jueves, 25 de enero de 2024

La justicia que queremos y no tenemos

 

Corría en España el año 2008 cuando se iniciaba  la segunda legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero.  De repente el mundo avanzado se da cuenta de que los beneficios bancarios son una pompa de jabón que se puede desvanecer si los muertos de hambre - que los estafadores han conseguido abducir  con falsas promesas de prosperidad - deciden que el estado de bienestar les pertenece ¡Drama a la vista!

Los amos tampoco pusieron nada de su parte para arreglarlo, esos nunca ponen nada gratis, todo va con cuotas de devolución e intereses de demora.

Esos momentos, en los que una pareja de curritos podían vacacionar en el Caribe, en un resort con todo incluido, crispaba a los “pata negra”. Los descendientes del Cid no podían soportar la imagen del hijo del portero de su finca tomando mojitos y disfrutando de la vida ¡Dónde íbamos a llegar!

Solución: una buena crisis económica provocada por un sistema financiero de usura y cada cual a su lugar.

Comenzaron los despidos, el aumento del paro, los impagos de hipotecas, los desahucios, retornar a vivir de la pensión del abuelo. El  escandaloso crecimiento de oferta de mano de obra desplomó los salarios. Los parias “mileuristas” se convirtieron en privilegiados. Se pasó a ingresar entre los miembros de la pareja lo que antes ganaba uno. Las cosas tornaron a su normalidad.

Las vacas flacas llegaron con un nuevo mantra: ¡Inútiles, habéis vivido por encima de vuestras posibilidades! Decían hemos vivido, pero a los poderosos y a sus amiguitos no les afectaba. Usaban el “HEMOS” como tiempo verbal políticamente correcto. Era como decir: todos hemos sido malos, pero vosotros más que fijaros como estáis de jodidos por hacer caso al banco, al constructor, al notario y al gobierno de… “España va bien”, hipotecándoos de por vida para mayor gloria de nuestra cuenta de resultados.

En ese entorno nació el movimiento 15 M, hartos de ser carne de cañón los “vulgares” quisieron cambiar las cosas. Las acampadas y asambleas callejeras cuestionaban el sistema, el régimen, el bipartidismo y hasta la modélica transición ¿Adónde íbamos a llegar?

Si se repasan las hemerotecas descubriremos que insignes liberales (Esperanza Aguirre) llegaron a cuestionar la labor que habían realizado: “tal vez el capitalismo no ha sido capaz de dar respuesta a los problemas de la sociedad”. O eso es lo que se deduce de sus palabras cuando deliberaba sobre la utilidad de su ideología.

Refiriéndose a los acampados, la ínclita también utilizaba la expresión: “si quieren cambiar las cosas que se presenten a las elecciones”.

Y, hete aquí, hicieron caso a la escandalosa beneficiaria del “tamayazo”.

Un tipo con coleta, colaborador de programas de debate político, profesor universitario, con dos licenciaturas, un doctorado y posibilidad de expresarse en varios idiomas, decidió con otros afines, desafiar a un sistema podrido, heredero del perverso franquismo y con sus mismos defectos. Las élites, la banca y el clero seguían siendo intocables bajo el amparo de una monarquía tan corrupta como el régimen del que descendía.

El jefe supremo de las fuerzas armadas utilizaba la patética subordinación militar para blindar sus tejemanejes. Además de inviolable, inimputable e irresponsable era intachablemente corrupto,  infame en su comportamiento e indigno como Jefe de Estado.

Un Borbón sospechoso de trapacerías  era soportable, pero las gentes “como dios manda” no eran capaces de tolerar la afrenta de ver a un desarrapado podemita en el Gobierno. Comenzó a tejerse la trama para impedir un acuerdo PSOE/PODEMOS. Ahora bien, para llevar a cabo su obra necesitaban actores que representaran los papeles. Una policía llamada patriótica, unas cloacas del Estado corruptas, unos medios de comunicación propagadores de las falacias y principalmente los limpiadores del entramado: ¡Los jueces!

Nunca ha faltado un togado para auxiliar la necesidad de un amigo.

Hoy, lo que queda del proyecto de regeneración democrática nacido en las calles y plazas, ha presentado un recurso de amparo ante la desestimación del Tribunal Supremo de admitir la querella presentada contra unos jueces  por presunta persecución judicial.

El mismo juez que fue objeto de la famosa conversación entre Zaplana y González, cuando para librarse de imputaciones, refiriéndose a su compañero de partido, titular del   Ministerio de Justicia decían: “Le decimos a Catalá, tú tráeme al titular que ya me entenderé yo con él y el suplente a tomar por culo”.

Ese juez titular volvió a su juzgado a continuar con su labor abriendo causas contra Podemos que el mismo había cerrado. Las querellas que la formación política ha presentado contra él, no son admitidas por el Tribunal Supremo. Nada nuevo si tenemos en cuenta que quien preside la Sala del Supremo  que dictamina la procedencia o improcedencia de la admisión es  el juez Marchena. El mismo que tuvo que renunciar a presidir el CGPJ por la incontinencia verbal del portavoz del PP en el Senado (Ignacio Cosidó). En plena efervescencia  del caso Gürtel, el “bocazas” auguraba que con Marchena controlarían  la Sala Segunda del Supremo por la puerta de atrás.

Estamos deseando creer en el sistema judicial español, ni siquiera nos pasa lo que a Esteban González Pons que piensa que el Tribunal Constitucional es un cáncer para la democracia. Sobre todo cuando  no lo controla el PP. Nosotros pensamos que es posible un poder judicial limpio, justo e imparcial.

Dudamos mucho que sea posible con estos jueces, este sistema de nombramiento y acceso a la carrera judicial, esta derecha política - PSOE mediante - y esta jefatura del Estado.

Queremos encontrar motivos para confiar en la justicia pero lamentablemente no podemos