Parece
que ha llegado la hora, ella se resiste y aferra a la poltrona cual garrapata
adherida al lomo del sufriente can; por más que el sabueso intenta sacudirse al
molesto inquilino que le habita, este se resiste a abandonar el hábitat que le
proporciona su lisonjera vida.
Alimentación,
vivienda, transporte,…todo, absolutamente todo, lo extrae de las venas que
perfora con avidez y de las que absorbe cada gramo de energía. Pero el
inexorable final de los entes caducos llama a la puerta del parásito para deportar al país del olvido a la
sangrienta sanguijuela que se beneficia del esfuerzo generoso de su víctima.
Librarse
del molesto gorrón no resulta fácil, se necesita estudiar detenidamente su
estrategia de supervivencia, sus técnicas de agarre, cómo y porqué no se
consigue deshacer la presa que ejerce su mandíbula succionadora sobre la piel del inocente mártir. El animalito
intenta una y otra vez acabar con la molesta punzada, para ello usa todas las
armas que tiene a su alcance; con uñas, dientes, restregándose contra el suelo,
pero nada, el vividor se aferra a su piel escondido entre el pelo chupando
hasta que se harta de sangre.
No
sabemos si Esperanza Aguirre está ahíta de mamar pero no debe estar lejos de sufrir
indigestión por sobresaturación en la ingesta. Este “animal político” (calificada
de esta forma por sus incondicionales) crítica
y destructora implacable de los servicios del Estado lleva desde su más tierna
juventud viviendo a costa de los presupuestos.
Empezó
su vida laboral (con categoría de Jefa ¡Faltaría más!) como funcionaria, continuó
como Jefa de Servicio a través de dedo/nombramiento y posteriormente, hasta el
día de hoy, alcanza su realización personal cumpliendo la misión política de
ariete demoledor de todo aquello que representa bienestar social al servicio de
los ciudadanos: sanidad, educación, cultura, servicios para la dependencia,…
desde sus diferentes poltronas ha dinamitado insistentemente cualquier atisbo
de justicia social en aras de intereses de clase. Son cosas de la nobleza bien
entendida.
Los escándalos
que rodean al PP de la Comunidad de Madrid la han dejado tan soberbia como indiferente.
Ni la financiación poco clara de las campañas electorales - más bien bastante
oscura debido al dinero negro utilizado - ni el acceso a la presidencia de la Autonomía
madrileña a través de la vía tamayil, ni la recalificación de terrenos que
proporcionaron pingües beneficios a familiares y amigos de la señora condesa, ni
siquiera la imputación judicial (Gürtel, Púnica,…) de sus más estrechos
colaboradores han borrado la sonrisa de suficiencia del rostro de Aguirre.
Las campanas
del óbito están próximas a tañer. Arrinconada en un triste sillón del pleno
municipal purga su desaparición de la
escena principal.
Hemos
asistido a sus últimas manifestaciones en las que ha realizado malabares de
desmemoria no recordando nada de los escándalos que la acompañan. Una de las
defensoras acérrimas de la austeridad presupuestaria reconoce, con la boca
pequeña y la mirada perdida, que con su gestión dilapidó millones de euros en
obras megalómanas, tal como ella misma ha calificado al proyecto ciudad de la
Justicia de Madrid.
En una
postrera explicación recuerda que fue la
crisis, la consabida crisis de Zapatero, la que paralizó el proyecto. Lo que no
paralizó fue el nombramiento de una seria de cargos a repartir entre allegados,
amigos, coincidentes de partido, hijos de ministros y compromisos varios. En total
17 cargos de jefes de 20 puestos de trabajo posibles. Tres peones para atender
a 17 dirigentes ¡Tela marinera!
Modélico
sistema de gestión liberal de mercado. La responsabilidad ya no es cosa suya,
de eso que responda Pío, como diría la interfecta en una de sus gracias,… pío,
pío. Y a otra cosa mariposa. Que “pa chula chula, su cara dura”
Estación
término, final de trayecto, se acabaron las bravatas. Acorralada, por tirios
propios, su despedida de la presidencia del PP madrileño está a un suspiro de
producirse. Arrinconada por troyanos ajenos el adiós será con fanfarrias y
fiesta.
Desaparece
uno de los últimos dinosaurios defensores de la “modélica” clase empresarial
española, ese irreductible bastión de emprendedores y fortín de la productividad.
Para la Thatcher española el fracaso del sistema económico nacional es provocado
por la desidia de trabajadores exigentes
poco cualificados. Los propios congéneres están expulsando del vagón a “La tía
cojonuda”, así la consideraban los cuñados Gerardo Díaz-Ferran (en prisión) y
Arturo Fernández (Imputado Black).
Un
escalofrío de soledad recorre su noble espalda, mamelucos o mamaculos, (lo dejo
a elección del lector), que la ensalzaban en el poder, pronto olvidaran su fotografía
en algún cajón del escritorio. Es la “Razón” del ocaso, el “ABC” del servilismo,
así funciona “El Mundo” de los intereses espurios. Para todo lo demás “El País
Card”.
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