Se siguen publicando sondeos
sobre las intenciones de voto para la cita electoral del 10N.
En los datos que nos están
haciendo llegar hay cosas destacables: el estancamiento del PSOE, la
recuperación del PP, el batacazo de Ciudadanos, el auge de la extrema derecha y
el notable aguante de Podemos a pesar de Errejón. Por mucho que lo ha
intentando Ferreras no ha podido evitar que el “nietecito” pase de champán de
marca a gaseosa “esbafada”.
Para evitar que el estancamiento se
convierta en descenso, Pedro Sánchez dice que el PSOE mirará a la izquierda ¡A
buenas horas! Desde la izquierda NO se mira a la izquierda ¡Se está! Cuando se mira
a la izquierda es porque se está en la derecha o bastante escorado hacia ella.
Si los pronósticos se cumplen, tenemos
que empezar a desterrar la leyenda de que
el votante nunca se equivoca. Es mejor que esta aseveración sea falsa. Si
no ¿Cómo se justifican los votos que reciben partidos que prometen cercenar derechos
civiles consolidados y ampliamente utilizados por sus propios votantes?
La explicación la encontramos en
la falta de compromiso al poner la papeleta en la urna.
¿Qué impulsa a las mujeres a depositar
su confianza en candidatos con talantes machistas, a los homosexuales a votar a
formaciones impregnadas de homofobia o a
los pensionistas a dar su confianza a aquellos que congelan las pensiones y recortan
prestaciones en sanidad y dependencia?
Quizás pudiera tener su origen en
un extraño genoma que impulsa a los humanos a querer pertenecer a un grupo
social determinado o tal vez el deseo de ser admitido en el clan de los amos.
¿Es posible ir en contra de los
propios intereses por tan burdos motivos?
Parece ser que sí. Ahora bien, ello
no impide chupar del trabajo de otros
con tal de conseguir las mejoras codiciadas. Así los chupópteros se adhieren a leyes
aunque hayan sido aprobadas por partidos que repudian.
Un dato revelador de este tipo de
conductas lo encontramos en los conflictos laborales. Los trabajadores
defensores del derecho al trabajo - los esquiroles
- no participan en las acciones reivindicativas de los obreros. Ahora bien, cuando
la presión de los huelguistas triunfa no le hacen ascos a disfrutar de los
logros conseguidos.
A día de hoy existen suficientes medios
técnicos para conseguir corregir semejantes despropósitos de conducta, pero
sobre todo hay sistemas para exigir de las personas que sean consecuentes con
sus decisiones. En definitiva, asumir en primera persona las consecuencias que conllevan la opción política que con el
voto se ha sustentado. La técnica se
llamaría “Voto vinculante”.
Con esta sencilla medida
dejaríamos de ver a mujeres votando formaciones que desdeñan sus aspiraciones
de igualdad. O por lo menos serían
conscientes de las consecuencias que acarrea su falta de empatía con los
movimientos feministas al seguir el mensaje eclesiástico de “cásate y se sumisa”
Si la votación es para aquellos
que niegan el derecho que tienen las mujeres a decidir sobre su cuerpo, de
ninguna de las maneras podrán tener
acceso a la interrupción voluntaria del embarazo. Es más, si es utilizado el
antiguo método de viajar a hacer turismo abortivo por Europa, al regresar una dotación policial estaría atenta para poner a la infractora a
disposición judicial.
Basta de trucos de prestidigitador.
Los acérrimos defensores de la
religión en la escuela y en la sociedad – abanderados de los movimientos
integristas ultra católicos - tendrían que cumplir escrupulosamente con los preceptos
de su doctrina ¡Se acabó el consabido “soy creyente pero no practicante”!
No practicas pero obligas a los
demás a soportar tus creencias y a tener que colaborar con el mantenimiento de
tus caprichos, supersticiones y excentricidades.
Al tener que enfrentar su responsabilidad, muchos
descerebrados dejarían de conceder su voto a los partidos que aprueban infames
leyes laborales, a las formaciones que protegen a los bancos que les
desahucian, a los políticos que les cierran la boca con leyes mordaza, a los mezquinos
que les congelan las pensiones y los salarios, a los ladrones que eliminan
becas y desprecian la educación pública en beneficio de la concertada, a los falsarios
que disminuyen los impuestos a las
fortunas mientras recortan en sanidad y dependencia, a los sinvergüenzas que
quieren empequeñecer el Estado mientras llevan toda la vida aprovechándose de
él en puestos creados a dedo.
En definitiva, dejarían sostener
a todas esas formaciones políticas preñadas de sanguijuelas que alardean de su
homofobia, disfrutan con su machismo y pasean orgullosos envueltos en banderas que apestan a xenofobia.
Con el carnet vinculante se terminaría
con los votantes estúpidos que regalan su elección sin afrontar ninguna
responsabilidad. ¡Eso votas, eso tienes!
¡Padecerás la estulticia de tus actos! Y por supuesto ¡No disfrutas lo que no
defiendes!
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