lunes, 23 de septiembre de 2019

Las cuatro patas


Ahora sí, en estos instantes ya es irremediable la anunciada repetición de elecciones. A partir del primer segundo - desde el último fracaso negociador - comenzó el relato de culpas por parte de las partes implicadas. Tanto los  socialistas como Unidas Podemos seguirán dando su versión partidista del reparto de responsabilidades acerca del fracaso.
Los medios amigos se afanarán en propagar la versión de los más cercanos, con lo que podemos imaginar la extraordinaria desproporción de repercusión mediática que van a tener los mensajes de cada uno de los actores.
Para no ser muy persistentes sobre el asunto únicamente daremos unas pinceladas utilizando breves preguntas.
¿Quién tenía la encomienda de formar Gobierno?
¿El propuesto para formar Gobierno tenía los apoyos necesarios?
¿Fue capaz de convencer a otros actores para que le apoyaran?
Eso es todo señoría, no haré más preguntas.
Consumado el fracaso, Pedro Sánchez concedió una amable entrevista a su fiel amigo Antonio Ferreras.
En la patraña periodística constató que durante el proceso negociador la amnesia debió de atacarle con fiereza. Motivo que le condujo a olvidar que había nominado a Unidas Podemos con la distinción de “Socio Preferente”. En lugar de la preferencia pasó a ocupar el de “pesadilla” que le impediría dormir.
Son los efectos secundarios de combinar los cambios de colchón de la Moncloa con el protocolo de viajes  presidenciales.
El grito de las bases “con Rivera no” le atenazó en sus deseos. Le faltó  la cintura política necesaria para rememorar a Aznar cuando cambió el “Pujol enano habla castellano” por el “yo hablo catalán en la intimidad” ¡La frase de José Mari debería enmarcarse en los anales de hipocresía política!
La cruda realidad es que - Banca, Multinacionales, sostenedores de la Monarquía e Iglesia - las cuatro patas que sostienen el sucedáneo democrático con el que nos estamos atiborrando son las que han imposibilitado un Gobierno lógico.
Y le llamamos lógico porque estando el PSOE por el medio es muy atrevido llamarle de izquierdas. Por mucho que se empeñen los publicistas a sueldo de la mediocridad informativa, el POSE dejó de ser un partido de izquierdas desde el ascenso a los altares socialistas del derrochador del mayor caudal político que nunca ha tenido nadie en este paupérrimo país.
Una gloria más que atribuirle a Felipe González junto con los GAL, los estercoleros del Estado y las puertas giratorias. ¡Ah, sin olvidar la bodeguilla de la Moncloa, las travesías veraniegas en el   Azor y los bonsáis! Lo de los arbolitos fue de lo poco decente que se le puede atribuir durante sus legislaturas.
Con el fracaso de Pedro I “el bonito de cara”, estamos invitados a otra fiesta de la democracia - que pagaremos a escote -  para acabar en un botellón donde únicamente se sirve garrafa.
Como colofón los últimos bailes serán con piezas de música muy parecida a la que ya hemos escuchado. Los votantes fortalecerán a unos y debilitaran a otros, pero no tanto como para que los fortalecidos saquen pecho y se sienten solos en el banquete.
Sabemos de la aparición de nuevos actores, ni será tan decisorio ni tan importante como los cronistas nos lo quieren colocar.
Pedro Sánchez y su corte de incondicionales han decidido entrar en una espiral peligrosa de la que van a tener difícil salir indemnes.
Si  Iván Redondo ha soñado alguna vez  con tener más de 150 diputados debería dejar de desayunar cosas raras. Las previsiones le otorgan un resultado por debajo de 150 escaños con lo cual seguiría en manos de un Pablo Iglesias más cabreado y fortalecido.
Las cuatros patas vuelven a sostener el sistema que mejor dominan: un Gobierno a su gusto, que no incordie a la banca, no moleste a las eléctricas y multinacionales, que reafirme la forma de Jefatura de Estado y se arrodille ante los Obispos.
¡Vamos una España como Dios manda!

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