viernes, 12 de abril de 2024

Todos son iguales

El exabrupto ¡Todos son iguales! Está muy extendido y todos sabemos que en realidad se trata de opacar la realidad. Siempre lo gritan los mismos y cuando los afectados son de su cuerda, sonríen lánguidamente para acabar culpando al opositor de ser igual que ellos.

En ese instante ponen en práctica la segunda opción, si la realidad es que todos roban, mejor que roben los que asumen como suyos, los que tienen mucho que a esos  no les hace falta robar tanto.

Esta forma de pensar y comportarse está tan admitido socialmente que se ha terminado por considerar amortizado el fraude de 60,000 millones usados durante el Gobierno del nada identificable como M. Rajoy. Cuando un banquero roba lo hace como Mario Conde: a conciencia.

Con esa pila de millones se rescató a la banca bajo la promesa de una pronta devolución. A día de hoy no se vislumbra por ningún lado la recuperación del dinero prestado. Si el deudor fuera cualquiera de nosotros estaríamos desahuciados, los banqueros siguen en sus lujosos aposentos disfrutando de nuestro dinero.

Cómo diría Rodrigo Rato, el gurú económico del partido que hizo posible el donativo: “es el mercado amigo”. Aunque en realidad no es el mercado, son ellos, son los ladrones sin escrúpulos robando a una sociedad corrupta y permisiva.

Ya ha pasado el tiempo de explicar la condición fundamental del ser humano. Decir, por enésima vez, que la humanidad está concebida para ser conformada por individuos que tienen que convivir en comunidad, provoca hastío.

Por mucho que se repita seguirá habiendo personajes que - alardeando de sus logros individuales - reclamará tener más privilegios que los demás. Aunque los éxitos conseguidos tengan la misma utilidad que los pedales en un orinal.

No deja de ser una postura de acomplejamiento humano ante los otros individuos de la especie, necesitan sentirse más, sin saber muy bien ¿Más qué? ¿Más importantes? ¿Más influyentes? ¿Más bonitos? ¿Más listos? ¿Más…algo?

A esas carencias de personalidad hoy, los “liberaloides”, los llaman méritos. Los muy cretinos confunden libertad de vivir con la barra libre para explotar al prójimo.

Por lo visto, articular protocolos de actuación para dejar que fallezcan ancianos en las residencias porque son mayores y van a morir de todas formas, se llama dar un uso debido a los recursos sanitarios voceando la palabra libertad con un completo descaro.  

La persona elegida para dirigir a una sociedad que confía en ella debería tener un exquisito cuidado para cumplir con su cometido.

En lugar de eso, como no saben cuánto les va a durar el momio, tratan de esquilmar a todos  en el menor tiempo posible. En fin, cada cual tiene sus valores y para algunas el emprendimiento consiste en aprovechar las dificultades de las personas para sacarles las hijuelas.

¿Caerá Ayuso por avatares de su nuevo novio? ¿Será el fin de Feijoo?  ¿Koldo marcará a Pedro? ¿Los Borbón serán responsables de algo? ¿Seguirá siendo republicana Leticia? Y sobre todo una pregunta se palpa en el ambiente ¿Qué requisitos debe cumplir un cortijo para acabar siendo un país?

Y ¿Bajo qué parámetros  se decide que el dueño del cortijo siga siendo de la misma familia?

Después de la caída del imperio romano se produjo una catarsis del sistema  que ningún periodista de la época supo anticipar, a pesar de que, seguramente, ya existían los Ferreras, Federico, Quintana, Alsina y Herrera del momento.

Lo viejo había dejado de servir y lo nuevo estaba por demostrar su eficacia, pero antes que nada había que depurar las estructuras derrumbadas.

Hacer limpieza entraña muchas dificultades, entre otras, despejar los espacios para amontonar escombros y detectar donde se encuentra la basura. En el debe del movimiento 15 M está no haber esterilizado el sistema.

Cuando ¡Por fin! parecía que, asistíamos a un nuevo concepto de sociedad democrática donde los valores humanos tuvieran cabida, en contraposición con el monetarismo capitalista imperante, nos hemos dado de bruces con la realidad: estamos en la casilla de salida.

En definitiva, se escondieron un ratito hasta que pasara la tormenta para volver igual o más bordes. Que se lo digan a MAR, ese conductor borrachín que después de ser condenado por difamar al difunto Luis Montes ha vuelto a primera línea para poner voz al guiñol monstrua de la fruta.

Nos merecemos lo que tenemos, una clase dirigente encabezada por el primero de los españoles que regatea en barco en San Xenxo y a la justicia en albornoz, no necesita ni vestirse. Mientras tanto su sucesor, Felipe Uve Palito, bastante tiene con convencernos de que ha cumplido con su misión de dejar heredera sin que reclamemos pruebas de paternidad.

¡Seremos corruptos, pero muy españoles y mucho españoles! Que todavía nadie sabe quién es M punto Rajoy. Si la familia Ayuso se enriquece es porque Madrid es España y España es Madrid, ¡Coño ya con las tonterías!

Y quién a buena frutera se arrima la santa fruta lo amadrina.

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