Señoras y señores de Ciudadanos ¿Son
ustedes conscientes que su recorrido vital en la política activa española está
próximo a su final?
Al igual que el incoherente
comportamiento de Albert Rivera concluyó con su defenestración y posterior desaparición
del panorama político nacional, la deriva ideológica que actualmente padecen
unido a la exposición pública de sus propias contradicciones, les enviará a
todos ustedes a ese lugar al cual
enviaban a los pesados mediocres el
genial Fernán-Gómez y el inigualable Labordeta: ¡A la mierda!
No voy a entrar en el carácter
social demócrata centrista con el que se presentó en sociedad la formación
naranja, ni siquiera analizaré la deriva liberal centrista que más adelante abrazaron
cuando empezaron a tener apoyos vía IBEX 35.
Tampoco perderemos tiempo
criticando el arrodillamiento antinatural que han llevado a cabo al sentir en los ojos la mirada de la derecha dura, como diría “el hombrecillo
insufrible”: no han aguantado la mirada.
Todo ello es políticamente muy importante,
pero no estamos aquí ahora para juzgar esas conductas, el veredicto ya lo dieron los electores el 10 de Noviembre
y la bofetada aún resuena en el Congreso.
Nuestro interés es para que recuperaran un atisbo de digna coherencia - si ello fuera posible - y cumplieran
mínimamente con parte de sus postulados antes de desparecer. No se conviertan
ustedes en una mala copia de Rosa Díez y no se conviertan en una deleznable
política pasada de moda con ansias de protagonismo.
No vamos a ser tan optimistas de
pensar que van a cumplir con alguna de sus promesas políticas, pero no estaría
de más que cuando desaparezcan no lo hagan habiendo llevado a este país al
pleistoceno ideológico del clericalismo más rancio.
En la ciudad de Zaragoza hubo una
vez un alcalde que tildándose de socialista “procesionaba” con un crucifijo por
los plenos municipales, después le besaba la mano al arzobispo y encabezaba
todas las rendiciones de las instituciones civiles ante el poder eclesiástico.
El juez Belloch colocó a la
inmortal, muy noble y muy leal ciudad de Zaragoza a la cabeza de las ciudades humilladas
por las sotanas.
Esos tiempos fueron felizmente
superados por una legislatura municipal que separó – aunque fuera fugazmente –
al consistorio del arzobispado.
Durante el mandato del alcalde
Pedro Santisteve (Zec) se intentó remediar los expolios perpetrados en forma de
inmatriculaciones y fue revertida al Ministerio de cultura - su legítimo propietario
- la iglesia de San Juan de los Panetes que ilegalmente se había apropiado el
Arzobispo de Zaragoza monseñor Elías Yanes.
Con estupor vemos que esos
tiempos de reparación han acabado, postrados de hinojos ante la voracidad clerical de la
ultraderecha. Los concejales del grupo de Ciudadanos del Ayuntamiento de Zaragoza han recuperado
costumbres pasadas.
Del edil Azcón y sus compañeros
del PP hay poco que decir, siguen transitando por la oscura etapa de la Edad
Media.
Parece que en estos momentos toca
colocar bien visibles imágenes religiosas, no vaya a ser que al señor alcalde le
de un apretón místico y necesite echarse rápidamente unos rezos.
No obstante a unos 25 metros de la Casa Consistorial se levanta
majestuosa la Basílica del Pilar y pocos
metros más adelante el regidor tiene las capillicas del cabildo zaragozano. Para un apurillo urgente tendrían que servir
¿no?
Por si no fuera suficiente, unos
metros más allá se encuentra el edificio
de la Catedral de la Seo y ahí sí que puede orar a gusto rodeado de imágenes de
cristos dolientes y mártires sacrificados.
Vamos que es innecesario este
despliegue de alcaldesa beatería, salvo que resulte de imprescindible urgencia que el alcalde pueda
orar sin tener que abandonar el Consistorio.
O dicho de otra forma, para el
señor alcalde resulta del todo imprescindible estar a buenas con sus vecinos de
las sotanas no vaya a ser que le retiren los apoyos el Arzobispo por un lado y
los ultramontanos de la derecha por el otro.
El próximo San Valero los
representantes de la población (de toda la población zaragozana) saldrán con sus bandas,
tras el bastón de mando de Azcón, detrás de los caballos, los tambores y los timbales. La imagen de los políticos siguiendo
la estela de los prelados dejará claro que volvemos a estar muy lejos de
ser un país clericalmente independiente.
Ustedes, los políticos de
ciudadanos seguirán obedeciendo lo que manden los amos que les han colocado en
los sillones.
Lo de cumplir con la Constitución
(Art, 16.3) en su mandato de aconfesionalidad del Estado y de neutralidad en
materia religiosa ya lo dejamos para más adelante que en la actualidad están
muy ocupados con Cataluña y esos grupos de bolcheviques, bolivarianos,
separatistas y rompe constituciones que
nos gobiernan.