martes, 17 de marzo de 2020

El virus y la Corona


Desde los panfletos informativos oficialistas nos llegan los sonidos de las fanfarrias alabando la extraordinaria rectitud de comportamiento de la que hace gala Felipe VI de Borbón y Grecia. Con un comunicado desde la Casa Real, “El Preparao” ha defenestrado a su progenitor en un intento de alejarse del hedor que emana del ala de Zarzuela en la que habita “El Campechano”.
El resumen del comunicado es que Felipe VI reconoce que Juan Carlos I se ha dedicado a realizar actos presuntamente turbios, con cobros en paraísos fiscales, de pagadores poco recomendables y por actividades poco claras. Vamos que le huele a corrupción presunta desde lejos.
Según se desprende del real comunicado, hace tiempo que las actividades del “emérito” tenían en guardia al titular de la corona. Pero como un padre es un padre y a este progenitor el hijo le debe todo, el niño solamente ha movido un dedo cuando la fiscalía suiza ha destapado las vergüenzas de papá.
La criatura ya no es tan niño, ya es un señor “talludito” con criterio propio aunque sea limitado. Su alabada decisión ha sido renunciar a la herencia que le corresponda de su emérito padre y quitarle la paga.
¡Y esto lo escriben en un comunicado oficial!
Felipe haría bien empezando a despedir asesores legales y aduladores varios. Un estudiante de 1º de derecho sabe que para renunciar a una herencia, primero tiene que producirse el acto que concede el derecho de herencia; normalmente es el óbito del heredable. En vida se realizan donaciones. Que nosotros sepamos Juan Carlos todavía campa a sus anchas con los pasitos que le permiten sus maltrechas caderas.
Lo de quitarle la paga es intranscendente aunque haya sido muy bien recibido. La casa Real no está sometida al control de sus cuentas y la asignación que la Corona recibe de los Presupuestos del Estado no va a descender.
Por otro lado Felipe no va a permitir que su padre pase penurias, tranquilos. Y el cazador de elefantes parece que ha acumulado recursos suficientes para continuar con sus borbónicas aficiones.
Con presteza la derecha extrema y su prima la extrema derecha extrema han salido a la palestra para enaltecer el comportamiento del monarca titular.
La renuncia inadecuada a la herencia la ven como una prueba de rectitud solemne. Bueno, la ven o la quieren vender así para seguir dando grititos de ¡Viva el rey!
Si Felipe VI de Borbón y Grecia albergara en su mente la menor intención de rechazar la herencia paterna, comenzaría por renunciar al bien más preciado que todo monarca recibe en herencia de su progenitor: La Corona.  
Sin embargo lo que su gesto pretende es aplicar un corta fuegos con propiedades asépticas para desinfectar su reinado.
Un reinado prematuramente nacido como consecuencia de las actividades impropiamente oscuras del progenitor.
Tan oscuras que tuvieron que urdir una extraña ampliación de la inviolabilidad de la persona del rey Juan Carlos una vez hubiera abandonado la Jefatura del Estado.
Una Jefatura del Estado blindada por una Constitución nacida en una nueva restauración borbónica impuesta por un genocida, sancionada por las Cortes de un régimen nauseabundamente dictatorial y refrendada por un Parlamento nacido bajo la amenaza de una involución fascista. A todo ese conglomerado de atrocidades democráticas hemos dado en llamarle “Modélica Transición”.
Ahora mismo el espectro político español está atomizado en grupos con dificultad para alcanzar mayorías cualificadas, si tuvieran el mínimo atisbo de responsabilidad política se pondrían de acuerdo para atacar el verdadero problema que paraliza el desarrollo político y social de la Nación: acometer la reforma de la Constitución del 78.
Aunque parezca baladí, la mayor dificultad estriba en salvar el escollo que representa la monarquía en la Constitución actual. Entre otros el Artículo 62 en su apartado (h) recoge la figura del rey como mando supremo de las fuerzas armadas. Por mucho que estemos en el siglo XXI la historia es la historia y del ejército español se puede esperar lo que se puede esperar.
Cuando el coronavirus nos obliga a permanecer confinados no sería un mal momento para reflexionar si la verdadera enfermedad que padecemos es una Corona con virus y tenemos que aislar a la Jefatura del Estado de su influencia.

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