Hasta
no hace mucho tiempo el día 18 de Julio se celebraba la efemérides del “Glorioso
Alzamiento Nacional” y el inicio de la
Guerra de España de 1936. En estas fechas tenía lugar una macro fiesta en
Madrid con la finalidad de exhibir las
habilidades de los jóvenes españoles reciclados en marionetas. Coros, desfiles
y acompañamientos musicales con los
acordes del Cara al Sol y otros himnos fascistas, las Montañas estaban nevadas
y las banderas hondeaban al viento.
Hoy
encontramos en las redes sociales y en los medios de comunicación múltiples
interpretaciones de los lamentables sucesos que sumieron a la sociedad
hispánica en una tenebrosa oscuridad durante
cuarenta años y a día de hoy todavía no hemos sido capaces de encender la luz.
Las bombillas siguen fundidas y los creadores de opinión no tienen el menor
interés en darle al interruptor de la verdad.
Se
analizan culpas, motivos, situaciones y consecuencias de las guerras con la
finalidad explicar las guerras y adrede se obvian los orígenes de las mismas.
Se equiparan las culpas de los dos bandos ¡Como si hubiera habido dos bandos!
Tan solo hubo la imposición de una forma de vida de los caciques contra la
aspiración de libertad social de un pueblo. Intereses contra aspiraciones y ganaron
los intereses.
He
leído comentarios y análisis de personas de todo tipo y condición,
sensiblemente afines a cualquiera de las supuestas ideologías y me he sentido
profundamente decepcionado, esperaba que la separación de años permitiera un
análisis más certero o cuando menos con mayor carga de objetividad social, pero no.
Por
unos parlanchines apesebrados se sigue hablando de Cruzada Nacional, necesidad
de reconducción ante el caos republicano
¿Qué caos? ¿Pretender sacar a España
del siglo X y colocarla en el XX
conducía al caos?
Poco
favor se hará a las generaciones futuras si el análisis que somos capaces de
hacer acaba en las consecuencias y no empieza por los motivo de los promotores
del desastre armado prolongado artificialmente durante tres años para conseguir
el exterminio del bando rival.
La
guerra de España de 1936 es una prueba
de la canalla condición humana, los intereses bastardos de unos
explotadores chocan con la aspiración generalizada de alcanzar una vida mejor.
La
Banca no cede en sus beneficios, los caciques de los pueblos quieren mantener
sus prebendas y la Iglesia Católica Española defiende con uñas y dientes sus
privilegios. Con estos componentes nunca
falta un idiota con estrellas de general que haga el trabajo sucio. Ya tenemos
los ingredientes adecuados para preparar una ensalada casi perfecta. “La
defensa de los valores patrios” o chorradas por el estilo, la traducción a
Román paladino es: Nosotros (unos pocos) vivimos muy bien con esta organización
social, vosotros (pueblo inmundo) viviréis como nosotros os dejemos. Y si hace
falta que sembremos las calles de muertos para defender nuestros Bancos,
cortijos y las iglesias lo haremos ¡faltaría más!
En
el otro extremo unos cuantos ingenuos piensan que se puede modernizar una
sociedad medieval solo a base de leyes.
Se
olvidan de un dato fundamental; los ejércitos de este lugar siempre han sido
fuerzas opresoras al servicio de los dueños y nunca han estado en auxilio de
los ciudadanos. Resultado: para proteger la bolsa de los obispos y banqueros
exterminan a los disidentes, en medio el pueblo llano que recibe las hostias
sin saber muy bien de donde le vienen. Las guerras las ganan los fuertes no los
que tienen la razón.
Ochenta
años después seguimos viendo como unos cafres sin pizca de cerebro alardean de su
adhesión a un delito y las respuestas son tibias protestas de los herederos de aquellos
represaliados. Los socialistas elegidos
con la vana esperanza de que acometieran la justa reparación, nunca han encontrado el momento adecuado para
ilegalizar la exaltación del genocidio franquista.
Veintitantos
años de gobierno del PSOE deberían haber servido para rectificar una transición
vigilada. Instaurados en el poder han tenido oportunidad de otorgar al país un
camino de justicia social que reparase 40 años de tropelías de los
masacradores. Tendrían que haber querido restituir la justicia eliminando de
raíz la ley de amnistía política bajo la cual se escondieron asesinos.
Una
vez juzgada su trayectoria Franco tendría que haber sido declarado delincuente
por delitos de lesa humanidad y prohibidas cualquier muestra de exaltación de
su infame figura. Tendría que haber sido juzgado y condenado, aunque hubiera
sido post morten, por traidor, sedicioso, rebelde, perjuro, asesino
y genocida.
Pero
no, los herederos del victorioso régimen franquista impusieron como Jefe de
Estado al señalado por el dedo del tirano y acogidos por la sombra fascista del
reconvertido Fraga Iribarne, fabricaron los mecanismos para seguir gobernando este lastimoso país
simulacro de estado y parodia de nación avanzada. Un rápido repaso a los
apellidos de los cuadros dirigentes del
PP (Rajoy, Aznar, Gallardón, Kindelan, Fernández, Oreja, Mayor Oreja, Cabanillas, Tejerina, Cañete…) nos explicará la contumaz resistencia de la
derecha española para condenar la infamia del 18 de julio.
¡Perro
nunca come carne de perro si no es por
necesidad!
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