Del autor de comunicados tan impactantes tales que: “Son como hilillos
de plastilina” o “Todo es mentira menos algunas cosas que son verdad”, nos
llega ahora una nueva entrega que ilustra adecuadamente la categoría
intelectual del personaje: “La lluvia está ahí, aunque nadie sabe de dónde
viene”. ¡Toma frase para los anales de la ciencia!
El recorrido verbal de Marianico
I “El indolente” está llenito de chascarrillos, ocurrencias, disparates y
salidas de tono. Unas con poca gracia y otras con ninguna, pero todas,
absolutamente todas, con un denominador común: Dejan al personal helado
pensando que semejante individuo haya alcanzado la Jefatura de Gobierno de la
cuarta potencia económica de la zona euro. Este país es descacharrante.
Cuando Mariano se posicionó en
contra de las teorías que advertían sobre el cambio climático, sacó a la
palestra a un primo, catedrático de Física,
para atribuirle una opinión científica en la cual dudaba del fenómeno
climatológico. El pobre hombre tuvo que abandonar momentáneamente su anonimato
docente para aclarar que el pariente ilustre - acérrimo lector de “Marca” - no
sabía de qué estaba hablando.
Cuando estalló el caso Bárcenas
se le ocurrió decir un trabalenguas para que nadie le entendiera “Nadie podrá
probar que no es inocente”. A continuación llegaron los mensajes de “Luis se
fuerte”. Toda una declaración de intenciones.
Con indicios y pruebas suficientes
en su contra, el tesorero fue puesto
este a buen recaudo en Soto del Real. El Presidente del PP y también del
Gobierno compareció en el Congreso de los Diputados para deleitarnos con un
simulacro de responsabilidad y en un alarde de compromiso con el pueblo español
pidió perdón por sus pecados, por su error, por confiar en una persona
inadecuada.
Al igual que el rey emérito (El
Campechano), Rajoy utilizó el comodín
del arrepentimiento y usó el “Lo siento mucho, me equivoqué”. Con semejante frase despachó el asunto; esa resultó ser toda
su reparación por no saber gestionar la tesorería del partido del Gobierno.
A continuación, si hubiera sido
necesario, podía haber utilizado la Biblia para decir: ¡Qué pasa, vosotros no
os equivocáis nunca, el qué esté libre de pecado que tire la primera piedra!
Por una vez fue prudente
callando, igual se lleva una sorpresa y le toman la palabra, lo mismo le hacen caso y le lapidan antes o
después de sellar la cartilla del paro los más de cinco millones de
desempleados, sumados a los casi
trescientos mil desahuciados, unidos a los miles de desplazados en busca de una
oportunidad laboral, contando con la ayuda de todos los cabreados por sus
políticas de recortes, insolidarias, castigadoras de los desfavorecidos para
premiar a los pudientes, políticas salvadoras de bancos y corporaciones
empresariales a costa de los humildes, en definitiva todos los perro flautas
(nombre despectivo utilizado por sus palmeros mediáticos).
Pero tranquilos, no volaran las
piedras.
Aunque bien pensado ni siquiera
sería necesario, con estarnos quietos podríamos arreglarlo todo ¿Queréis el mundo? Ahí lo tenéis, para
vosotros, metéroslo por donde os quepa. Cuando acabéis con él avisad.
Mientras desguazáis la esperanza
de un mundo digno, nosotros nos quedamos aquí sentados, mirando el mar o las
montañas, leyendo un libro viejo o mirando volar las moscas, sin hacer nada
¡Nada de nada! Ni trabajar, ni comer, ni ver la tele, ni encender la luz ¡Nada!
Nuestros hijos no irán a la escuela ni nosotros a la oficina, no usaremos la
visa ni abriremos cuentas en los bancos, no recogeremos cosechas ni ocuparemos
nuestro lugar en las fábricas. No haremos huelga, simplemente nos quedaremos inactivos.
Quietos, inermes, esperando el
final de esta pesadilla. Será un final que acabará con todo ¿Qué sentido tiene
alargar la agonía? ¿Qué sentido tiene vivir unos años arrastrados ante los
caprichos de la nobleza que nos acogota?
Caeremos nosotros y ellos
también, son incapaces de encontrar sus propios calzoncillos en el cajón del
armario. ¿Con qué dinero pagarán las eléctricas a Aznar o a Felipe si no se
consume ni un vatio de electricidad? ¿De dónde sacarán para sus dispendios y orgías los banqueros y
sus lacayos cuando cesen los movimientos
de dinero? ¿Para qué servirá el dinero si no se utiliza? ¿De qué servirá
explotar al tercer mundo si no se consume en el primero? ¿Qué harán sin
servicio los miembros de las familias
Grandes de España incapaces como son de encontrarse los dedos de la mano?
Pero tranquilos, esto no pasará,
estamos tan domesticados por años de docilidad que la elemental rebeldía que se
le ocurriría a cualquier niño nosotros la tenemos olvidada. Haremos lo que nos
dicen porque son siglos de inculcarnos obediencia, educación para el servicio
en aras de un bien superior. Estamos tan amaestrados que no sabemos ni
quedarnos inmóviles.
Seguiremos las normas de vivir
“como dios manda” que diría Rajoy en otra de sus grandes alocuciones. Eso sí, lo
manda su dios y lo hace a través de personajillos de su catadura moral, chambelanes
de ese dios de chirigota que obliga a las personas a trabajar en condiciones
infames para agrandar los beneficios de los que más tienen. Un dios que cada día
desprende un mayor tufo a dinero.
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