Más asideros a los que agarrarse salvo que pinte
las asas de naranja.
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