lunes, 29 de junio de 2015

¡Que desfachatez!

Si uno lee, oye o ve las críticas que ha suscitado la ocurrencia  del primer ministro griego, no cabe la menor duda que Tsipras se ha comportado como un ultra/radical peligroso. El anuncio de la convocatoria de un referéndum para consultar a su pueblo ha pillado desprevenidos a los interlocutores europeos.
Las negociaciones sobre la deuda han tomado un cariz inesperado. Acostumbrados como están a dictar normas y leyes a puerta cerrada, los “amos” no acaban de entender que se consulte a la población sobre asuntos que les van a afectar directamente. Es una pequeña muestra de su idea sobre la democracia.
Algo que debería resultar práctica habitual en países que se denominan democráticos provoca estupor y sobresaltos varios debido a lo insólito de la acción.
Las plumas y micrófonos están que echan humo. Se acercan a las tertulias y los platós de las diferentes televisiones voces que el status quo denomina como autorizadas: eminentes economistas, sociólogos, expertos politólogos y veteranos analistas aparecen en las pantallas - o a través de las ondas radiofónicas - para cuestionar la ocurrencia del griego.
Pocas, poquitas voces discrepantes con el dogma imperante y los pocos disidentes son acallados sistemáticamente de la forma más burda; con una táctica tan antigua como obscena: impiden la exposición de sus argumentos con un cacareo constante, de fondo se oye un ruido similar al croar de una charca de ranas. En definitiva si no se oye lo que dicen los discordantes la desavenencia no existe. Fácil y revestido con el adecuado baño de pluralidad informativa.
Cuando la práctica habitual es la política de hechos consumados, pues cualquier otra fórmula es fulminantemente desechada, los poseedores de la verdad absoluta tildan de extravagancia que se consulte a la población. Para ellos es mucho más democrático modificar la Constitución al calor de un cafelito, a puerta cerrada y llegando a acuerdos exprés con nocturnidad y alevosía. La modificación del 135 es una prueba fehaciente de su integridad democrática.
Consideran estos señores del “Todo lo sé” que la población no merece expresarse no vaya a ser que tomen una dirección opuesta a los intereses de los patronos.
Atendiendo a las hipótesis económicas la situación de Grecia es de difícil solución, si usamos los parámetros de una economía neoliberal de mercado resulta de todo punto imposible.
Con el estallido de la crisis se alzaron algunas voces que propugnaban un cambio en las formas de hacer política y de adecuar la economía a las exigencias del momento ¿Recuerdan? El propósito de enmienda duró un suspiro. Lo justo para descubrir la orgía de beneficios que podía generar la nueva situación.
Los promotores del endeudamiento descabellado no repararon en los riesgos de alimentar sistemas de endeudamiento que eran insostenibles ¿Riesgos? Ahora sabemos el motivo por el cual no se encendieron las alarmas ¡No existía riesgo! Solo negocio y además seguro.
Se embarcaron en operaciones crediticias de proporciones desmesuradas sin atender a los índices de solvencia. No evaluaron los informes financieros maquillados, no exigieron garantías, no estudiaron los vaivenes de mercado. Únicamente hicieron negocio. Los gobiernos de los países “PIGS” eran recibidos como expertos gestores aun cuando su gestión estuviera abocada a arruinar sus países ¡No importaba! El negocio debía continuar.
Primero se propaga el miedo al desastre que supondría la caída del sistema financiero, a continuación se inyecta dinero público en el sistema enfermo, después ese dinero llega a los países a través del sistema, los países abonan intereses por un dinero que previamente han puesto ¡Colosal!
Pero como son insaciables se dan cuenta que si los países (Grecia en este caso) finiquitan la deuda se acabó el chollo. Entonces se inventan unas condiciones leoninas para que los recursos del país solo den para el pago de los intereses, o sea de sus beneficios, de esta forma tan simple el negocio es eterno. Eternamente se pagará un canon crediticio que asegurará sus ingresos. Acaban de conquistar un país sin esas cosas tan molestas como las armas y los tiros. La guerra la han ganado sin necesidad de tener que romper nada. Tan sólo han jodido la vida de los griegos. A continuación los españoles, portugueses, italianos, irlandeses,… ¡ah! y que nadie olvide que los franceses y alemanes van detrás.
Sus cómplices gubernativos y los secuaces bancarios se pasean por el mundo adoctrinando acerca de las sublimes ventajas del sistema económico de libre mercado. Eso sí ¡De su mercado!

Hace falta ser descarado para preguntar a los griegos como quieren ser violados ¡Qué desfachatez!

No hay comentarios:

Publicar un comentario