miércoles, 18 de diciembre de 2019

Pestilencias periodísticas


Aun cuando nos resulte difícil de aceptar la situación vamos a intentar no exagerar ¿Es posible que la tónica general sea la falta de sensibilidad ante una barbaridad de semejante calibre?
En realidad solo unos cuantos zoquetes anclados en posturas superadas por la sociedad han sido los partícipes de las movilizaciones.
Aunque nos resulte insoportable tampoco podemos olvidar que a día de hoy sigue habiendo muchos “gérmenes patógenos” transitando ocultos en la caspa que permanece bajo el barniz de las costumbres casi democráticas.
Los mismos que han decidido ser portadores de la carpetovetónica esencia hispánica, se han puesto la boina paleta para lanzarse a reivindicar el salvajismo. 
La movilización ha sido provocada por una sentencia judicial que no entienden. Intentan convencerse y convencernos de que la violación a una niña no fue para tanto.
Esgrimen el consentimiento de la niña y torticeramente ignoran que no tiene ningún valor el hecho de que una menor de 16 años consienta relaciones con un adulto. La relación sexual en sí misma es un delito: o delito de abuso o de agresión sexual.
Todo el rebaño defensor de los agresores piensa que no puede ser tan grave el hecho.  Para los energúmenos mesetarios movilizados, no tiene mayor relevancia que tres hombres mayores de edad se valgan de su superioridad física, la situación intimidatoria y la indefensión para abusar de una niña.
A pesar de ser muy simple se niegan a entender la sentencia judicial y la perciben como un ataque a sus formas ancestrales de tratar a una mujer. En esta ocasión no acatan las decisiones judiciales ¡No les viene bien!
Es curioso ver cómo son capaces de variar de opinión en función de quienes son los artífices del delito. Si los condenados hubieran sido pertenecientes a cualquiera de las nacionalidades o etnias que conviven con nosotros, las manifestaciones serían para pedir cadena perpetua con castración incluida. Como son unos chicos “blanquitos” y socialmente “autóctonos” y además populares futbolistas,  la víctima pasa a ser la culpable.
En fechas recientes se desató una furibunda campaña en los medios de “desinformación”. La finalidad fue soliviantar los ánimos en búsqueda de condenas ejemplares y ejemplarizantes contra los violadores y especímenes similares. Por lo visto esta premisa es válida siempre y cuando los implicados en los delitos no pertenezcan al colectivo de patriotas ibéricos.
La dureza de las leyes es la consigna de las formaciones políticas que fundamentan su existir en el aumento de la crispación, en la violencia verbal no exenta de posibilidades de pasar a la violencia física, personajes que mezclan patriotismo con despotismo para ir contra los que discrepan de sus ideas y creencias.
Algunos periodistas carentes de ética han empezado a orquestar una vergonzosa campaña que persigue varios objetivos:
En primer lugar desprestigiar los órganos de Justicia como garantes de la defensa de los derechos y libertades individuales. Sobre todo los derechos de las mujeres.
Otra finalidad buscada es el ataque directo contra cualquier persona que discrepe del pensamiento único que pretenden imponer.
Aunque – en este caso - el objetivo principal que persiguen es intentar desprestigiar las declaraciones y la denuncia de una menor. Es muy importante recordar que la víctima tenía menos de 16 años en la fecha de la agresión. 
Para ello no reparan en ningún tipo de acción que sirva a unos infames intereses. Tampoco les importa gran cosa falsear la verdad u ocultar algunos datos de vital relevancia, el caso es lograr que unos pocos analfabetos estructurales piquen el anzuelo y salgan en grupo gritando consignas prediseñadas.
Cuando una pandilla de bestias se manifiesta contra la condena judicial de los “pobrecitos muchachos” de Aranda de Duero, lo hace dirigida por los tertulianos de esos programas televisivos que sobreviven vendiendo la intimidad de las personas.
Culpabilizan a la víctima preguntándose ¿Qué hacía una niña en un piso con cuatro hombres adultos? cuando la pregunta debería ser ¿Qué hacían los hombres adultos de edades de 19, 22 y 24 años  con una menor de 15 años? Seguramente enseñar a la cría a jugar al parchís.
Todos son estratagemas de los opinadores y plumillas para dictaminar que la niña es una fresca incorregible a la que le va la marcha. Sin embargo los pobres muchachos son unos mártires seducidos por la guarrilla.
El mismo proceso de siempre: la mujer ¡Culpable!
En este caso se piensa que 38 años de condena son muchos y no, no son tantos. Son 14 por agresión sexual a una menor más 12 por colaborar con un agresor mas 12 por ayudar a otro más, eso es lo que suma 38.
Cada uno de ellos ha sido condenado por tres delitos. Uno como actor principal – agresión sexual – y otros 2 delitos por cooperación necesaria con sus compañeros para ayudarles a agredir a la niña.
Para dar una vuelta de tuerca más en el proceso de descredito de la violada están saliendo a la luz pública unos videos y audios alegando que no fueron tenidos en cuenta en el proceso judicial.
Una falsedad propagada por mamarrachos sin escrúpulos dedicados al periodismo. Este es un clavo ardiendo al que se agarran los “ejemplares muchachitos” y esgrime la gentuza defensora de los violadores condenados.
Empieza a ser una norma de uso frecuente el trato que la chusma periodística da a los casos de violencia contra las mujeres, primero niegan que exista la violencia, a continuación la disculpan restándole importancia para acabar de forma sistemática culpando a las víctimas que sufren las violaciones. Los mejores perfumes no logran camuflar tanta pestilencia.

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