domingo, 21 de agosto de 2016

La fecha señalada

Me dicen mis incondicionales seguidores, pocos por otra parte, que en mis artículos se nota mucho cuando escribo desde las vísceras y cuando intento hacerlo razonadamente. También me dicen que prefieren la vehemencia visceral que la políticamente correcta racionalización de los hechos. En fin, un maremágnum de dudas, ¿Cómo hacerlo? ¿Me dejo llevar por los instintos o intento templar el temperamento?
Hoy es uno de esos días en los que dudo si escribir o irme a tomar el aperitivo, el intento de hacer lo primero me lleva a estar escribiendo estas líneas bastante carentes de sentido, pero ¿Tiene algo sentido?
La tercera autoridad del país, la presidenta triste del Congreso, se pliega a los mandatos de su jefe, el presidente disfuncional y marca la fecha de investidura para el día 30 de agosto.  Saltan las alarmas de los partidos opositores, la fecha les parece inapropiada porque en caso de fracaso de la investidura nos veremos abocados a unas terceras elecciones que tendrían lugar el 25 de diciembre. ¡Qué más les dará!
Las quejas tendrían que venir de otros lados creo yo. Del Monarca, por ejemplo, que va a tener muy complicado cumplir con la jornada de reflexión en su mensaje navideño, absteniéndose de hacer valoraciones políticas sobre la unidad de la patria,  la precariedad del empleo o el espíritu de colaboración que los súbditos debemos de mostrar en la entrañables fechas para impulsar el crecimiento de su finca.
Tampoco lo tendrán fácil los presidentes de comunidades autónomas para articular su discurso teniendo en cuenta que están en plena vorágine electoral y los mensajes se miraran con lupa de 100 aumentos.
¡Ah! Y ojo con las misas de gallo, las homilías tenderán al sectarismo en fecha tan señalada, la Junta Electoral puede verse desbordada por quejas de los partidos - tildados de endemoniados - cuando los sotanados hagan campaña desde los púlpitos.
¿Pero la oposición? ¿Qué le importa a esa recua de descreídos la fecha señalada? Si acaso serán los votantes de Mariano los que tengan un gran disgusto por tener que cumplir con su obligación de mantener en el momio a su líder tras haberse hinchado de comer turrón y trasnochar en la misa de bienvenida al recién nacido.
Los Obispos deberían afear la conducta de “su preferido” por entorpecer el cumplimiento de su tarea evangelizadora. No es igual celebrar el nacimiento del salvador tras una noche de feliz recogimiento, de familiar armonía, que celebrar el acontecimiento pensando dónde has dejado la papeleta que tienes que llevar al día siguiente. Por no hablar de los ocupantes de asilos y conventos que tendrán que hacer horas extras en tan señaladas fechas para asear a los seniles discapacitados con el propósito de que vayan a cumplir con el precepto ciudadano de votar al PP, ¡como dios manda!
Aunque seguramente, si la justicia no lo impide, habrán tenido tiempo suficiente para adoctrinar a sus masas en la ardua tarea de menospreciar cualquier tipo de progreso social que suponga un mínimo avance en los derechos igualitarios de la mujer y en el respeto a las expresiones de la sexualidad que cada cual profese.
Hace tiempo que están en una especie de carrera de relevos, deben de tener establecido un turno de estulticia para hacer manifestaciones en contra de los colectivos que intentan desprenderse de las cadenas de su ideología.
Cuando no es el Arzobispo de Alcalá de Henares, es el de Getafe y desde la reserva aparece Cañizares o el Obispo de Córdoba. Si uno padece homofobia grave, el siguiente la sufre en grado extremo ¿Serán secuelas irreversibles de su paso por el seminario? No sería descabellado pensarlo, demasiado tiempo hombres solos y vestidos con faldas. Algún día la sociología nos iluminará en la relación que existe entre los años de estudios teológicos para aprenderse un cuento y la inclinación a la pederastia que profesan  parte de los curas. Quizás de aquellos barros vengan estos lodos.
De todas formas si los mitrados parlanchines están tan preocupados por el poder de lo que llaman lobby gay han perdido una oportunidad de oro al no denunciar las prácticas llevadas a cabo en el Arzobispado de Zaragoza. Se tienen bastantes indicios de que - algunos de los miembros del clan homosexual colombiano - no necesitaban estar ordenados sacerdotes para ocupar puesto de titular de servicios religiosos. Únicamente tenían que ser complacientes con los deseos de su jefe y dejarse hacer.

En fin, después de recordar tanta basura creo que me voy a tomar un par de vinos para pasar el trago.

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