miércoles, 4 de febrero de 2015

Otra vez la Franquicia

Igual que molestos herpes reaparecen periódicamente en los medios de comunicación para mortificarnos con sus teorías de iluminados. Como si de una carrera de relevos se tratase, a los seguidores de la teoría de la creación, no les importa lo mas mínimo retorcer la verdad con tal de llegar a conclusiones que sustenten sus especulaciones. Tampoco se arredran ante la fragilidad de sus razonamientos (si se les puede llamar así). El caso es defender a la franquicia eclesiástica católica luchando con denuedo por los intereses de la curia.
Se van turnando en su machacona teoría de la pertenencia de determinados bienes a la modélica institución, no reparan en mientes con tal de otorgar, a la secta de la que son seguidores, títulos de propiedad conseguidos al amparo de una calamitosa ley aprobada durante el mandato de un calamitoso gobierno que actualizó y aumentó una disposición nacida durante el periodo en el que el Jefe del Estado entraba en las Catedrales bajo palio. ¿Buscaba el pequeño Josepoleón Aznarparte el mismo tratamiento de entrada catedralicia?
Hace tiempo que enarbolan con fervor la bandera de la justa propiedad de la Mezquita de Córdoba para la Iglesia Católica. La Mezquita tiene que pertenecer a la iglesia Católica por decreto, porque lo dicen y lo quieren ellos. No importa que sea un lugar de culto ni un espacio común, ellos necesitan su plena propiedad para hacer más fuertes sus derechos. No les basta con tener el usufructo, quieren el pleno dominio.
Por cansancio no voy a repetir los argumentos que esgrimen. Incomoda tener que repetir una y otra vez que lo que no tiene dueño registrado tiene un propietario legal: TODOS.
La puerta que abrió el caudillo Aznar con la ley hipotecaria da manga ancha a las innumerables inmatriculaciones de bienes comunes que está llevando a cabo la iglesia católica, otorga cobertura legal al expolio pero de ninguna forma concede legitimidad a su comportamiento. Obispos ejerciendo de fedatarios públicos por mor de una ley aprobada al dictado de la Conferencia Episcopal resulta, cuando menos, moralmente reprobable.
El caso de la Mezquita es probablemente el más llamativo pero desgraciadamente no es el único: Ermitas, huertos del cura, casas parroquiales, fincas…etc, levantados y construidos todos ellos con el sudor, cuando no la sangre de personas anónimas, son ahora atribuidos en propiedad a una institución que teóricamente hace gala de voto de pobreza.
¿Cuál es el motivo que impulsa está carrera de inmatriculaciones? Para los juglares de los derechos de la iglesia lo que impulsa la obtención de la propiedad es la defensa y mantenimiento del patrimonio. Falso de toda falsedad. Las propiedades eclesiásticas se mantienen a través del dinero y la aportación de todos. Bien directamente a través de presupuestos generales en el apartado Patrimonio Nacional, bien indirectamente mediante la asignación que percibe la Iglesia de esos presupuestos y que ella maneja a su antojo y capricho.
Si además, como en el caso de la Mezquita, el inmueble es declarado patrimonio de la humanidad, por lo tanto fuera del circuito especulativo ¿Dónde está la necesidad de registrarlo a nombre de la corporación?
Si fuéramos malpensados diríamos que unos bienes inmuebles valorados en cientos de millones conceden a su propietario una capacidad económica de primer orden. Sin necesidad de venta.
El “totu revolutum” con el que argumentan no nos va a confundir. Que la Junta de Andalucía es un gobierno de torpes e incapaces no nos va a distraer, que el paro en Andalucía tenga números dramáticos no nos va a engañar; en parte es atribuible a la virgen del Rocío que no hace bien su trabajo (según la ministra del paro Fátima Bañez), que esté abierto a todas las personas entra dentro de la lógica empresarial; a mas visitantes más ingresos para su caja y que otras iglesias, ancladas en el Medioevo, tengan actuaciones criticables no otorga derecho de pernada a la franquicia católica cuyo comportamiento dista mucho de ser ejemplar. No creo necesario recordar pederastias, abusos, oposiciones a la investigación científica y a los derechos de las mujeres, o más recientemente el ofrecimiento de puñetazos de macarra de Francisco I.
Al igual que el palacio de la Zarzuela no es de propiedad de los Borbones, por mucho que lo utilicen, ni a nadie se le ocurre registrar a su nombre una parte del Patrimonio Nacional como el acueducto de Segovia (no tiene dueño aplicando su teoría), hay bienes que por su propio nacimiento, finalidad y esencia deben ser del dominio común. Para entendernos “De Todos”.



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