¡Pues no ha sido para tanto! Es
bien cierto que la realidad en contadas ocasiones se acerca a las expectativas
que alcanzan los deseos. Por modestas que sean las aspiraciones las metas
logradas suelen quedarse cortas.
Las primarias del PSOE se
atisbaron en el horizonte como un refrendo de la situación de resignado
conformismo o como un huracán de
proporciones inimaginables cuyas consecuencias
por incontroladas podían dar al traste
con el panorama actual. No ha sido tal, más bien ni chicha ni limoná.
Una vez se ha producido la
victoria de Pedro Sánchez, el Secretario General repuesto se ha bastado para
disminuir las expectativas al igual que antes de su degradante destitución él
solo se encargó de desguazar las
esperanzas de regeneración.
No es nada fácil tener una
segunda oportunidad y mucho menos ganársela luchando contra corriente, con
todas las circunstancias desfavorables y sin más apoyos que los de cuatro
fieles. Pedro se ha ganado su segundo tiempo, bueno ¡No seamos tan poéticos! En
esta ocasión, las bases socialistas se han rebelado y han concedido un indulto
al reo condenado por la oligarquía del partido.
No es necesario recordar cómo
llegó Sánchez al cargo. Fue apoyado por
dócil y manejable. Los jerarcas buscaban alguien sumiso para el periodo
transicional entre la marcha de Perez Rubalcaba y la llegada de Susana Díaz. La
perfección de la jugada únicamente podía verse enturbiada por elementos ajenos
al plan.
Entre los riesgos a tener en
cuenta se hallaba que el PSOE tuviera una derrota con un resultado electoral lo suficientemente
bueno para pensar que Sánchez era el candidato y Secretario General idóneo.
El otro factor de peligro lo
representaba el propio Pedro; sus ansias de notoriedad.
El primer ingrediente delicado fue rápidamente resuelto descartando cualquier
tipo de peligro, tras la primera cita electoral quedó sobradamente demostrado
que el PSOE seguía en la caída libre iniciada por Alfredo Perez Rubalcaba.
En cuanto al segundo punto, los “dioses
del socialismo” albergaban serias reservas debido a la personalidad del
elegido, los jefes dudaban de su fidelidad. Tenían sospechas acerca de la magnitud desbordante de su ego
pero, aún así, subestimaron la sed de
gloria que albergaba. Cuando se dieron cuenta de que se estaba creyendo su
papel de marioneta y que el muñeco comenzaba a cobrar vida propia era tarde, el
pelele quería decidir por sí mismo. Les resultó intolerable y decidieron
deshacerse de él.
El tortuoso camino que se ha
visto obligado a recorrer no ha hecho de Pedro Sánchez un estadista de alto
nivel, ni un político de primera fila, ni tampoco le ha dotado de ideología y
principios. Sigue siendo el mismo ser vacio, melifluo y mediocre que antes de
la defenestración.
No conviene al sistema decir en voz alta y clara la verdad de lo que
representan los resultados de las primarias socialistas. Las primarias tienen
una lectura infinitamente más simple que la que se quiere dar desde atriles
interesados.
En la mencionada cita con las
urnas los electores llamados dictaron una sentencia clara con su voto.
Retomaron en la medida de lo posible el control del partido y le dieron la
victoria al que consideran legítimo Secretario General.
Nada más y nada menos.
La militancia ha dado un buen
ejemplo de hartazgo. Estamos seguros que los votantes de Sánchez tienen tan
poca estima por su valía política como los votantes de López o Díaz, pero han
restituido al que habían elegido. No se han doblegado a las imposiciones de los
“dioses socialistas” a los que rezan aduladores como Javier Lambán y otros
muchos barones. Las bases han clamado
que no admiten dictámenes de las deidades ni aceptan a la sultana impuesta.
No es gran cosa pero es un
pequeño rayo de esperanza, es verdad que la muestra de votantes con atisbo de
pudor es muy pequeña si la pulsamos con el censo total nacional pero algo es
algo.
Quizás sirva como faro y por fin los votantes
de todas las corrientes depositen su voto pensando en sus preferencias, su
ideología, sus gustos, pero por encima de todo en su libertad de elección y
castiguen de una vez a los políticos que les hurtan sus derechos, les adormecen
con propagandas, intoxican sus mentes,
mienten descaradamente para robar y
manipular sus voluntades.
Sánchez dejará de ser Secretario
General del PSOE cuando la militancia observe su falta de competencia, la
carencia de ideología, la escasez de recursos políticos y la gran sobredosis de
altanería y engreimiento, pero será cuando lo digan los militantes socialistas,
no cuando se le ocurra a una colección de reliquias del pasado cargadas de
soberbia que son incapaces de atisbar que su tiempo acabó ¡por fin!
En la actualidad estos sabios
socialistas que a duras penas son capaces de distinguir el microondas de la
lavadora, siguen aspirando a dar lecciones de vida sentando cátedra de
comportamiento en programas de televisiones amigas. No tienen inconveniente en
aparcar su dignidad con tal de cobrar unos eurillos.
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