miércoles, 18 de enero de 2023

Una fecha señalada

 

Las exequias que han tenido lugar en Atenas, tras el fallecimiento del depuesto rey Constantino de Grecia, fallecido hermano de la vejada reina Emérita Sofía, nos han ayudado a recapacitar acerca de la realista situación de la realeza real ¿Enrevesado verdad? Pues nada comparado con la realidad.

A una señal hecha por un responsable de protocolo de la Casa Real, el periodístico busto parlante tiraba reiteradamente del brazo de “El preparado”, igual que en Mallorca  alejaba a la heredera de su abuela. En esta ocasión el objetivo de la locutora consistía en evitar la foto del titular de la corona con el infiel Emérito. Una de las instantáneas que se consiguen plasma la abandonada soledad de Juan Carlos I. No importa, la historia perseguirá a la familia.

Curiosamente el día 17 de enero del año 1793 era considerado culpable de múltiples delitos contra la ciudadanía francesa y condenado a muerte el ciudadano Luis Capeto más conocido como Luis XVI.

Dicen los cronistas de derechas, tanto los antiguos como los de nuevo cuño, que fue condenado por un único voto de diferencia. Además de ser un dato poco preciso, tampoco importa mucho. Una vez puesto en marcha el proceso revolucionario, el destino de Luis XVI dejaba lugar a pocas dudas.

Una explosión de hambriento hartazgo popular decidió que ya estaba bien, se acabó que un gordo inútil celebrara fiestas moñas en el ampuloso Versalles y que su casquivana austriaca se hartara de marisco en Le Petit Trianon.

Es sobradamente conocido como acabó la cosa, las cabezas de los esposos ejemplares, sometidos a una afilada presión popular fueron separadas de sus regios cuerpos.

Francia alcanzó la ansiada igualdad, fraternidad y libertad para todos los ciudadanos - que no para las ciudadanas -  incluidos los pertenecientes a la familia de Luis Capeto.

La guillotina llegó para equiparar a los reos de muerte, se acabó eso de diferenciar a los nobles cortándoles la cabeza con el hacha, del populacho que - cuando era condenado a muerte - se le ahorcaba.

 Hicieron tabla rasa unificando los métodos de ajusticiar,  ¡Todos en la guillotina!

 La familia de Luis XVI  lo probó en sus propios cuellos.

Es comprensible la reacción de las realezas europeas al tener noticias del descabezamiento de la dinastía francesa ¿Qué iba a ser lo siguiente? ¡No se podía consentir! Pero tuvieron que hacerlo. Así que por conservar la cabeza, trataron de adaptar su manera de reinar a los nuevos tiempos.

Aunque no todos, los Borbón españoles, conocedores de la idiosincrasia peculiar hispánica decidieron buscar un general tras otro para que les solucionara los problemas.

Desde Espartero pasando por Narváez, Pavía o Serrano, un nutrido elenco de generales  decidió que España no era republicana por la gloria de dios.  Contumaces en el empeño han  conseguido que retornen los herederos de la corrupta huida Isabel II.

Vuelven pero no cambian ni mejoran, así el pornógrafo Alfonso XIII, cuando se percató que su cabeza pendía del mismo hilo que la de Luis XVI, encomendó a un general - Miguel Primo de Rivera -  cortar las alas reformadoras de los díscolos.

La jugada le sirvió durante un tiempo, al percibir que su obstinación en amargar la existencia de los españoles, podía conducirle a seguir los pasos de su antepasado francés, huyó como su abuela Isabel II. Él puso rumbo a Roma y aunque quiso hacerlo, nunca volvió.

El relevo del general Primo de Rivera lo cogió Franco, un golpista que sometió a España usando un monolítico catolicismo no exento de barbarie. Los cuarenta años de dictadura los remató el genocida imponiendo a un Borbón como Jefe del Estado.

Sin haber sido consultados los españoles mediante un referéndum con garantías democráticas, la familia del depuesto Alfonso XIII regresó al trono.

El día 17 de enero es una buena fecha para recordar. Si hay que perder la cabeza que todos estemos en igualdad de condiciones.

Sería deseable que antes del último adiós Juan Carlos I de España, el ciudadano Borbón, rinda cuentas de sus dudosos asuntos. Principalmente de los prescritos por una más que sospechosa y conveniente caducidad de fecha.

Así cerraremos el círculo con el final de la inviolabilidad estipulada y de la impunidad sobrevenida.

martes, 10 de enero de 2023

Haciendo la pascua

 Afortunadamente, ya han pasado dos de las fechas más significativas en cuanto a presencia del mejor preparado de los Borbón en las pantallas de televisión de nuestros hogares.

El  anacronismo constitucional que nos regala la presencia del marido de Letizia al frente de la Jefatura del Estado, es similar a la apertura de proceso judicial y sentencia ultra rápida de una acción delictiva que no se ha llevado a cabo. Listos que son los magistrados conservadores del Tribunal Constitucional, capaces de predecir el futuro.

Somos conscientes de que el laberinto descrito es muy enrevesado, pero no somos los autores. Los artistas urdidores de semejante dislate fueron varios.

En primer lugar los llamados padres de la patria que tras larguísimos debates llegaron a la misma conclusión que anunció Franco: todo queda atado y bien atado. Y pensaron: “La mierda mejor no removerla”.

Así, Adolfo Suarez, que fue Ministro Secretario General del Movimiento  en el Gobierno de Carlos Arias Navarro, se convierte - desde la FET y de la JONS, (el chiquillo sólo fue falangista desde 1958 a 1977) - en un profundo demócrata. 

Dicen las crónicas de la época y las actuales lo confirman, que al joven falangista le debemos la modélica Transición traída de la mano del “Campechano”.

Luego hemos descubierto (aunque Victoria Prego tratara de ocultarlo) que Suarez no era tan demócrata – hurtó al soberano pueblo español la posibilidad de establecer mediante referéndum la Jefatura de Estado, porque según reconoció Suarez, tapando el micrófono, habría ganado la República – y el rey Juan Carlos…, pues eso.  El emérito vive donde vive, hace lo que hace y se dedica a lo que se dedica.

No se debe ser más explicito porque hay un artículo en el código penal que te mete en la cárcel si llamas ladrón a quién roba valiéndose del Estado, si denominas borracho al que bebe dejando en evidencia al Estado o si calificas como crápula al individuo que fornica usando medios del Estado. Si el ladrón, el borracho y el crápula es un Borbón debes de tener en cuenta que es legalmente inimputable, inviolable e irresponsable.  Sobre todo irresponsable.

De esta manera tan simple los padres de la patria no deshicieron el nudo franquista y los hijos nos hemos dejado llevar por la molicie sin reparar en las consecuencias.

Así, en una Constitución que quiere consagrar la laicidad del Estado, nos damos de bruces con el reconocimiento que se hace a la Iglesia Católica como mayoritaria y le otorga prebendas especiales de colaboración y ayuda.

De igual forma que es poco laicista la broma de los acuerdos con el Vaticano. Cuestan más de 11.000  millones de euros a las  teóricamente “aconfesionales” arcas públicas.

Aducido por el misticismo de su compañera, el inefable Aznar, retomó y amplió una ley franquista para permitir el expolio de más de 100.000 inmuebles que los obispos se han  auto concedido en propiedad.

En una Constitución que consagra la igualdad de las personas, no pudiendo ser discriminadas por cuestión de nacimiento, sexo, religión… nos encontramos que para ser la máxima  autoridad del Estado tienes que nacer en una determinada familia ¿Eso nos retrotrae a la Edad Media?  Según la carcunda hispánica no. Para la derecha y ultra derecha lo mejor es un rey, por nefasto que sea. Aunque sea un Borbón.

El Borbón actual, titular de la Jefatura del Estado, ha desplegado en los últimos mensajes toda su elocuencia constitucional y resulta que es muy poca.

Como buen miembro de una familia poco preocupada por las personas, se ha saltado el mandato de neutralidad política que le concede la Carta Magna, para acabar solicitando que los presupuestos generales del estado contemplen una mayor inversión en defensa. Nos sobresalta una inocente pregunta ¿Por qué en defensa? ¿No le inquieta al monarca la precariedad de la sanidad? ¿Acaso la educación no merece que el Jefe del Estado muestre su preocupación?

Por lo visto en los mensajes reales la respuesta es no. Por lo que hemos  oído, Felipe VI opina que es  mejor tener contentos a los generales que a los médicos. A los profesores ya los controlan los obispos a través de la escuela concertada.

La industria armamentística española tiene enormes intereses en los mini reinos del Golfo y de todos es conocido qué presunto golfo se ha trasladado allí.