Un
escalofrío de devoción recorre la vieja piel de toro. Se propagan por los
medios de comunicación las procesiones y actos litúrgicos compitiendo con Belén
Esteban y Sálvame Deluxe. Ante semejante bombardeo nos invaden sentimientos
encontrados. Son muchos años de recibir el mismo mensaje para que podamos ser
ecuánimes en nuestras emociones.
Después
de imágenes de flagelaciones y torturas varias, nos vamos de copas o a la
disco. Pero intereses ocultos siguen alimentando nuestro falso fervor religioso
¿Qué ganan? ¿Cuál es el motivo por el que se alimentan supersticiones bíblicas
con la misma insistencia que nos venden un detergente? Algún motivo tiene que
haber. Me resisto a creer que lo hacen por nuestro bien. Nada hacen de forma
altruista.
Dando
por sentado el axioma: “Los medios de comunicación tradicionales están al
servicio de poderes espurios” cualquier
acontecimiento que resalten con contundencia tiene una finalidad marcada por el
responsable de marketing.
Todo
está relacionado, los expertos en sociología de masas saben muy bien que hay
que rentabilizar los impulsos individuales para convertirlos en normas de
comportamiento. A fuerza de repetir imaginaciones iluminarias éstas acaban
convirtiéndose en dogmas. Nadie recordará la primera invención, se dará por
hecho que las cosas son así y no pueden ser de otra manera. Es más, se
convertirán en Tradiciones.
La
especie humana lleva millones de años mirando la naturaleza e intentando
entenderla. De su falta de conocimiento se aprovechan unos “listillos” que
proporcionan respuestas a nuestros miedos. No importa que esas respuestas
tengan la misma validez que un billete de siete euros, nos han repetido tantas
y tantas veces la letanía que ni siquiera cuestionamos su veracidad.
Está
incrustado en nuestra cadena genética. La vida humana tiene que tener una
trascendencia mayor que la simple vida. Esa cantinela suficientemente divulgada
acaba perforando las más duras corazas y cuando se empotra en nuestro psique
estamos perdidos. La lucha por desprenderse de la tara religiosa puede alcanzar
tintes dramáticos. Todos los poderes se alinean al lado de los crédulos para
combatir a los descreídos. De esta forma encontramos en el vasto mundo
sociedades que castigan con penas de privación de libertad e incluso con la
muerte a todo aquel que ose mostrar un
comportamiento alejado de los mandatos divinos.
Un subterfugio
legal muy utilizado es el de la “Ofensa a los sentimientos Religiosos”. Hasta el
buen Francisco I encuentra excusas en las ofensas para liarse a puñetazos.
Naturalmente
los intérpretes de los designios divinos son los curas de turno, los rabinos,
los imanes, los pastores. Diferentes denominaciones para una misma
intencionalidad: aletargar los cerebros
para poseer los cuerpos y sofocar los anhelos. Sin su perversa interpretación
sobre el mas allá no podrían dominar en el más acá. Después de la Semana de
Pasión comienza la pasión de la Renta. Tras los cristos apaleados y
crucificados nos presentaran la
necesidad de otra cruz: La cruz de la
casilla. O formas similares con las que financiar su estupendo estatus.
¿Sus
cómplices y socios? Todos aquellos que ostentan el poder y pretenden
mantenerlo. La idea de la eternidad ya provoca suficiente susto, si a eso le
añadimos la posibilidad de sufrimientos eternos el “acojone” es mayúsculo. La
vida, por ella misma, puede ser lo suficientemente miserable para que no
merezca la pena seguir con el empeño de vivirla y ante la posibilidad de
deserción en masa han encontrado el antídoto adecuado; “Con la muerte no
escaparás a tu miserable existencia, en el otro lado te espera toda una
eternidad de doloroso sufrimiento si no aceptas los preceptos que te marca tu
religión”.
Para
hacernos llegar su mensaje el ser todopoderoso se vale de intermediarios que
nos muestran el camino y traducen los deseos de su augusta divinidad. Y en esas
estamos y de esas no salimos. Alcaldes, Presidentes de Comunidades Autónomas,
Concejales y Ministros, Generales y
Directores de Bancos, procesionan con los prelados tras las imágenes espiando
los muchos pecados que han cometido en lugar de desfilar tras el funcionario de
prisiones para ocupar la celda que por sus tropelías merecen.
En
lugar de educación y formación nos atiborran de catecismo y credos. Los
intermediarios de dios se inventan leyes de comportamiento y normas que les ha
dictado al oído su omnipotente jefe y el gobierno de turno les concede
privilegios y canonjías varias para mantenerlos tranquilos y que no se rebelen
desde los púlpitos.
Casi
sería recomendable una colecta para pagar a los dioses una tarifa plana con
muchos gigas de datos en una operadora con buena cobertura (parece ser que a
las divinidades les falla la que tienen). Sería una fórmula para que no necesiten a los intermediarios y
mediante Whasap nos comuniquen sus cuitas. Lo digo por si encaja la idea.
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