Igual
que molestos herpes reaparecen periódicamente en los medios de comunicación para
mortificarnos con sus teorías de iluminados. Como si de una carrera de relevos
se tratase, a los seguidores de la teoría de la creación, no les importa lo mas
mínimo retorcer la verdad con tal de llegar a conclusiones que sustenten sus especulaciones.
Tampoco se arredran ante la fragilidad de sus razonamientos (si se les puede
llamar así). El caso es defender a la franquicia eclesiástica católica luchando
con denuedo por los intereses de la curia.
Se
van turnando en su machacona teoría de la pertenencia de determinados bienes a
la modélica institución, no reparan en mientes con tal de otorgar, a la secta
de la que son seguidores, títulos de propiedad conseguidos al amparo de una
calamitosa ley aprobada durante el mandato de un calamitoso gobierno que
actualizó y aumentó una disposición nacida durante el periodo en el que el Jefe
del Estado entraba en las Catedrales bajo palio. ¿Buscaba el pequeño Josepoleón
Aznarparte el mismo tratamiento de entrada catedralicia?
Hace
tiempo que enarbolan con fervor la bandera de la justa propiedad de la Mezquita
de Córdoba para la Iglesia Católica. La Mezquita tiene que pertenecer a la
iglesia Católica por decreto, porque lo dicen y lo quieren ellos. No importa
que sea un lugar de culto ni un espacio común, ellos necesitan su plena
propiedad para hacer más fuertes sus derechos. No les basta con tener el
usufructo, quieren el pleno dominio.
Por
cansancio no voy a repetir los argumentos que esgrimen. Incomoda tener que repetir
una y otra vez que lo que no tiene dueño registrado tiene un propietario legal:
TODOS.
La
puerta que abrió el caudillo Aznar con la ley hipotecaria da manga ancha a las
innumerables inmatriculaciones de bienes comunes que está llevando a cabo la
iglesia católica, otorga cobertura legal al expolio pero de ninguna forma
concede legitimidad a su comportamiento. Obispos ejerciendo de fedatarios
públicos por mor de una ley aprobada al dictado de la Conferencia Episcopal
resulta, cuando menos, moralmente reprobable.
El
caso de la Mezquita es probablemente el más llamativo pero desgraciadamente no
es el único: Ermitas, huertos del cura, casas parroquiales, fincas…etc,
levantados y construidos todos ellos con el sudor, cuando no la sangre de
personas anónimas, son ahora atribuidos en propiedad a una institución que
teóricamente hace gala de voto de pobreza.
¿Cuál
es el motivo que impulsa está carrera de inmatriculaciones? Para los juglares
de los derechos de la iglesia lo que impulsa la obtención de la propiedad es la
defensa y mantenimiento del patrimonio. Falso de toda falsedad. Las propiedades
eclesiásticas se mantienen a través del dinero y la aportación de todos. Bien
directamente a través de presupuestos generales en el apartado Patrimonio
Nacional, bien indirectamente mediante la asignación que percibe la Iglesia de
esos presupuestos y que ella maneja a su antojo y capricho.
Si
además, como en el caso de la Mezquita, el inmueble es declarado patrimonio de
la humanidad, por lo tanto fuera del circuito especulativo ¿Dónde está la
necesidad de registrarlo a nombre de la corporación?
Si
fuéramos malpensados diríamos que unos bienes inmuebles valorados en cientos de
millones conceden a su propietario una capacidad económica de primer orden. Sin
necesidad de venta.
El
“totu revolutum” con el que argumentan no nos va a confundir. Que la Junta de
Andalucía es un gobierno de torpes e incapaces no nos va a distraer, que el
paro en Andalucía tenga números dramáticos no nos va a engañar; en parte es
atribuible a la virgen del Rocío que no hace bien su trabajo (según la ministra
del paro Fátima Bañez), que esté abierto a todas las personas entra dentro de
la lógica empresarial; a mas visitantes más ingresos para su caja y que otras
iglesias, ancladas en el Medioevo, tengan actuaciones criticables no otorga derecho
de pernada a la franquicia católica cuyo comportamiento dista mucho de ser
ejemplar. No creo necesario recordar pederastias, abusos, oposiciones a la
investigación científica y a los derechos de las mujeres, o más recientemente
el ofrecimiento de puñetazos de macarra de Francisco I.
Al
igual que el palacio de la Zarzuela no es de propiedad de los Borbones, por
mucho que lo utilicen, ni a nadie se le ocurre registrar a su nombre una parte
del Patrimonio Nacional como el acueducto de Segovia (no tiene dueño aplicando
su teoría), hay bienes que por su propio nacimiento, finalidad y esencia deben
ser del dominio común. Para entendernos “De Todos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario