viernes, 13 de octubre de 2023

La hipocresía por bandera

 

No es nada nuevo, cuando las guerras no eran un espectáculo televisivo, es decir, cuando las guerras no eran patrocinadas por ningún anunciante publicitario, sino que eran la consecuencia de  los desencuentros entre los poderosos (las guerras siempre las declaran los pudientes), los muertos eran tan muertos como los actuales, sus pérdidas era tan sentida  como las presentes, las injusticias y reivindicaciones se gritaban en los mismos términos que hoy día,  en eso ¡Nada ha cambiado!

Carlos II “El Hechizado” murió sin descendencia y dejó el trono de España sin ocupante. Felipe de Anjou (después Felipe V) era el aspirante francés que su abuelo -el rey de Francia Luis XIV – quería en el trono de España. Para colocar a su nieto tuvo que ganar la guerra de sucesión a la corona española. Felipe necesitaba tropas para defender sus derechos dinásticos.  Tener tropas baratas para las confrontaciones bélicas en las que se embarcaban fue una de las necesidades implantadas por los Borbón. Así de fácil nació el reclutamiento a través de las quintas.

Para defender los derechos de la familia Borbón, una vez las quintas pasaron de moda, la realeza borbónica instauró las levas obligatorias.

Jóvenes hispánicos muriendo para defender los supuestos derechos de un francés. Ese fue el embrión del servicio militar obligatorio en España. Aunque no para todos, fue una época en la cual el servicio militar obligatorio no era tan obligatorio para los  que podían escabullirse.

La posibilidad igualitaria de servir a la patria acabó con el pacto del Majestic. El acuerdo representó la supresión del servicio militar obligatorio y lo firmaron Aznar (PP) y  Pujol (CiU). José María Aznar necesitaba hablar catalán en la intimidad para llegar a la Presidencia del Gobierno y negoció concesiones al corrupto independentismo nacionalista catalán ¡Qué cosas!

Desde 1996, con la llegada del PP al gobierno de la nación, la obligatoriedad de una prestación militar en defensa de la nación española se diluyó como un azucarillo. La posible desaparición  de “la mili” previamente generó una desordenada avalancha de insumisos.

La frase “objeta por la jeta” se extendió como reguero de pólvora, un servicio sin remuneración resultaba una pérdida de tiempo. Aznar, derecha patriótica, suprimió el servicio militar obligatorio en 1999. Abascal usó truquitos legales y se escaqueó. Nunca cumplió con la PATRIA, ni siquiera con esa que tanto le gusta llena de armas y militares. El cinismo patriota queda ampliamente expuesto.

El día de la “PATRIA”, se adorna con la recepción, los desfiles, la cabo paracaidista que porta la bandera por el cielo de Madrid, la legión con la cabra, los insultos al presidente de gobierno “filoetarra”, el pasamanos y los canticos patrioteros, hemos visto a la futura reina (esperemos que lo evite un advenimiento republicano) cantando a pleno pulmón “El novio de la muerte”.

Aunque no es nada nuevo, la prioridad por nacimiento es una opción indeseable e injusta. La absurda preponderancia de los padres no debería ser un salvoconducto para que los descendientes por listos/as o tontos/as que sean acaben siendo Jefes/as de Estado.

Mientras sus compañeros del curso superior pateaban el asfalto de la castellana, la novata vestida con uniforme de gala de dama cadete, no desfilaba porque carece de glamur pasar desapercibida en medio de una unidad castrense llena de alumnos vulgares.

Esa es la cuestión: individuos que alardean de patriotismo tales como Aznar, Abascal, Ayuso, Felpudo VI y  similares, envían a la guerra a pobres soldados imbuidos del patriotismo que les proporciona su salario.

Que decepción, resulta que los patriotas de boquilla no quisieron vestir el uniforme de la tropa, es más, lo evitaron  ¿Te acuerdas Abascal? Despreciaron el servicio a esa patria tan suya e inexistente porque no estaba remunerado y requería un esfuerzo que nunca tuvieron  ganas de realizar.

Para librarnos de esa tara no es suficiente con enviar a esos personajes al cubo de la basura, es imprescindible que la sufriente población sepa reaccionar en defensa de sus derechos ante los desmanes de los oligarcas.   

En todos los conflictos los muertos siempre son mayoritariamente de un estrato social; el de los pobres.

Librarse del servicio militar por cuota o sustitución, significaba pagar para que un cualquiera muriera. Alguien sucumbía en lugar del pagador, la muerte del sustituto regalaba la vida al rico ¿Puede haber una imagen más clara de los capitalistas opresores?

En realidad sí, en la actualidad, en un extremo del Mediterráneo existe una macro cárcel a cielo abierto donde aproximadamente 2 millones seiscientas mil personas viven en una ratonera. Situación silenciosamente  aceptada por la comunidad internacional.

Los gazatíes carecen de cualquier derecho básico, más de dos millones y medio viven de la condescendencia israelí y de la caridad internacional.

Seamos realistas, los palestinos únicamente existen cuando realizan un ataque desesperado para defender el aire que respiran. Y ni aún así lo consiguen. Sus actuaciones son calificadas de ataques terroristas. No son reconocidos como Estado, no poseen un ejército, no tienen derecho de defensa, no son una nación, no son nada.

En contraposición los ataques israelíes se denominan misiones militares, en esas acciones las víctimas civiles palestinas son encuadradas en la casilla de daños colaterales.

Las decenas de miles de palestinos masacrados periódicamente por resistirse a desaparecer deberían de ser motivo suficiente para condenar internacionalmente al Estado de Israel.

Por mucho que se pretenda ignorar la realidad, hacerlo únicamente conseguirá alargar la resolución de un problema que haremos heredar a nuestros descendientes. Principalmente porque los pueblos no quieren renunciar a su existencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario