Son
miembros de la beatifica especie que no muestra el mínimo respeto por nadie
pero sus religiosos miembros exigen sumisión para sus creencias y por ende para
ellos. Ofenden sin cesar a cualquier discrepante aunque de inmediato se quejen
aludiendo ser ofendidos. Esgrimen la libertad de expresión para justificar sus
desmanes y al mismo tiempo intentan cerrar las bocas de aquellos que no
comulgan con sus planteamientos. Menosprecian el ordenamiento legal a la par
que muestran una extrema dureza con los que vulneran los principios que a ellos
les favorecen.
Sí,
estamos hablando de varias organizaciones de integristas católicos y de la
franquicia española de la Iglesia Católica, a la sazón alma mater sostenedora espiritual de las
mismas. Del sostenimiento económico siguen sin ocuparse, para tal menester
utilizan al Estado.
No
es la primera vez que estas corrientes vierten bazofia deslenguada sobre algún
colectivo, desgraciadamente mucho nos tememos que no va a ser la última. En esta ocasión la presión social ha obligado
a ceder en sus aspiraciones infames, aunque una ligera modificación del mensaje
les ha parecido una solución adecuada y han amenazado con continuar la gira
para alcanzar el objetivo que se habían marcado.
En
ese dislate asistimos atónitos a las
explicaciones vertidas por los portavoces de la asociación Hazte Oír acerca de
la intención que les movía a fletar un autobús de carácter indecente. Según
ellos lo hicieron para defender la
libertad de los padres, los derechos de los niños y la pureza científica, incluso
argumentan en clave biológica.
Estos
individuos e individuas que apelan a la libertad de elección de los niños son
los mismos que inscriben a bebes de meses en su religión a pesar de la
escasa capacidad de elección que las criaturas tienen con esa edad. Después, para
abandonarla, no es suficiente el procedimiento válido en cualquier organización,
no basta con darse de baja, la Iglesia Católica ha ideado un requisito
excepcional al que peyorativamente denomina Apostasía. Hasta el nombre que
otorgan a los desafectos suena mal: Apostatas.
Previamente
han mantenido presa a la criatura durante por lo menos 18 años (es necesario
ser mayor de edad para poder abandonar el rebaño), esta es la calidad del
respeto que tienen al libre albedrio de
los niños. Naturalmente aquí no acaba todo, cuando tras infinitas trabas
consigues dejar la secta no desapareces de sus ficheros y sigues eternamente
inscrito en ellos. O sea, en realidad sigues siendo contado como católico. Así
son más jugosas las subvenciones.
Apelan
a la libertad de los padres para elegir el adoctrinamiento de sus hijos, porque
lo que pretenden no debe ser confundido con la educación. La educación enseña valores
ciudadanos, científicos, formativos… Las religiones distan mucho de acercarse a
ninguno de esos valores.
Las
religiones son excluyentes: mi dios es el verdadero y el tuyo un impostor. A
menudo xenófobas: pueblos elegidos y otras zarandajas. Frecuentemente con
fuertes homofobias y ranciamente clasistas; solo hay que recordar el matiz de
perversión con el que definen a los hombres que aman a otros hombres: Sodomitas
les llaman. Recordaremos también las prebendas otorgadas a determinadas clases
sociales (los ricos) que pueden ganar el paraíso mediante pagos puntuales para
ganar bulas.
Esos
tipos y tipas esgrimen la ciencia ¡pobre ciencia! para justificar sus desmanes.
Nunca les ha importado un comino la ciencia, ni los avances, ni el
conocimiento. Son tantos y tan diversos los casos de persecución que han
sufrido los científicos por procurar mejoras de la humanidad que sobran las
palabras.
Pero
ni siquiera en eso aciertan. La ciencia ya no centra la identidad de género en
los genitales. Alguien de su grey debería leer algún libro de Ciencias de
la Biología para descubrir que ya se
conocen otros componentes para establecer la identidad de género. El descubrimiento de la cadena genética, el
estudio del ADN, el impacto hormonal… tienen mucho que decir sobre el asunto.
Ellos hacen alusión a la simplicidad de un libro de texto para seguir parados
en el pene y la vulva ¡pobrecitos ignorantes!
Con
lo que pretende ser un alarde de respeto a las libertades quieren convencernos
de su intención de otorgar a los niños la capacidad de decidir lo que quieren
ser.
Un
nuevo error: los niños YA saben lo que son. Lo que quieren es que el mundo lo
sepa, lo entienda, y lo respete. No es la elección entre tomar flan o tomar
natillas ¡NO! No están eligiendo voy a ser niño o voy a ser niña. Están
gritando que son niños o niñas al margen de los atributos que les acompañan. Señores
de la Curia, asimilados y simpatizantes eso es lo que la CIENCIA del siglo XXI tiene sobradamente
probado.
Y sí,
es un delito contra los derechos de la infancia, es un delito recogido en los
tratados internacionales de derechos humanos para la protección de los niños y
es un delito someter a tortura a un menor exponiéndole dolorosamente al proceso
de tener que explicar que lo que físicamente se observa no se corresponde con
su realidad de género. Aunque si la
Iglesia Católica española ha sido capaz de disculpar, ocultar y en ocasiones
justificar la pederastia no van a detenerse en minucias de este tipo.
Niegan
el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo, atacan los cuidados
paliativos en los momentos finales, criminalizan la interrupción voluntaria del
embarazo e incluso despotrican en contra
del divorcio. Ahora van a por los niños transexuales ¿Por qué?
Pues
además de desviar la atención sobre los delitos cometidos por el tío del
presidente de la Asociación (Rodrigo Rato) - para esta tropa es mejor que
hablen de los transexuales que de los familiares delincuentes - el resto de
motivos son los de siempre: la avaricia y el poder. La avaricia les hace
admitir que todos colaboremos en el mantenimiento de sus creencias, les impulsa
a promover la asignatura de religión en las escuelas, a disfrutar de capillas
en hospitales, cuarteles y universidades, a buscar imponer la caridad en
detrimento de la justicia. En definitiva
a mantener privilegios económicos a costa de TODOS los ciudadanos, creyentes o
no.
El
poder lo necesitan para no perder todo lo anterior y por ese motivo no les
importa mentir ofender y humillar aunque las víctimas sean niños. Después piden
perdón y para ellos todo arreglado.
Con
los jueces y fiscales que cuentan entre sus acólitos es prácticamente seguro
que saldrán indemnes de los tribunales.
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