Entre todas las cuestiones que nos afectan, hay una que por su trascendencia, dureza y falta de respuesta de la humanidad, debe ser situada en primer lugar: ¡El genocidio de Gaza, que persigue el exterminio del pueblo palestino! Ya somos plenamente conscientes de que ha sido meticulosamente planificado.
¿Por qué ese macabro plan? Tiene varias respuestas y diversos matices en ellas, sin embargo hay una que es irrefutable y que invariablemente ha sido el faro y guía de los asesinos de la humanidad: donde hay negocio estorban las personas.
Ya nos han enseñado la ciudad de vacaciones que proyectarán sobre los esqueletos de – hasta ahora – más de 60.000 palestinos; de ellos un centenar de niños muertos por desnutrición. Sobre esos cadáveres, Musk, Netanyahu y Trump disfrutarán de unos daiquiris tumbados en sus hamacas. Los líderes europeos, como casi siempre y casi todos ellos, se quedarán en el guardarropa vigilando las pertenencias de sus amos.
La aspiración última de los infames que lo tienen todo es permanecer para siempre en la memoria de los demás. En definitiva: pasar a la historia.
Netanyahu y Donald Trump, verán lograda su meta y al igual que Calígula, Nerón, Hitler Leopoldo de Bélgica, Videla, Pinochet, Franco o Jack el destripador serán recordados por sus sangrientas acciones.
A ninguno de ellos les preocupa ser unos indeseables, únicamente buscan satisfacer sus egos y con su perversa conducta alcanzar una histórica inmortalidad. Los genocidas antiguos y nuevos se rigen por idénticas normas.
No es la primera vez, y mucho tememos que tampoco será la última, que acciones que comienzan sin recibir la respuesta adecuada, acaban convirtiéndose en crímenes de lesa humanidad. La manipulación ejercida sobre la masa social, con frecuencia consigue los propósitos establecidos. Sabemos como lo hacen, sin embargo seguimos cayendo en la trampa.
La relación de ejemplos es tan extensa que necesitaríamos varios tomos para enumerarlos.
Una tenue pincelada es el caso Alfred Dreyfus. Acusado de pasar secretos militares a los alemanes, el capitán del ejército francés, de origen judío-alsaciano fue condenado a cadena perpetua en 1894 por delito de alta traición. Su caso desató en Francia una tremenda corriente de antisemitismo.
Tras varias apelaciones, esfuerzos de la familia, de ilustres intelectuales (Emile Zola en J’accuse) y de algunos políticos (Clemenceau), en 1906 fue absuelto y restituido al ejército francés con el grado de comandante. Sin embargo el antisemitismo francés ya estaba incrustado en la sociedad.
En Alemania, el nazi Hermann Göring - para eliminar a los opositores - utilizó el incendio del Reichtag. El obrero comunista neerlandés Marinus van der Lubbe, con una confesión de culpabilidad sacada a ostia limpia admitió su culpabilidad y fue ejecutado. Este caso fue posible porque - apremiado por Adolf Hitler - el Presidente Paul Hidenburg, había firmado un decreto para establecer medidas destinadas a suspender las libertades civiles. Y ¡Vaya si las suspendió!
La caza de comunistas fue una de las primeras consecuencias. A partir de 1933 comienza el calvario de los considerados Gemeinschaftsfremde (Residentes) para diferenciarlos de los Volksgenossen (compañeros de la nación). Los judíos, los gitanos, la comunidad LGTB, los discapacitados, todos ellos fueron encuadrados en el grupo residentes, es decir, sin derechos civiles. Entretanto los alemanes colaboraban en la caza con denuncias o miraban hacia otro lado como si no fuera con ellos. O ellos mismos ejercían de vigilantes y atrapaban a “los residentes” como sucede ahora en las playas españolas con los desembarcados de las pateras.
El proceso de limpieza étnica siguió su curso. Tras la muerte de Hinderburg en 1934, no se nombra nuevo Presidente sino que, Hitler haciendo – para el mismo - una combinación de Canciller y Presidente se convierte en Füher.
Con todo el poder en sus manos y la lealtad del ejército se pone en funcionamiento la llamada “solución final”. Las consecuencias son un macabro y multitudinario Holocausto.
Marinus van der Lubbe fue indultado en 2008 en aplicación de una ley de 1998 que consideraba inocentes a todos los condenados por las leyes nazis. ¡En España 50 años después de la muerte del general genocida seguimos dándole vueltas a la condena del franquismo! Y aún se permite que instituciones públicas y privadas se pasen la ley de la memoria por el arco de sus caprichos.
Las razones que esgrimieron los nazis para iniciar su barbarie fueron las de culpabilizar a una serie de colectivos, etnias, religiones, ideologías políticas o comportamientos sexuales de ser los causantes de todos los males que aquejaban a la Alemania pre Hitleriana. ¿A qué suena de algo?
Los acontecimientos no se descontrolaron de la noche a la mañana, hizo falta una buena dosis de maldad publicitaria, medios afines que propagaran las ideas, mentiras repetidas hasta la saciedad, delitos atribuidos a los perseguidos (comunistas, judíos romaníes, homosexuales,…). Así sin pausa comenzó el genocidio.
Con esta simpleza, sin estruendo, los señalados por el dedo acusador de los “salvapatrias”, los diferentes se convierten en peligrosos delincuentes que violan, roban, agreden, asesinan, saturan la sanidad, abusan de los servicios sociales y obtienen ventajas que pierden nuestras abuelas.
Naturalmente bajo el paraguas de una ultra derecha internacional amparada por un psicópata.
En la actualidad Trump despliega la guardia nacional – un ejército a su antojo - en California y Washington acudiendo al comodín fácil de la inseguridad. Para los cobardes funciona muy bien lo de la falta de seguridad. La mentira ya está en la calle ¿Las consecuencias? ¡Imprevisibles!. La reacción de la sociedad USA: hasta ahora ninguna.
En esas estamos en España, Torre Pacheco fue un ensayo con violencia acompañada de la pasividad y suavidad de las autoridades. Jumilla es una provocación que ha sido respondida con enorme tibieza y las declaraciones del religioso franciscano, Arzobispo de Oviedo Monseñor Jesús Sanz, ha sido una avanzadilla para saber por dónde va a tirar la dormida sociedad española. Por lo visto a día de hoy, denigrar, menospreciar e insultar a un colectivo con el apelativo despectivo de “moritos” no merece una contundente reacción judicial.
La Prelatura disculpará a su colega alegando que fue un mensaje desafortunado y todo se olvidará. Si hubiera sido un rapero, un poeta, o un actor estaría durmiendo en una celda más de una noche.
Jesús Sanz - como buen franciscano - dormirá en su amplísima celda del palacio Arzobispal de Oviedo por vestir hábitos o quizás debido a sus malos hábitos.
Por cierto, de los asesinatos cometidos por Israel en Gaza no se le ha oído al buen religiosos ninguna homilía relevante.
Después de oír y leer lo de los moritos no es de extrañar. Para sus correligionarios de VOX y la rama dura del PP, o sea para la extrema derecha y la derecha extrema, lo que sucede en Gaza no es un genocidio, es la respuesta proporcionada que tiene derecho a practicar Israel. Lo del derecho internacional, los crímenes de lesa humanidad, los asesinatos selectivos de civiles y prensa crítica es una asignatura que no les entra bien en la cabeza y la dejan para recuperación.
Otra opción es que el Arzobispo de Oviedo esté de acuerdo con la forma usada por Israel para eliminar a los moritos que tanto desagradan. Y así coincidiendo con la línea xenófoba de VOX quiera invertir en la idea propuesta por Trump y Netanyahu, una Gaza, sin palestinos, paraíso judío para quien pueda pagarlo .
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