Desde Marruecos hemos tenido conocimiento de una estremecedora noticia. La
prensa nos informa de una campaña para instar a los hombres marroquíes a actuar como tales. El slogan utilizado no
deja lugar a dudas: “Si eres un hombre, tapa a tus mujeres”.
Según estos defensores de las esencias masculinas ser un
hombre quiere decir subyugar y someter a las mujeres.
Utilizan para tal fin diversas
técnicas: en primer lugar las catalogan como una propiedad, después tratan de
hacerlas invisibles ocultándolas tras
capas de tejido textil.
Con esta manera de pensar
podríamos concluir que cuanta más tela cubra el cuerpo femenino los varones se
sentirán más orgullosamente viriles.
Claro que no necesitamos cruzar
nuestras fronteras para coleccionar un buen número de especímenes que viven en
cuevas parecidas o en copas de árboles similares.
Son los garrulos “machotones” que
jalean y justifican a unos violadores.
Entre ellos habitan magistrados
que no aprecian violencia ni intimidación en actos en los que cinco mamarrachos
rodean a una joven en el reducido
espacio de un portal para abusar repetidamente de ella.
Alguno de esos jueces incluso
es capaz de pensar que semejante situación pudo ser placentera para la
mujer. Habrá que preguntarse… ¿Qué desayuna ese juez?
Quién no podía faltar en el
esperpento es el típico abogado defensor que basa su estrategia procesal en denostar la reputación
de la víctima. Pretende demostrar que la joven no fue violada porque tras el
suceso siguió con su vida en lugar de morirse de amargura.
Como guinda del pastel tenemos a
una prensa que nos muestra a los indeseables delincuentes como si fueran
pujantes estrellitas de la actualidad disfrutando durante sus merecidas
vacaciones estivales.
Todos nos quejamos pero nadie
apaga la tele. Los programas son basura pero las empresas se siguen anunciando
y pagando la publicidad, entonces… ¿Qué nos
produce tanto asombro?
Estas son las cosas que debemos
esperar de sociedades regidas por monarquías
caducas. Un ejemplo es la española encarnada por el
sucesor de un rey que fue nombrado por un cruel dictador responsable de miles
de asesinatos. Ni el sátrapa ni el rey van a ser nunca juzgados. Uno por
imposibilidad legal y el otro porque no tenemos vergüenza.
Pero la escandalosa situación de
las mujeres fustigadas por la intransigencia religiosa no acaba aquí.
En Argentina
ha sido rechazada una ley para regular
la interrupción del embarazo.
En una apretada votación de 38 a
31 el Senado ha decidido que las mujeres argentinas sigan arriesgando sus vidas
en abortos clandestinos practicados sin ninguna garantía sanitaria.
Naturalmente serán las mujeres pertenecientes
a familias humildes y carentes de recursos. En cambio las familiares de los que
han votado en contra saldrán de
vacaciones a un país cercano y después de ir a misa abortarán con todas las
medidas de protección en alguna de las lujosas clínicas privadas que pueden
pagarse.
No hace tanto las mujeres de
nuestro país vivían una situación similar, atrapadas en los mismos grupos.
Mientras las pertenecientes a
familias humildes fallecían desangradas en cualquier cuartucho donde eran
manipuladas con una percha, las hijas cristianas de la rancia derecha española abortaban
atendidas por doctores durante sus frecuentes excursiones a Londres.
Teniendo en cuenta que el
argentino jesuita Bergoglio - en su día estrecho colaborador de la sangrienta
dictadura militar argentina - es el
actual Papa cabe preguntarse: ¿Asombra a alguien el rechazo de la ley
por parte de un Senado convenientemente adoctrinado?
Según informan los
corresponsales, nuestros carcas autóctonos
han colaborado decisivamente en el resultado de las votaciones.
Grupos radicales españoles dotados
de notable integrismo religioso - Hazte oír, Foro de la familia y afines - han llevado a cabo las mismas campañas
que otrora hicieron en España y con
idénticos fines: retroceder sustancialmente en los derechos de la mujer.
Estas organizaciones siempre han
contado con el apoyo monetario de la
vehemente Iglesia Católica Española que a su vez es sostenida mediante los Presupuestos
Generales del Estado.
Por si fuera poco, algunos de estos
rebaños ultra están considerados de interés general y por ese motivo disfrutan de
esplendidas subvenciones estatales que también pagamos entre todos.
Todo es consecuencia del viejo y
patriarcal catolicismo hispánico que permanece cara al sol en su papel de salvaguarda del
integrismo carpetovetónico. Es la rebuscada fórmula para que estos
fundamentalistas religiosos no tengan reparos
en pisotear los derechos de las mujeres con tal de seguir sosteniendo su posición de dominio social.
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