sábado, 18 de agosto de 2018

¿De qué nos extrañamos?


Desde Marruecos hemos tenido  conocimiento de una estremecedora noticia. La prensa nos informa de una campaña para instar a los hombres marroquíes  a actuar como tales. El slogan utilizado no deja lugar a dudas: “Si eres un hombre, tapa a tus mujeres”.
Según estos  defensores de las esencias masculinas ser un hombre quiere decir subyugar y someter a las mujeres.
Utilizan para tal fin diversas técnicas: en primer lugar las catalogan como una propiedad, después tratan de hacerlas  invisibles ocultándolas tras capas de tejido textil.
Con esta manera de pensar podríamos concluir que cuanta más tela cubra el cuerpo femenino los varones se sentirán más orgullosamente viriles.
Claro que no necesitamos cruzar nuestras fronteras para coleccionar un buen número de especímenes que viven en cuevas parecidas o en copas de árboles similares.
Son los garrulos “machotones” que jalean y justifican a unos violadores.
Entre ellos habitan magistrados que no aprecian violencia ni intimidación en actos en los que cinco mamarrachos rodean a una joven en el  reducido espacio de un portal para abusar repetidamente de ella. 
Alguno de esos  jueces incluso  es capaz de pensar que semejante situación pudo ser placentera para la mujer. Habrá que preguntarse… ¿Qué desayuna ese juez?
Quién no podía faltar en el esperpento es el típico abogado defensor que basa su  estrategia procesal en denostar la reputación de la víctima. Pretende demostrar que la joven no fue violada porque tras el suceso siguió con su vida en lugar de morirse de amargura. 
Como guinda del pastel tenemos a una prensa que nos muestra a los indeseables delincuentes como si fueran pujantes estrellitas de la actualidad disfrutando durante sus merecidas vacaciones estivales.
Todos nos quejamos pero nadie apaga la tele. Los programas son basura pero las empresas se siguen anunciando y pagando la publicidad,  entonces… ¿Qué nos produce tanto asombro?    
Estas son las cosas que debemos esperar de sociedades  regidas por monarquías caducas. Un ejemplo es la española encarnada por el sucesor de un rey que fue nombrado por un cruel dictador responsable de miles de asesinatos. Ni el sátrapa ni el rey van a ser nunca juzgados. Uno por imposibilidad legal y el otro porque no tenemos vergüenza.
Pero la escandalosa situación de las mujeres fustigadas por la intransigencia religiosa no acaba aquí.
En  Argentina  ha sido rechazada una ley para  regular la interrupción del embarazo.
En una apretada votación de 38 a 31 el Senado ha decidido que las mujeres argentinas sigan arriesgando sus vidas en abortos clandestinos practicados sin ninguna garantía sanitaria.
Naturalmente serán las mujeres pertenecientes a familias humildes y carentes de recursos. En cambio las familiares de los que han votado en contra  saldrán de vacaciones a un país cercano y después de ir a misa abortarán con todas las medidas de protección en alguna de las lujosas clínicas privadas que pueden pagarse.
No hace tanto las mujeres de nuestro país vivían una situación similar, atrapadas en los mismos grupos.
Mientras las pertenecientes a familias humildes fallecían desangradas en cualquier cuartucho donde eran manipuladas con una percha, las hijas cristianas de la rancia derecha española abortaban atendidas por doctores durante sus frecuentes  excursiones a Londres.
Teniendo en cuenta que el argentino jesuita Bergoglio - en su día estrecho colaborador de la sangrienta dictadura militar argentina - es el  actual Papa cabe preguntarse: ¿Asombra a alguien el rechazo de  la  ley por parte de un Senado convenientemente adoctrinado?
Según informan los corresponsales, nuestros carcas autóctonos  han colaborado decisivamente en el resultado de las votaciones.
Grupos radicales españoles dotados de notable integrismo religioso - Hazte oír, Foro de la familia  y afines - han llevado a cabo las mismas campañas que otrora hicieron en España y  con idénticos fines: retroceder sustancialmente en los derechos de la mujer.
Estas organizaciones siempre han contado con el  apoyo monetario de la vehemente Iglesia Católica Española que a su vez es sostenida mediante los Presupuestos Generales del Estado.  
Por si fuera poco, algunos de estos rebaños ultra están considerados de interés general y por ese motivo disfrutan de esplendidas subvenciones estatales que también pagamos entre todos.
Todo es consecuencia del viejo y patriarcal catolicismo hispánico que permanece cara al sol en su papel de salvaguarda del integrismo carpetovetónico. Es la rebuscada fórmula para que estos fundamentalistas religiosos no tengan reparos  en pisotear los derechos de las mujeres con tal de seguir  sosteniendo su posición de dominio social.

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