jueves, 8 de octubre de 2015

Delitos prescritos

Cuando el sobrevalorado intelecto humano llegó a la conclusión de la necesidad de articular leyes lo hizo con la sana intención de modular armónicamente la convivencia.
De esa conclusión nacieron los códigos por los que determinadas conductas se consideraban delictivas y por lo tanto punibles.
Desde el Derecho romano hasta los Códigos actuales todos los tratados persiguen con sus planteamientos que el comportamiento humano se ciña a unas normas que permitan conjugar la aspiración personal y la vida en común. El conjunto social le dicta al individuo lo que es lícito y aquello que no lo es. Dentro de lo ilícito establece las penas que acarrea el saltarse la norma.
El espíritu que alentó al legislador es que a través de justos dictámenes el infractor resarciera a la victima de los daños que su acción ilegal había acarreado.  
La primera aplicación la encontramos en la controvertida Ley del talión (recogida en el Código de Hammurabi) por la cual, si un hecho provocaba  el quebranto de un ojo, el causante era condenado a la pérdida del mismo ojo. Pronto se dieron cuenta que quitar un ojo al delincuente no devolvía el globo acular a la víctima, la pena impuesta no resarcía del daño causado. Únicamente era castigo por acción dolosa.
Las legislaciones modernas han encontrado un sistema para restablecer, en la medida de lo posible, el perjuicio aplicando indemnizaciones. Al tiempo que instaura penas para castigar la infracción y disuadir a los trasgresores.
El sistema chirría imperfecciones por todos sus poros, pero de momento nuestras mentes privilegiadas no han encontrado nada mejor. Lo que si se han esmerado en buscar los caciques que gobiernan es la formula por la cual los delitos no alcancen sine die al trasgresor, no vaya a ser que el nacimiento culposo de determinadas fortunas pueda ser juzgado y acabe dando lugar a juzgar a algún magnate cuando se descubra el origen infame de la riqueza.
Con esta fórmula acaba de nacer la prescripción de los delitos, algo que nunca afecta a los raterillos, solo es aplicable a los Rato, Fabra, Botín, Corporaciones farmacéuticas y demás nobleza.
Utilizando una norma tan simple la Audiencia Provincial de Madrid ha anulado la sentencia por la que se había condenado a las farmacéuticas por los daños permanentes que  ocasionó el empleo de la Talidomida.
Nunca he llegado a entender muy bien lo de la prescripción delictiva. A ver si nos entendemos. Si se roba y en un determinado periodo de tiempo no se juzga ¿quiere esto decir que el robo no ha existido? ¿El dinero vuelve a aparecer en la caja?
No amiguitos, esto quiere decir que,  o el chorizo es muy listo, o tiene un compinche en el juzgado, el cual retrasa la resolución del expediente hasta que suena la campana y se acaba la acción de la justicia. El delito existe, lo que desaparece es el culpable. En realidad no desparece, se pasea tan campante por las calles porque la legislación se lo tolera.
¿Han recuperado las personas afectadas por el fármaco una vida sin mermas físicas? NO.
De repente a estas personas ¿Les han aparecido brazos y piernas nuevas? NO. Todo lo contrario; siguen con sus cuerpos castigados por la utilización de un medicamento mal diseñado y mal testado.
La farmacéutica alemana cometió un delito gravísimo contra la salud pública y la Audiencia Provincial de Madrid dice que las víctimas tenían que haber denunciado antes que ahora ya es tarde. ¿Han sido resarcidos del daño? NO. Se les ha culpado de falta de diligencia procesal.
No tenemos noticias de que  el colectivo Abogados Cristianos haya reaccionado ante tamaño desatino con la misma presteza que lo ha hecho para advertir/amedrantar al servicio de pediatría del CHUS (Complejo Hospitalario Universitario de Santiago)  sobre las actuaciones legales que llevará a cabo, en caso que los médicos atiendan al dictamen del comité de Bioética y la sugerencia judicial de dejar de alimentar artificialmente a Andrea, permitiendo a la niña abandonar apaciblemente el sufrimiento que le ha tocado vivir.  
Suponemos que Abogados Cristianos  estará a disposición de AVITE (Asociación de Víctimas de la Talidomida de España) para colaborar en la presentación del correspondiente recurso ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, aunque nos tememos que será mucho suponer. Lamentablemente la experiencia nos dice que las asociaciones que se apellidan cristianas acostumbran a posicionarse a favor de los más pudientes en defensa de intereses económicos que favorezcan a sus creencias.
El dolor de los padres, el sufrimiento de una niña sin esperanza y la caritativa ayuda que la ciencia puede aportar para paliar el padecimiento les importa un pimiento.

¡Si dios te dice que sufras, sufres que para eso es el que manda!

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