¡La condesa está triste! ¿Qué tendrá la condesa?
Lagrimas de desconsuelo recorren su carita de fresa,
¡La condesa está triste! ¿Qué tendrá la condesa?
La
que otrora fuera el azote de Mariano se encuentra acorralada, sin salida, ni
siquiera sus acérrimos defensores se atreven a romper una lanza en su favor. Es
lo que tiene haber ejercido el despotismo institucional desde el sillón del
poder; cuando lo pierdes te encuentras de bruces ante la realidad: Esperanza no
tenías adeptos, tenías siervos sumisos deseosos de romper las ataduras a la
menor oportunidad. Y ahora les ha llegado.
Rectifico,
la oportunidad les llegó con tu forma de alcanzar la presidencia de la
comunidad madrileña mediante el tamayazo, pero el poder te proporcionó puestos para
repartir y todos prefirieron callar.
El silencio
de los estómagos agradecidos fue el cómplice necesario para aceptar la comisión
de investigación presidida por ¡Oh sorpresa! Francisco Granados. Naturalmente la comisión no sirvió para nada.
Los
madrileños fueron los más mudos, cita electoral tras cita electoral
aceptaron santificar tus políticas de
amiguitos, tus regalos a Arturo Fernández, tus devaneos con Díaz Ferrán, tus
privatizaciones indecentes, en definitiva el saqueo a lo público que fue
facilitado por tus medidas de gobierno.
Todo
el mundo debería recordar con dolor los aciagos día en los que, mediante
denuncias anónimas, la Consejería de Sanidad de tu Gobierno persiguió,
destituyó, vilipendió y ultrajó con ignominiosas acusaciones de asesinato al doctor Montes y
su equipo de cuidados paliativos del hospital Severo Ochoa. Tu consejero
Lamela, sus mariachis de Telemadrid y Miguel
Angel Rodríguez – judicialmente condenado por difamación – se encargaron de
destrozar la vida de unas magnificas personas ¡Cuántas lágrimas provocaste entonces!
Con
la incompetencia congénita que te acompaña eras el eslabón necesario para el
expolio. Solo tu torpeza facilitó las
operaciones de Granados y González, la
rapiña de López Viejo sería impensable sin tu aquiescencia ¡No! ¡No eres
inocente!
Eres
culpable de dejación, de prepotencia, de nepotismo, de chulería y de soberbia.
Si no lo eres de más cosas, la justicia decidirá. Aunque parece una broma de
mal gusto acudir a “la justicia a la carta” que habéis articulado ¿Cuántos
fiscales afines tenéis? ¿Cuántos jueces os exculpan? ¿En qué lugar quedan los
organismos de control? ¿Cuántos altos funcionarios tenéis abducidos? Podías
agredir a un policía de movilidad atropellando su moto y no pasaba nada. Un
fiscal afín lo apreció como faltita leve
debido a las prisas y después ha
sido ascendido a la jefatura de la Fiscalía Anticorrupción para alegría de tu
delfín Ignacio González y alborozo de Zaplana.
Los
medios de comunicación que sobreviven gracias a tu publicidad institucional
empiezan a alejarse de tu llorona figura, no te extrañe, los vendidos siempre
tienen precio y tus enemigos, que los tienes, están pagando mejores dádivas.
De
dama de hierro liberal española has pasado a pepona llorona.
Tu
archi – enemigo político Rajoy diría, o dirá, que todo es cierto menos algunas
cosas, tus juglares cantarán las gestas de tus actuaciones ocultando los
catastróficos resultados de las mismas, a los españoles comunes nos quedará tu
lloricosa imagen saliendo de declarar.
No
te preocupes en demasía, los medios de comunicación callarán la verdad,
extenderán un tupido manto sobre tu noble figura y atribuirán a intereses
populistas tu caída en desgracia.
A
otros cientos de miles de personas nos vendrá a la memoria la forma que pasaste
de concejala a ministra: Por apellido.
Pero
sobre todo recordaremos tu imagen avasallando a una trabajadora de la sanidad pública
cuando reclamaba que se respetaran sus derechos.
La
intimidación que tuvo que sentir es inimaginable, la Presidenta de la Comunidad
de Madrid la acorraló contra la pared, la intimidó, la señora Presidenta hizo
un alarde de macarra de barrio para su mayor gloria y aplausos de sus adeptos.
Se
especula con tu dimisión pero no es tal, es una huida en toda regla. Te
quedaste sin defensas y huyes otra vez, no se recuerda pero ya habías dimitido
en una ocasión que tenías el futuro negro. La suerte llamó a tu puerta en forma
de rendición de Rajoy y retornaste para ser alcaldesa.
Supongo
que esa anónima trabajadora de la sanidad madrileña se sentiría aliviada cuando
te vio lagrimear a la salida de la Audiencia.
¡Por
fin las ranas lloran en la charca!
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