No
sabemos muy bien si hablaba él o era el angel de la guarda Marcelo caracterizado
de Jorge Fernández el personaje que nos dirigía un sermón con la única
finalidad de convertirnos.
La
estrategia que usan los abducidos llevan siglos perfeccionándola, la repetición
de una estupidez hasta que arraiga en nuestro ADN y se convierte en parte
fundamental del pensamiento ¿Quién no recuerda las oraciones que constantemente
teníamos que repetir en nuestra tierna infancia?
Por
mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa…, una y otra vez hasta que nos sentíamos
sucios y culpables de los males de la humanidad. La base del éxito estriba en
la repetición desaforada en el ambiente y escenario adecuados.
La última
ocurrencia del Ministro en funciones ha sido descalificar el funcionamiento de
su propio Ministerio - Policía y Guardia Civil -, de la Judicatura, la Fiscalía,
el Consejo General del Poder Judicial, el Ministerio de Justicia y de paso
aprovecha para cuestionar la separación de poderes. Todo porque los delitos de
corrupción masiva comienzan a no ser una mancha en el PP sino que están convirtiendo
al Partido en una tenebrosa mancha del sistema.
En sus
declaraciones televisivas el Ministro (o Marcelo) atribuye intereses espurios a
todos esos organismos del Estado insinuando que están al servicio de otras
fuerzas políticas rivales.
La crítica,
en realidad, va dirigida a los más de 22 millones de votantes que no otorgaron
su voto al PP en las elecciones del 20 de Diciembre. Para Fernández tan solo los 7 millones de sus
votantes merecen respeto. La prédica en esta ocasión va encaminada a grabar a
fuego en nuestras conciencias la solución buena para la Patria, pero solo para “su”
patria, la de ellos, la buena la “como dios manda”, la de misa diaria y
recortes sociales, la de medallas a la virgen y entorpecimientos a la Justicia,
la que advierte a los socios europeos del peligro que acecha a sus inversiones
si acede al gobierno una formación que no sea la ungida por el angel Marcelo,
la que se defiende de la “peligrosa” invasión de inmigrantes sin papeles
ocasionando su muerte en las playas de Ceuta.
Este
y todos los ministros deberían estudiar con detenimiento el sistema
parlamentario que tenemos en el cual no gana el que más votos tiene sino aquel
que consigue parlamentarios suficientes para confeccionar una opción de
gobierno. No gana quien obtiene 7 millones, por el mismo razonamiento debe
admitir que ha perdido al tener 22 millones en contra.
Seguirá
Jorge Fernández con sus peroratas y acusaciones, será imposible parar sus
letanías, una vez ha abierto el melón de la repetición de una consigna
continuará en su empeño hasta que el cansancio nos haga pensar que tiene razón.
Los apesebrados voceros le darán la
difusión adecuada.
La única
opción que nos queda es esperar que comience a pedir responsabilidades en su
propio Ministerio y tome medidas contundentes cesando al Director General de la
Guardia Civil por permitir que el cuerpo armado dedique una unidad tan especial
como la UCO (veladamente acusada de estar dirigida por algún partido maligno) para perseguir exclusivamente la corrupción
del PP.
Por
la misma razón los responsables policiales tampoco deberían quedar al margen de
la mano firme y acción limpiadora del pio Ministro.
Claro
que algo tendrán que decir el Ministro de Justicia, El Fiscal General del
Estado, El Consejo General del Poder Judicial cuando han sido salpicados de
inmundicia. Meditando un instante tendrían que llegar a la conclusión del feo
papel que les ha sido atribuido por el Ministro en funciones.
La
reacción de PSOE no se ha hecho esperar, inmediatamente pidieron la dimisión
del Ministro; será en vano. Cuando estudiaron cantando la conjugación del verbo
dimitir el pequeño Jorgito tendría paperas y llego a clase cuando ya iban por
la segunda persona de singular… tu dimites, él dimite. Pidió permiso para ir al
escusado y a la vuelta la canción continuaba en… vosotros dimitís, ellos dimiten.
Seguramente
los 22 millones que NO han votado al PP no necesitan que cesen o dimita el
ministro, les basta con que NO le sea concedida mas prorroga, con acabar urgentemente
con su condición de “Ministro en disfunciones”.
Ya
no es necesario pedir su dimisión, con desalojarle democráticamente del
Gobierno es suficiente. Eso sí, cuanto
antes.
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