miércoles, 27 de septiembre de 2017

Sin caretas

Se van quitando los disfraces, conforme se acerca el día 1 de Octubre vamos descubriendo los rasgos que ocultan las máscaras que llevan puestas.
¿Qué encierran los gritos de “A por ellos, oé”? ¿Quiénes son ellos? Y a por ellos ¿Para hacerles qué? Las respuestas son tan escabrosas que la mayor parte de la población quiere seguir desconociéndolas.
Los animadores se envuelven en una bandera rojigualda - normalmente adornada con un toro o un pajarraco - para proclamar su amor a la patria. Vociferan ¡Cataluña es España!  al mismo tiempo que promueven una campaña de boicot a los productos catalanes para enseñar a esos “polacos” como se las gasta un buen español. No les importa perjudicarles ni empobrecerles para conseguir sojuzgarles. No les quieren iguales, les desean rendidamente sometidos. 
El proceso catalanista habrá tenido y tendrá defensores y detractores, los unos argumentarán la aspiración legítima a la autodeterminación de los pueblos, los otros contrapondrán un orden Constitucional de dudosa validez ante el deseo de un pueblo.
Ahora bien, estos acontecimientos han servido para poner blanco sobre negro la endeblez de la democracia española. Con una inusitada facilidad han reaparecido los fantoches del pasado cantando el cara al sol y poniéndose la camisa nueva.
Se han negado los debates, la discusión y el dialogo porque España es UNA ¡Coño ya! Y ¡Punto en boca!
Mariano Rajoy, portador de innumerables complejos de la infancia, reacciona como los amantes despechados, dejando que se enquiste un problema de sencilla solución  hasta llegar a convertirlo en el remedo del 23 F.
El Emérito se convirtió en “el salva democracias” con su intervención televisada para poner el final a la asonada de Tejero y Cia.  De las componendas entre bambalinas podría hablar “Isidoro” porque quién no lo va a hacer es el actual Felipe González cobarde y acomodado.
“El Preparado” va a ser adecuadamente revitalizado por su templanza y mesura en el tratamiento a la coyuntura separatista. Al tiempo.
La radicalización ha florecido como las flechas de su haz. Las loas y vítores a las unidades policiales enviadas en misión de ocupación a Cataluña han dejado claro cuál es el pensamiento de parte de la población española ante la pretensión catalana.
El Ministro de Interior ha manifestado que se investigará como se han producido los hechos para que no se vuelvan a repetir. No se van a repetir, no hay mas fuerzas policiales que enviar a Cataluña. Ya están todas allí, aposentadas en cruceros esperando entrar en acción. Piolín tenía vergüenza y han tenido que taparle para que no vea lo que están haciendo.
Y mientras  las Unidades policiales de Antidisturbios veranean en el puerto Barcelonés a bordo de un crucero y los Grupos Rurales de Seguridad de la Guardia Civil vigilan a los Mossos;  en el resto del suelo patrio no quedan efectivos suficientes para garantizar el ejercicio de las libertades emanadas del mandamiento Constitucional.
Las prioridades son las que son, seguramente argüirá el responsable de los cuerpos y fuerzas de seguridad en Zaragoza ante la escasez de medios y efectivos para proteger el derecho de alcaldes, diputados, senadores y políticos varios reunidos en Zaragoza para debatir posibles soluciones al conflicto. Alentados desde el PP local los participantes en la asamblea fueron acosados por unos pocos centenares de energúmenos viéndose obligados a permanecer encerrados o a salir a hurtadillas por puertas traseras so pena de ser agredidos como le sucedió a la presidenta de Las Cortes de Aragón.
Si los efectivos eran escasos ocurrió una falta de previsión del responsable: el Delegado del Gobierno, Gustavo Alcalde que posteriormente comete la desfachatez de equipararlo con un escrache. Hay que recordar que eso lo dice un individuo varias veces corregido por el Tribunal Superior de Justicia de Aragón por vulnerar derechos fundamentales.
Esto con ser preocupante es anecdótico, lo verdaderamente alarmante es la total falta de disponibilidad de la fuerza desplegada para solucionar el conflicto. Ante una actitud agresiva y violenta de los acosadores no hubo el menor atisbo de reacción, ni un casco protector, ningún escudo, ninguna señal de posible represión a la violencia ultra derechista, raro ¿No?
Hemos asistido tantas veces a palizas policiales a transeúntes que pasaban por allí que nos extraña la pasividad mostrada ante los violentos.

Esperemos que no sean por coincidencias ideológicas. El pensamiento político de Gustavo Alcalde es sobradamente  conocido, que también coincidan los mandos de la FOP resulta altamente  preocupante.

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