martes, 28 de abril de 2020

Así son las cosas


Para conseguir tumbar a un Gobierno legal y legítimamente constituido, se están llevando a cabo viscerales campañas de descredito desde una rastrera oposición. Diferentes ámbitos e instancias  ponen todas sus fuerzas en el empeño para la consecución de su anhelo: derrocar al llamado okupa Sánchez y al peligroso comunista Iglesias.
              “La conjunción del Ejecutivo Social Comunista creado por la confabulación de los enemigos de la Patria…, nos obliga a los españoles de bien a tomar decisiones que – a pesar del dolor que nos producen – ayuden a volver a la senda que España nunca debió abandonar”.
Cerrando los ojos incluso podríamos oír la vocecilla de la mismísima “Paca la culona”, el dictador monórquido  que asoló España durante cuatro décadas.
Esta alocución perfectamente podría atribuirse a cualquiera de los gallardos mariscales de campo que exhiben la banderita en la pulsera, en las mascarillas o tal vez bordada en la ropa interior.
Con la finalidad de justificar  las acciones que propugnan,  ponen encima del tablero político a las víctimas de la catástrofe. Exhibir muertos para tumbar gobiernos es una de las especialidades de la derecha patriótica.
Lo utilizaron con sus teorías de la conspiración, achacando la victoria de Zapatero a la realización de un terrible atentado que quisieron atribuir a la organización terrorista ETA. Las posteriores investigaciones, procesos judiciales y sentencias dejaron en evidencia la falsedad que esgrimieron ministros, políticos e informadores de la conjura.
No importa, a día de hoy 16 años después, sinvergüenzas siguen martilleando a la población disfrazados de periodistas, mediante periodicuchos convertidos en bodrios. Siguen usando  la cantinela de una conspiración para justificar que fueran desalojados del poder los cachorros de Aznar.
La situación que vivimos vuelve a animar a los fanáticos para enardecer los ánimos. Cada vez que los herederos del legado franquista se ven un poco apartados de los atributos del poder, orquestan una campaña para enrarecer el ambiente y lograr por otros caminos lo que la democracia les ha negado.
Si la sarta de memeces con que nos obsequian las viéramos en blanco y negro,  pusiéramos una voz aflautada de niño viejo que nunca crece y lo aderezáramos de ¡Vivas! y ¡Arribas! obtendríamos un perfecto gazpacho de idioteces dignas de cualquier desmembrado cerebral de la emergente extrema derecha actual.
Al rebelde le faltaba un huevo testicular y le sobraba “un huevo de psicopatía asesina”.
Los legatarios políticos del dictador han vuelto. Dejémonos de zarandajas, nunca se fueron, permanecían ocultos. En la actualidad no necesitan disfraces casi democráticos, ahora se atreven a desafiar abiertamente a las leyes, al Gobierno y a los tribunales. Ya están alentando un golpe de estado, tardarán muy poco en reclamar la intervención armada del uniformado salvapatrias de turno.
Una nueva andanada de reproches trata de inculcar entre el imaginario colectivo la culpabilidad del Gobierno en los trágicos resultados de la pandemia. Otra vez cadáveres  encima de la mesa.
De golpe y porrazo se ha propagado por contagio cerebral una excelsa formación epidemiológica nacional. En el más recóndito de los parajes emerge una eminencia capaz de dar solución científica a los estragos de la pandemia.
Las normas dictadas han tenido que ser radicales, en este país las recomendaciones no sirven de mucho, un alarmante porcentaje de autóctonos están incapacitados para entenderlas y menos para seguirlas.
Desde los grupos opositores tampoco han ayudado gran cosa. Los políticos con sus soflamas incendiarias, los empresarios dando patadas al Gobierno en el culo de los trabajadores y la jerarquía eclesiástica manipulando conciencias desde los púlpitos modernos instalados en televisiones, emisoras de radio y panfletos pastorales.
Las medidas preventivas no se adoptaron con anterioridad ni adecuadamente. Cierto, todas las personas que opinan así no dejan de decir una obviedad. El sistema sanitario público fue convenientemente desmantelado para dar negocio a los consorcios sanitarios privados.
Estas Corporaciones  sirvieron a los amos para recuperar los beneficios que habían perdido con la explosión de la burbuja inmobiliaria. Necesitaban otro cado de negocio y lo encontraron en la salud.
A partir de ese momento una España despojada de industria, sin recursos propios y dependiente de los proveedores extranjeros tuvo muy limitada su capacidad de reacción.
Y eso por muchas banderitas que ondeen y caceroladas que organicen no es culpa de un ejecutivo que lleva 100 días de Gobierno activo y 60 de ellos con una  pandemia globalizada.

2 comentarios:

  1. En mi humilde opinión y viendo los números, no creo que se pueda sacar pecho de la gestión realizada. Por el otro lado y sabiendo en la situación en la que nos encontramos, sería deseable tener una oposición crítica pero constructiva...
    Unos besos y salud que no falte

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  2. Totalmente de acuerdo con el argumento del artículo, es imposible que no hubiera errores y se hubiera podido hacer mejor si no se hubiera recortado

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