Finaliza
2014 y al igual que cada año por estas
fechas es hora de hacer balance, renovar propósitos y refrescar ideas. Cuando echemos la vista
atrás veremos que de las intenciones de principio de año poco queda, de los
objetivos propuestos es mejor no acordarnos y sobre las promesas hechas
corramos un tupido velo no vaya a ser que nos las reclamen.
Nos
remuerde la conciencia por la sensación de año perdido en inútiles batallas que
a nada conducen, en vacías empresas sin sentido y sobre todo tenemos la
sensación de haber soportado los sinsabores sin alcanzar ninguna finalidad.
Hemos resistido pero ¿Para qué?
Repasemos
algunos acontecimientos relevantes para ver si encontramos explicación a
nuestra estoica resignación.
Con
la llegada del 2014, en los fastos de la
Pascua militar asistimos al esperpento de la actuación del un jefe de estado
caduco y balbuceante. Ahora hemos sabido por su amigo Onega que su discurso ante la cúpula militar y las posteriores
críticas fueron el detonante para su abdicación.
¿Se
abre un tiempo nuevo? ¡Ni de coña!
Con
la abdicación en “El Preparado” los borbones cumplen con su cometido de atar la
jefatura del Estado a una familia. Las voces que podrían discrepar fueron convenientemente
alejadas de los festejos de la coronación por obra y gracia de la Cifuentes. El
saliente ahora nos viene a decir que se fue con emociones encontradas, por un
lado la satisfacción del deber cumplido y por otro la pena de dejar el trono. Según
la crónica esta angustia quedó amortiguada por la visión de su hijo ocupando el
lugar que el dejaba ¡Vaya sorpresa!
Deprisa
y corriendo - con el beneplácito de los representantes de los dos grandes
partidos - se articuló una ley a medida para el cese y el nombramiento y
resulta que al abdicante le emociona ver a su hijo en su puesto ¿Cabía otra
posibilidad?
Una
vez cercenadas las opciones alternativas -consulta popular para la Republica- y
acallados los disconformes - discrepantes el resultado que se dio era el único
posible ¿A qué tanta emoción?
El
año 2014 nos obsequió con la liberación de un monarca impuesto por un dictador,
pero en lugar de someter la sucesión a la voluntad popular, se optó por seguir
proporcionando una generosa ración de trágala a este sufrido pueblo.
Si
en la Monarquía el año que se ha ido nos trajo novedades, en otro de los pilares de nuestro
entorno social, La Iglesia Católica, también hemos asistido a renuncias y ceses:
Benedicto XVI y Rouco Varela.
Recientemente
hemos sabido que la sustitución de Rouco no va a ser todo lo humilde que los
Evangelios predican. Su renuencia a abandonar los privilegios del cargo ya han
salido a la luz pública. En lugar de convertirse en un simpático jubilado monseñor
tiene la intención de pasar a ser un ocupa con caché. Como ejemplo de
obediencia y humildad no tiene parangón.
El
nuevo Arzobispo de la Archidiócesis de Madrid va a tener que pedir ayuda a los
GEOS para que Ángel María deje libre la cama.
Estas
dos pinceladas creemos que dibujan con suficiente claridad la situación agónica
de ambas Instituciones. Ni siquiera va a ser necesario recordar los
innumerables casos de “chabacanismo” que han saltado a la luz pública, pederastias,
abusos, amantes, cazas de elefantes,.. Para que seguir. Les va a costar trabajo
a los juglares de las gestas monarco/eclesiales lavar la cara a tan nobles
comportamientos.
Como
colofón dejamos para el final la tercera barra de la reja carcelaria en la que
nos han encerrado ¿Como no hablar del gobierno?
El señor
de los hilillos ha dado por zanjada la crisis, ¡ya está! ¡Prueba superada! Con un
gobierno que ha tenido dos ministros dimisionarios: Una acosada por los
tribunales el otro acorralado por su incompetencia, el presidente nos vende
absoluta normalidad democrática a pesar del portazo que el Fiscal General del
Estado le ha dado en las narices.
El año
2015 llega pleno de matices, de oportunidades, las encuestas auguran que a poco
que se cumplan los pronósticos, podemos enviar a Mariano a leer tranquilamente
el Marca a su retiro dorado de Santa Pola y “El seductor – alternativo” Pedro Sánchez
tendrá tiempo suficiente para mejorar su bote del balón y seguir manejando la “pelota”.
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