Cuando Mariano Rajoy perdió la Presidencia de Gobierno mediante la moción de censura presentada por Pedro Sánchez, al espectro parlamentario que ocupaba la derecha le resultó imposible digerir que se acababa tan abruptamente su ciclo de gobierno.
Comenzó la siembra de la cizaña. Al igual que el Gobierno de Zapatero, el de Pedro Sánchez es perseguido con el estigma de ilegítimo ¿Motivo o razón? No ser un Gobierno del Partido Popular.
Una de las imágenes más repetidas y comentadas fue la del bolso de Soraya Sáenz de Santamaría en el escaño del hasta ese momento Presidente del Gobierno. Rajoy reducido a irrelevancia absoluta. Fue una situación premonitoria de quién iba a ser su sucesor.
M. Rajoy se despidió con su habitual formato de ejercer política: la completa inacción. Las cosas seguirían su curso y a su debido tiempo los actores implicados encontrarían una solución más o menos adecuada. Su legendaria habilidad para estarse quieto iba a quedar nuevamente contrastada.
Soraya y Dolores, Dolores y Soraya prepararon sus huestes para la batalla. Alberto Núñez Feijoó (El deseado), sabedor que - con tres contendientes resultaba muy difícil ganar en primera vuelta - se borró de la lucha. Alguien más se percató de ese detalle y sibilinamente susurró la idea en los ambiciosos oídos de Pablo Casado.
Con Pablo en liza, a pocos apoyos que concitara en la primera votación no se llegaría a resultado concluyente. Sería necesaria una segunda vuelta. El papel que tenía que desempeñar era muy sencillo, dejar que la Vicepresidenta y la Secretaria General se despellejaran y de ese modo lograría su codicia personal.
En esas circunstancias sus posibilidades se disparaban exponencialmente, a sus pocos apoyos se sumarian los de la aspirante que hubiera perdido. De forma incondicional Dolores de Cospedal se sumó a las filas de Pablo para evitar la victoria de su archirrival.
María Dolores no tuvo reparos para dejar la organización en manos de un individuo sin experiencia, sin bagaje, sin conocimientos, y sin carácter. Pero sobre todo – y en esto hay que acudir a una frase del hombrecillo insufrible – Casado es un personaje que quería llegar a la Moncloa sin saber para qué.
Este punto daría para publicar un tratado acerca del nivel de responsabilidad exhibida por la ex Secretaria General del Partido Popular abandonando a su suerte al principal partido de la oposición y por ende a España. Salvo que opinara que - independientemente de quién presidiera el PP - este funcionaría suficientemente bien ¿Secuelas de haber convivido con un vago indolente en la presidencia? Probablemente.
Es un antiguo dicho que los ensayos hay que hacerlos con gaseosa, así que alguien mandó parar. Pablo Casado ha sido defenestrado porque una vez, tan sólo una vez, intentó ordenar su partido y poner coto a la corrupción. Y hay personajes que eso no lo soportan.
Quiso y no consiguió, que Díaz Ayuso justificara las sombras que se cernían sobre su hermano. La virgen de los atascos llamó a filas al batallón de estómagos agradecidos que viven de las ayudas oficiales de la CAM.
Los Federicos, Herreras, ABC, El Mundo.., acudieron al rescate de sus canonjías. Tanto que incluso convocaron manifestaciones de apoyo a Isabel y contra el malnacido Casado.
Rápidamente se olvidó el inicio de todo, las sombras que acompañan a los contratos del hermanito pasaron a un segundo o tercer plano, dejaron de importar las más que fundadas sospechas de irregularidades. El negro manto de los chanchullos volvió a sobrevolar la política nacional.
IDA - muy bien aleccionada por un equipo de consejeros que capitanea un sinvergüenza profesional sin escrúpulos – se parapetó tras los simpatizantes. La catadura moral de Miguel Ángel Rodríguez es sobradamente conocida, lo mismo cruza el Paseo de la Castellana colisionando contra vehículos aparcados cuadriplicando la tasa de alcoholemia permitida, que es condenado por delito de ”injuria grave realizado con publicidad y por calumnias” al doctor Luis Montes. Pues bien, en manos de semejante individuo se encuentra depositada la deriva política de la CAM. Esperemos que no sea haga extensible al PP nacional.
El PP condenado en sentencia firme como participe a título lucrativo ¿Tiene intención de solucionar sus problemas con la corrupción? Por lo visto con Pablo Casado podríamos deducir que no.
La respuesta dada al intento de transparencia de Casado ha sido la rebelión de los Barones y la traición de elementos significativos de su propia Junta Directiva. La adecuada persecución mediática ha desembocado en la rendición de la cúpula del PP elegida en unas primarias.
A pesar de la investigación abierta por la fiscalía anticorrupción, de los nuevos indicios delictivos que van apareciendo, del reconocimiento de cantidades cercanas a las aportadas por Casado, el partido, sus órganos oficiales, los cargos, los diputados, senadores, concejales, militantes, simpatizantes, votantes… todos se tapan la nariz para eliminar el hedor y miran para otro lado, así se decide la destitución de Pablo Casado. Eso sí, pactada para que sea en diferido, muy estilo PP.
¡Crisis cerrada!... de la corrupción ni hablamos.