Ya
está en marcha la nueva ronda de reuniones que el Jefe del Estado ha iniciado
para encontrar a alguien a quien encomendar la tarea de formar Gobierno. En la
primera tentativa regateó su responsabilidad haciendo el juego al “Registrador”
¿Por qué? Pues porque facilitó una declinación al encargo sin haber hecho la propuesta oficialmente.
Para
poder rechazar la invitación, esta debería haber sido realizada a través del
Presidente del Congreso y una vez puesto el nombre sobre el tapete es el
momento de decir que no se está en condiciones de cumplir con el cometido
encomendado. No es necesario ser catedrático emérito de Derecho Constitucional
para llegar a tan simple conclusión. No se puede objetar lo que no ha sido
previamente propuesto. Únicamente existe una forma de realizar oficialmente la
proposición: la comunicación al Presidente de la Cámara del candidato señalado
por el Rey.
Pero
no, la corona se inhibe y hace el enjuague de no nombrar responsable de
conformar Gobierno. Actitud más que complaciente con aquellos que esperan tensar la cuerda
hasta conseguir la “Gran Coalición”.
De
las profundidades del Pleistoceno han surgido los dinosaurios políticos que
estaban sumidos en un profundo sueño, desperezándose de su somnolencia aparecen
carcamales como el ex ministro de la patada en la puerta (Corcuera), el
tránsfuga ideológico Leguina, Felipe González (el Tiranosaurio Rex del partido)
y su alter ego Alfonso Guerra.
Todos
coinciden en el tratamiento que debe ser administrado al PSOE para taponar la
hemorragia de votos que sufre por la izquierda: Desplazarse a la derecha ¿Más
todavía? Pues sí. Confían en que la atomización de las propuestas que surgen a
su izquierda sea lo bastante severa como para que no haya una alternativa lo
suficientemente fuerte que pueda saltar los obstáculos que coloca en el camino
una ley electoral chapucera aderezada con el reparto según D´Hondt.
Produce
grima oír a Corcuera hablar del respeto a la Constitución y a las leyes, cuando
él tuvo que ser corregido por el Tribunal Constitucional en su etapa de
Ministro del Interior. La secuela de su inconstitucionalidad fue la puerta de
salida del Ministerio. Bien visto parece un minúsculo error. El hecho de
saltarse derechos fundamentales con la llamada “Ley de la patada en la puerta”
hoy en día no tendría más consecuencias que una reprimenda de su abuelita.
Lo
de Leguina casi no merece la pena tenerse en cuenta. Habitual tertuliano de
TeleMadrid y otras cadenas afectas al Régimen de Esperancita, vaga cual alma en
pena en pos de un hueco en el que colocar sus posaderas. El ex – presidente
madrileño cavila como devolver el favor a su bienhechora, la insigne condesa consorte
de Bornos, por rescatarle de la calle. El agradecimiento de Leguina es directamente
proporcional a su falta de inteligencia y escrúpulos.
Los
estragos que el paso de los años produce en la mente humana podrían estudiarse
mediante el análisis del comportamiento de los otrora Factótum Supremos del
“socialistismo” patrio ¡Quien os ha visto y quién os ve!
Los antaño
cachorros de Suresnes han evolucionado desde el marxismo a no sabemos dónde
pero desde luego, su ideario actual, dista
mucho de parecerse al de personas que tengan un ligero poso catalizador de
justicia igualitaria.
La
coincidencia de sus análisis políticos a la actual situación y las recetas que
prescriben para superar la catarsis en la que se encuentra sumido el país,
muestran tal concomitancia con las que nos regala Jose María Aznar que
difícilmente distinguimos a unos del otro, salvo por el acento andaluz del dúo sevillano y la poca gracia que
habitualmente acompaña al que en su día actuara como “bufón” de Bush.
Las
presiones externas emanadas de Bruselas, el FMI, los Mercados, El BCE y demás
mandantes poderes, vienen acompañadas de coros locales de cortejo. Los lacayos
como González y Alfonso ponen toda la
carne en el asador para seguir reduciendo a cenizas el Estado de bienestar en
España y beneficiar a sus patronos. Las medidas a adoptar irán encaminadas a
seguir quemando derechos en pos de una supuesta recuperación económica en una
sociedad tristemente castrada por los depredadores.
Probablemente
la “Gran Coalición” no sería tan aplaudida por los miembros del selecto Club de
“amos” si el Gobierno que resultara de semejante apaño tuviera la menor intención de recuperar la soberanía
nacional para devolvérsela a sus legítimos propietarios: La ciudadanía.
Naturalmente ese es otro cantar.
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