Imaginemos
por un instante que hay una vida ulterior, sí, ya entiendo que es difícil desde
una postura racionalista pero no seáis tiquismiquis y seguir el hilo del juego.
Pues bien, en esa coyuntura espacial de almas dormitando en un mundo
extraterrenal el ánima atormentada de Richard Nixon tiene que estar maldiciendo
por haber sido el primer y hasta ahora único presidente estadounidense
dimisionario. Triste honor y más triste demérito.
Los periodistas de investigación - Bernstein y
Woodward - destaparon Watergate, un escándalo de espionaje al Partido Demócrata impulsado, auspiciado
y escondido por altos cargos de la administración Nixon. Consecuencias:
Renuncia de Nixon, descredito del Presidente e incapacitación para el ejercicio
de la abogacía en todo el territorio de la Unión.
Su
yo espiritual debe vagar lastimero por los caminos de la trascendencia
lamentado haber nacido y aposentado en USA en lugar de ser nativo de Hispania
¡Otro gallo le hubiera cantado!
En
primer lugar nunca se le hubiera pasado por la cabeza dimitir, antes muerto que
sencillo dimisionario.
Encontrar
un juez Sirica es harto complicado en esta piel de toro; aunque lo
verdaderamente difícil es que el juez – que alguno ha habido (Garzón, Silva,
Bermúdez, Castro y pocos más) – no sea inhabilitado, procesado, condenado,
perseguido, retirado o vilipendiado antes que el culpable sea juzgado. Cosas
del clima debe pensar la atribulada alma de Richard ¡Ay si hubiera sido español!
Lamenta con dolor el espíritu afligido.
En
esta Unión de naciones en las que ser “un” único Estado significa que debe
haber menos de dos identidades, disfrutamos de un curioso sistema social por el
cual determinados políticos están aforadamente protegidos incluso en casos de
delitos comunes. Los órganos de gobierno judicial son “independientemente”
designados por el Poder partidista de los políticos y los medios de
comunicación desarrollan “la libertad de expresión” que marcan los dueños de
las cabeceras, emisoras de radio y televisiones.
Aquí
tenemos una clase político/eclesiástica-judicial exenta de responsabilidades
alegando ignorancia o solicitando perdón por los errores ¿Mueren unos cuantos
militares en accidente aéreo por viajar en una tartana con alas? Responsable el
conserje que no encendió la calefacción del Ministerio de Defensa. Trillo no
podía estar en todo; ¿Hay unas muertes en un macro festival del Madrid Arena? Bastante
tiene la alcaldesa Botella con tomar café con leche en la plaza Mayor como para
estar pendiente de los servicios de inspección de espectáculos; ¿Las cajas de
ahorros contravienen todas las normas de funcionamiento bancario? El gobernador
del Banco de España está en otras labores más importantes como las de
recomendar que los asalariados se aprieten el cinto que está “muy malita la
cosa”, ¿Eres un curilla pederasta? Tranquilo, pides perdón, te confiesas y te
mandan a otra parroquia a seguir educando niños en el arte de amar al prójimo con
sotana y a que sufran en silencio al clérigo que se les aproxima.
Pero,
por encima de todo, aquí tenemos una clase periodística tipo Victoria Prego, la
voz en off del Felipismo hortera, que
sale a la palestra para clarificar lo que no debe ser el periodismo.
Tras
admitir sin pestañear que Carlos (Húsar de la Reina) Herrera insulte sin parpadear
a la alcaldesa Ada Colau y al alcalde Santisteve, menosprecie a los militares
normales (qué alguno hay) equiparando milicia con militarismo, manipule a sus beatillos
oyentes con falsedades, medias verdades, mentiras completas y estupideces
varias, vertidas de forma oral en la Cope o escritas en el Semanal, llame gilipollas a todo hijo de
vecino que tenga unos microgramos mas de cerebro que él (sencillo por otra
parte); a la susodicha momia paleontológica - presidenta de APM (Asociación de Prensa de Madrid) - se le abren las carnes para denunciar
inadmisibles presiones de Podemos dirigidas a débiles periodistas que se
sienten amenazados por la “fuerza” depredadora de una formación política de
nuevo cuño. Recordar que funciona sin débitos bancarios, carece de accionariado relevante en el
empresariado de medios informativos y tiene muy pocas teclas que tocar en
cuanto a las represalias a ejercer.
Curiosamente
comparece la Presidenta de la APM (Victoria Prego) en un intento de rememorar
glorias pasadas y denuncia sin pruebas desde la tele-pulpito obispal. Sin dar nombres
de las supuestas víctimas, sin identificar al denunciante y sin señalar a los
acosadores vierte tremendas acusaciones contra una formación política a la que
atribuye prácticas delictivas.
La
Presidenta de APM reniega - micrófono en mano - del código de conducta
periodístico atribuyéndose capacidades para ejercer una especie de salvaguardia judicial que en absoluto le
corresponde. Incumple la primera de las obligaciones del periodista al no informar
debidamente de un hecho relevante. En su lugar se dedica a juzgar caciquilmente
escondiéndose tras un supuesto deber de custodia. Adopta la pose del camaleón
para esconder sus propósitos que no son otros que servir a su amo actualmente encarnado
en una tal Susana.
Resuenan
las voces de los cavernarios en los pasillos de las catacumbas; con un poco de
suerte sólo las oirá el apesadumbrado espíritu de Richard.
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