El
próximo día 20 de Diciembre acabará ¡Por fin! La campaña electoral para la
renovación de las Cámaras del Congreso y Senado.
Está
siendo una larga, muy larga campaña; comenzó un infausto 11 de marzo de 2004
con los sangrientos atentados de Atocha. A partir de ese momento y tras los
resultados electorales del día 14 se abrió la veda de la manipulación, las
teorías de la conspiración, el desprecio a la voluntad de los votantes
españoles que fueron, según los urdidores de la teoría, asustados por la barbarie
y domesticados por las bombas.
Para
los conspironoicos la cobardía del pueblo le otorgó la victoria a un malandrín
como Zapatero arrebatándosela al heredero nombrado por el glorioso dedo del
emperador Aznarparte ¿Hasta dónde vamos a llegar? Se preguntaban los prohombres
del bien hacer y las mujeres como dios manda.
Como
nada es eterno y la estupidez no puede esconderse indefinidamente a Zapatero le
llegó su final político de la misma forma que se estrelló Rubalcaba:
merecidamente.
El
castigo al que nos hemos visto sometidos los habitantes de este país ha
superado con creces los límites de lo soportable, hemos sufrido sin pestañear
el espolio de las arcas de la Seguridad Social, el recorte de derechos
laborales, la altanería de Wert, la chulería de Soria, la huidas por las
puertas de “plasma” de Rajoy, la Gürtel o la Púnica, las tarjetas Black y las
comisiones de Trillo y Pujalte, los sobres en “B” y las fiestas de cumpleaños
de Mato, las tasas de la justicia y la privatización de la sanidad. Recortes de
derechos ya reconocidos con la excusa de una economía de supervivencia para
sacar al país de la hecatombe zapateril.
Un
estado que ha decidido vivir una “economocracia” como línea maestra de sus
actuaciones de Gobierno. Un estado que modifica su Ley de leyes - La Constitución- para agradar y obedecer a
sus amos financieros: Antes se pagan los intereses de los bancos que la vida de
los ciudadanos. Ese está siendo el lema central de nuestro sistema.
Si
nada lo remedia el día 21 comenzaran las negociaciones para volver a investir
Presidente del Gobierno al Señor de los Hilillos. Parece que tendrá que pactar
con unos (Ciudadanos) u otros (PSOE). Quizás hasta cambien la imagen del plasma
y sea la cara de Soraya la que veamos, pero todo será igual.
El
día 20 veremos las consabidas imágenes de la fiesta de la democracia. Los
lideres votando e invitando al voto, por cierto, voto que no podrán ejercer los
miles de cientos de expulsados de esta España decadente y caduca. Naturalmente, nos pasarán las imágenes de las
monjas votantes y los ancianos trasladados en cualquier medio para que
puedan ejercer su derecho.
Ancianos
incapaces de distinguir su mano izquierda de su mano derecha decidirán el
futuro de los nietos de 17 años que tienen vedado votar por falta de
responsabilidad política, o eso dicen.
Es
decir, a ver si nos aclaramos, quiere esto decir que ¿personas que difícilmente
llegaran a la sesión de investidura, probablemente incapacitadas para gobernar
sus esfínteres van a decidir como tendrán que sobrevivir las generaciones
venideras?
Si
nos fijamos en la intención de voto declarada, el gremio poblacional cuya aspiración de futuro es no hacérselo
encima va a inclinar la balanza a favor del “Señor de los Hilillos” en contra
de la aspiración de las generaciones que tienen la obligación de luchar por
alcanzar un rayo de esperanza.
En
manos tan firmes que con dificultad sujetan la cuchara cuando comen, se
sustenta el futuro de quienes tienen que huir del país para encontrar ocupación
y futuro. Las monjas votaran 6 o 7 veces ¿Por qué tantas? Pueden que sean
incluso más, serán tantas como ancianos acarreen a los colegios electorales.
Encomiable labor si no fuera porque tal vez y solo tal vez deberíamos
plantearnos si está capacitado para votar alguien que ya ha perdido su
capacidad de decisión.
Resulta
altamente revelador que quienes tienen que hacer uso de la “movilidad laboral”
tengan tantas dificultades para expresar su opinión política y aquellos que
tienen como única aspiración jugar a la petanca en el parque sean los que
decidan seguir con Mariano. Para hacérnoslo mirar.
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