Después
de varios meses de espera por fin tuvo a bien reunirse la Sección Quinta de lo
Contencioso de la Audiencia Nacional y dictar sentencia sobre la polémica
concesión de una distinción policial a la Santísima Virgen del Amor Hermoso.
Ha
habido que saltar los numerosos escollos empleados por la abogacía del Estado en su
afán de dificultar la conclusión procesal tratando de anular el proceso; primero solicitando inhabilitar jurídicamente a las
partes demandantes, Movimiento hacia un Estado laico (MHUEL) y Europa Laica, a continuación arguyendo la improcedencia del
recurso interpuesto, siguieron cuestionando el tribunal ante el que se
presentaba, los argumentos utilizados por los demandantes… meses de demora y enredos. Dinero público tirado a la basura
por obra y gracia del pío Ministro del Interior. Son este tipo de ocurrencias
de destinar los recursos públicos a satisfacer egos, aplacar conciencias y
ganar indulgencias, las que diferencian la buena administración de los bienes
comunales del despilfarro gratuito.
La
prensa clerical ha titulado pomposamente en sus rotativas: “La Audiencia
Nacional avala la concesión de la medalla del Mérito Policial a la Virgen del
Santísimo Amor”. La realidad jurídica es
que la sentencia ratifica la medalla a una asociación y no a la Virgen. O sea,
hacen una lectura tramposa del dictamen.
En
el desarrollo de la noticia lanzan vivas y oles cuando explicitan que la
sentencia es dictada con el veredicto favorable de tres de los magistrados y la
opinión en contra de dos, uno de ellos el presidente del tribunal.
Sin
embargo, estos medios de “desinformación”
no explican - para no afear la postura del Ministerio en la concesión de
la distinción a un ser imaginario – que se ha utilizado como intermediario
entre el cielo y la tierra una cofradía
prestada al apaño: La cofradía de
Jesús el Bueno.
La
finalidad ha sido la de dotar de personalidad jurídica al receptor, en este
caso receptora, de la distinción. Un juego legal como otro cualquiera - como
las prescripciones de delitos por ejemplo - con el objetivo procesal de conferir
apariencia de normalidad la ocurrencia de un meapilas, sin otra cosa mejor que
hacer que ir repartiendo medallitas a sus ensoñaciones y creencias ¿Qué
buscará? Quizás congraciarse con la institución católica para continuar
ocupando cargos en las altas instancias del Estado. Tan solo tenemos que
recordar los miembros del Gabinete de Gobierno que pertenecen o simpatizan con
la obra (OPUS Dei) para pensar que, en
este país, tiene su importancia estar a
bien con el santoral y sus afiliados.
La
sentencia en cuestión no tiene posibilidad de recurso, salvo tal vez el Constitucional
en recurso de amparo o Estrasburgo o Bruselas o tribunales internacionales de
derechos humanos en los que ya ha sido corregido el Estado en más de una
ocasión con multitud de sentencias condenatorias. Pasos que parecen poco aconsejables para emprender
desde las asociaciones demandantes y que más bien se antojan inútiles y escasamente eficaces.
En
cambio, sí que se echa en falta alguna actuación de los colectivos que deberían
sentirse directamente concernidos por la concesión de la dichosa medalla. Nos
estamos refiriendo a los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado, a sus
asociaciones profesionales, a sus representantes sindicales y a sus mandos
profesionales. Ninguna de estas entidades
se ha sentido aludida cuando se ha concedido la más alta distinción policial a
un ser del ultramundo. Perdón, a una
cofradía que tiene como gran merito “procesionar” en Semana Santa y liberar a
un preso convicto por algún delito en virtud de un privilegio concedido
gratuitamente. Previamente el delincuente ha tenido que ser detenido por la
policía y puesto a disposición judicial, y una vez condenado, la cofradía tiene arrogada la atribución de
indultar al penado, muy similar a las
prerrogativas que posee el Consejo de Ministros; algo cuando menos curioso en un estado que NO se define como
teocrático ¿Verdad?
Pues
bien, no tenemos constancia de que los cuerpos policiales hayan abierto la boca,
en ningún momento del proceso se han sumado a la reclamación de las
asociaciones discrepantes con la actuación ministerial. Deben entender que la
labor de los agentes es inferior a la de la Cofradía, o a la de la Virgen, y
merece menor reconocimiento. Jugarse diariamente la vida en defensa de los
derechos de los ciudadanos y por el
respeto a las leyes tiene menos valor que salir vestido con capirotes y cantar
saetas. Ellos sabrán porque callan.
Ahora
bien, seguro que los escoltas del ministro beato son agentes de policía y Jorge
Fernández no fía su integridad a la protección que le otorgarían estampitas de
la virgen.
Como
diría el admirado Fernando Fernán Gómez:
¡A la Mierda! ¡Váyase a la mierda! O rememorando al insigne José Antonio Labordeta: ¡Hala a tomar
por culo, hombre!
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