lunes, 22 de junio de 2015

El embudo

Uno espera de las “mentes privilegiadas" que conforman el pensamiento de los ciudadanos algún atisbo de inteligencia aunque sólo sea para no caer en una profunda depresión. Empieza a ser una espera vana. Los hechos constatan que tal vez se trate de una estrategia de comportamiento para conseguir el objetivo que llevan siglos persiguiendo: Adormecer las mentes para controlar las vidas.
En este caso el opio que nos distribuyen son elaboradas teorías filosófico-sociales con las que pretenden justificar conductas que si no son ilegales resultan sospechosamente perversas.
En pocas ocasiones se presentan de frente y dan la cara para justificar maneras bochornosas, por lo general encomiendan al lameculos de turno que salga  a la palestra y haga el trabajo sucio para que “sus Eminencias” no se manchen en el fango de las cuestiones mundanas.
Tiempo ha nos deleitó el “Carcamundio”  Carlitos Herrera con una exhaustiva defensa de la inmatriculación de la Mezquita de Córdoba en base a unos razonamientos que, en su día aseveré, si los hubiera firmado un macaco de Borneo nos hubiera/hubiese costado trabajo alcanzar a ver la diferencia entre el simio bornéense y el autor de las lerdeces subvencionadas a través de la “X”.
Sí amiguitos, la tan manida “X”, que en la actualidad se publicita profusamente en las TV, emisoras de radio, periódicos,.. sirve para sostener los medios de comunicación de las mitras purpuradas desde los cuales nos pueden aleccionar con el cielo o acojonar con las siete plagas, según convenga. Con esa “X” contribuimos al bienestar de Monseñor Rouco y similares.
El ilustre y célibe gallego necesitaba acomodar un palacete con  habitáculos y cuartos de baño suficientes para, desde su senectud, seguir impartiendo su sagrado apostolado, ¡Coño ya! Gritó cual Fernando Arrabal en un ataque de “Milenarismo” - o algo así - nunca he llegado a entender bien la frase del admirado Fernando, ¡Quiero acondicionar adecuadamente mis aposentos, que “pa” eso está la X”!
Y escondidos en las sombras la caterva de reprimidos voluntarios tejen su red para que cualquier descoyuntado cerebral saque la cara por ellos y defienda los privilegios otorgados por F. Franco B. Personaje con la catadura moral por debajo de la de “Jack el Destripador” y los refrende un individuo como Aznar con un coeficiente intelectual inferior al de un calamar de la Manga del Mar Menor.
Aparece Hipólito Gómez de las Roces y nos obsequia un panfleto pseudo-jurista, haciendo un alarde de conocimientos leguleyos con el propósito de justificar una normativa conducente a esquilmar a los “putos “pueblerinos para favorecer al “Puto amo” es decir: Al Obispo.
En múltiples ocasiones  he sentido vergüenza por compartir el mismo espacio nacional que determinados individuos con los que la mala fortuna podría identificarme. No voy a poner ejemplos porque, probablemente, todos vosotros en alguna de las generalizaciones regaladas habréis dicho: “Yo no soy como ese ni de coña”. Pues con Hipólito me pasa lo mismo.
Un “Jurista” al que se le atribuye un altísimo nivel no alcanza a entender que la justicia se basa fundamentalmente en otorgar normas “JUSTAS” ¡Con la fácil que es!
En virtud de no aceptar sus teorías como una equivocación, tenemos que prevenirnos, ha comenzado con la Mezquita de Córdoba pero el siguiente paso será justificar la inmatriculación de la SEO Zaragozana, ¡al tiempo!
No quiero perder el tiempo en rebatir unos argumentos legales que tendrían poca validez hasta en una discusión de taberna. Únicamente unas pinceladas:
¿Derecho de conquista para atribuirse la propiedad? Me acaba de aclarar las privatizaciones que fervorosamente defiende, “Lo que es de todos, no es de nadie y me lo atribuyo para regalárselo a quién mejor me convenga”. Lamentablemente casi siempre es la Santa Madre Iglesia y para adecentarlo Hipólito se escuda en Fernando III llamado “El Santo” ¡Que regala lo que no le pertenece! Acudir al derecho de conquista es pretender otorgar legitimidad al uso de la fuerza. Ni siquiera George W. Bush se atrevió a tanto y disfrazó el uso de la fuerza en Irak bajo el supuesto manto de la defensa de los derechos humanos.
En el siglo XXI justificar una tropelía en base a un abuso de siglos atrás denota una bajeza intelectual de tal calibre que es difícil de calificar por muy ex - Presidente del Gobierno Autónomo Aragonés que se haya sido.
El embudo del “trágala” es de tal calado que resulta difícil su digestión. El uso de espacios públicos en mor de una actividad no otorga la propiedad, ni siquiera derechos. Motivos por los cuales desde posturas de integrismo religioso se ajustaron las leyes para consentir la apropiación de bienes comunales a través de las inmatriculaciones pues, si no se persigue la propiedad ¿por qué pasar por el trámite de la inmatriculación previa?
Las joyas arquitectónicas no necesitan otro dueño, quedan muy bien en manos de Patrimonio Nacional.
Además ¿Cuál es la razón para hacer fedatario público a un Obispo y no a cualquier otro profesional? Me malicio que la norma se dicta a favor de conceder privilegios sin tener  en cuenta los méritos. Vamos, un burdo intercambio de favores entre la clase política y la eclesiástica.
Me ronda la cabeza que su única aspiración es conseguir la pertenencia incontrolada de bienes y cosas, bienes y cosas que hemos construido entre todos a lo largo de la historia.  Sin olvidar que en la construcción hemos sido profusa y adecuadamente utilizados como mano de obra barata, en muchas ocasiones muy barata.

Ni generosidad, ni dios, ni creencias. ¡Es la pasta necios, es la pasta!

No hay comentarios:

Publicar un comentario