sábado, 23 de mayo de 2015

Errores de Bulto II

Tengo que reconocer que me ha emocionado recibir una buena cantidad de opiniones diversas sobre el escrito “Errores de bulto”, no esperaba levantar tanta polémica. Me sorprende y al mismo tiempo me gratifica comprobar que las personas estamos ávidas por encontrar respuestas que nos ayuden a esclarecer y configurar nuestro pensamiento. Dicho lo cual, matizo que esto no es una segunda parte sino una continuación.
Entre las críticas, observaciones, opiniones y apuntes hay de todo: favorables con matices, desfavorables sin anestesia, contrarias descarnadas y afortunadamente favorables sin condiciones. Todas ellas tienen un denominador común, se hacen desde el máximo respeto a los discrepantes y con una corrección exquisita como no podía ser de otra forma entre personas de arraigado talante democrático y fecundo espíritu colaborador.
Ahora bien, en buena parte de las opiniones recibidas observo una palmaria resistencia a admitir que haya sido un error no presentar la marca Podemos a las elecciones municipales. Algo completamente lícito y por supuesto entendible, más aún si está tan bien argumentado como lo ha sido por algunos de mis detractores. Entre los argumentos aportados se esgrime la dificultad de controlar la irrupción de arribistas en las candidaturas. A mí me cuesta trabajo admitir esta tesis. Sigo pensando que ese es un riesgo que van a tener siempre latente y que serán los instrumentos de control del Partido los que sean capaces de depurarlos pues, como en todas las áreas de la vida, la seguridad absoluta es una quimera inalcanzable. Ya que alguna vez se tiene que dar el primer paso, esta hubiera sido una ocasión tan buena como cualquier otra para darlo.
Dicho esto, voy a centrarme en un aspecto que mis buenos amigos me han hecho observar y espero haberlo captado bien.
Una corriente con muchos adeptos es la que propugna una fuerte operación aglutinadora de las fuerzas de izquierdas que hiciera posible la concentración de voto en una candidatura. De esta forma, se eliminaría la tan temida atomización del voto y por lo tanto las posibilidades de éxito serian mayores. Encontramos varios  ejemplos de esta confluencia en las opciones articuladas para los Ayuntamientos de Madrid, Zaragoza, Barcelona,…y otras grandes capitales.
Es decir se renuncia a la marca propia en aras de una unión estratégica que tenga mayor calado y recorrido. Parece un alarde de generosidad, y así lo veo, en los municipios en los que se alcanzan amplios acuerdos de colaboración.
En cambio en aquellos otros en los que la unión no ha sido posible, la generosidad se convierte en torpeza al no utilizar la marca que define una opción política que resulta conocida y por ende satisface las demandas de las personas. Se ha provocado gratuitamente una ceremonia de la confusión al tener que explicar al votante que tal o cual opción es Podemos aunque no se llame Podemos. Muy difícil la empresa con los escasos medios con los que cuentan los círculos locales. No tienen una candidata como Manuela Carmena o Ada Colau que aglutinan la atención de los medios de comunicación.
En definitiva, esto quiere decir que Podemos concurre a la municipales en algunas ciudades, pero siempre que sea en confluencia con otras formaciones y con un nombre ideado para esa finalidad. Si no hay acuerdo con otras fuerzas y no existe confluencia ¿Qué hacemos? Pues nada, los votantes de Podemos de la localidad son castigados a no tener opción municipalista. Bueno sí, tienen una opción que es alumbrar deprisa y corriendo una agrupación de electores, o un partido instrumental, buscar denominación y comenzar a explicar que Podemos no se presenta pero que son “Ahora Alcañiz” o algo por el estilo.
Lamento seguir sin entender el porqué de dificultar a las personas que hagan uso de su intención de votar a una formación que lo primero que les ha proporcionado es ilusión por un cambio en las  formas de hacer y entender la política. No alcanzo a ver los problemas que existe para trasladar ese cambio a los municipios.
Con su estricto reglamentarismo, de momento han conseguido que algún secretario general de círculos locales duerma abrazado al reglamento y aplique la doctrina como el párroco de una iglesia. El pecado es pecado que lo dice el catecismo (en este caso el reglamento o los estatutos o como se llame). Ya tenemos a las normas por encima de las personas. Esto ya lo conocíamos.
Los dirigentes de Podemos pueden pecar de inexpertos en tareas de gobierno pues nunca lo han ejercido, pero no son bisoños en artes políticas. En esos menesteres tienen una amplísima experiencia.
Paradójicamente, una vez votado y escrutados los resultados, los analistas políticos van a atribuir a Podemos su cuota de éxito o de  fracaso a nivel nacional, a pesar de no haber concurrido a las elecciones municipales.
Como norma de buen político el día 24  cuando aparezca el portavoz del Partido a evaluar los resultados comenzará dando las gracias por los votos recibidos y se verá obligado a felicitar a  los votantes que consiguieron adivinar quién les representaba en aquellas ciudades en las que Podemos no comparecía.
Cuando el día 25 de mayo se analicen los resultados de las elecciones y a Podemos se le atribuyan “x cientos” concejales supongo que el Consejo Nacional se mantendrá en sus trece y dirá que no son concejales de Podemos que son “apátridas”.
Temían a los paracaidistas que podían desembarcar en sus listas únicamente por afán personal y al no querer correr riesgos para descubrirlos, cuando quieran hacerlo, van a poder formar batallones de estafadores.
Ahora podrán comprobar que cuando un gusano, con las hebras del Reglamento, teje y se encierra en un capullo (secretaría general local por ejemplo, por pequeña que esta sea), en lugar de transformarse en crisálida cuando se abre el capullo suele salir una culebra.

En lugar de eliminar las malas hierbas dejándolas crecer para poder desbrozarlas con cautela se ha escogido la alternativa de dejarlas secar y quemar los rastrojos. Ya sabemos que estas quemas descontroladas pueden desembocar en incendios de proporciones considerables. El tiempo dirá.

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