Nunca entendió lo que estaba
pasando en Cataluña. Su esperanza se basaba en una paralización del calendario
y que nunca arribara el día señalado. El
pobre diablo veía lejísimos el 1 de Octubre de 2017 pero ese momento llegó sin
que Rajoy se diera cuenta. Nada raro, nunca se ha enterado de mucho, ha
ostentado la titularidad de varios ministerios dejando como recuerdo su retrato
colgado de la pared, esa es toda su huella.
Las recordadas intervenciones del “Señor de
los hilillos” compitiendo con el club de
la comedia al utilizar expresiones sin sentido, no parece que puedan resultar
méritos suficientes para alcanzar la Presidencia del Gobierno. A pesar de que
el presidente tiene entre sus defectos
el barullo dialéctico, a Rajoy se le concedía moderación de comportamiento.
Pero no, al final ha resultado ser un molesto incendiario.
A su legendaria vagancia paseada
por los ministerios que ha ejercido, ha
unido la desproporción de comportamiento,
lo que le ha otorgado las más altas cotas de poder alcanzando con ello las mayores cuotas de
miseria.
Un señor que se oculta tras los magistrados del
Tribunal Constitucional para no dar la cara, no posee de capacidad intelectual
para solucionar un problema de tamaña envergadura. Debido a esta incapacidad el
Gobierno de España encargó al Fiscal
General - reprobado por el Congreso de los Diputados - la tarea de hacer que descarrilara la iniciativa nacionalista.
El Gobierno del Partido Popular
ha demostrado varias cosas durante el 1 de octubre y las intensas jornadas
previas:
La primera de ellas es que el uso
de la fuerza es potestad del poder. A mayor poder más posibilidad de uso de la fuerza. Las
imágenes que seguramente darán la vuelta al mundo serán las de unidades
policiales reventado puertas y aporreando vecinos que pretendían meter un papel
en una caja de plástico.
Había fórmulas más que
suficientes para dar soluciones con la finalidad de arreglar un asunto que, se
quiera o no, está encima de la mesa, pero el método elegido por Mariano fue la
indolencia y su Gobierno optó por la inoperancia; ambas posturas fueron errores
de bulto provocados por la soberbia. Con
estos antecedentes el Gobierno español
ha preferido la simpleza: la porra y las pelotas de goma. La prensa internacional
y algunos políticos europeos habrán tomado buena nota acerca de la calidad
democrática que padecemos los españoles.
La segunda reflexión es que a
pesar de los inconvenientes y dificultades, una amplia representación de la
población catalana ha decidido ejercer un derecho. No se ha permitido que fuera
fácil y con garantías. Se ha jugado al ratón y al gato, acciones del Govern
reacciones desde Moncloa. Efectivamente no ha habido un referéndum que se pueda
considerar como tal. La falta de garantías del proceso hace que sea difícil calificarlo
e interpretar sus resultados.
Ahora bien, es incuestionable que
la derivas adoptadas por los gobiernos catalán y español son los principales
responsables de la falta de legitimidad y garantías del proceso, de ello se han
servido los unos y los otros para justificar su postura.
La tercera lectura que se puede
hacer es verificar la nula decencia democrática que nos acompaña durante los
últimos años, ya ni disimulan. La soberanía nacional ha dejado de residir en el
pueblo español, si el Congreso de diputados reprueba al Fiscal General de
Estado no pasa nada, igual que nada sucede si los reprobados son ministros u
otros miembros del Gobierno.
Esa es la demostración de la utilidad
del actual Congreso de diputados. Ítem más, cuando se producen votaciones de
modificación de leyes que contrarían al Ejecutivo, éste bloquea las
resoluciones alegando desfases presupuestarios ¿Legal? Parece que sí
¿Democrático? Pues me asaltan las dudas.
Tampoco ayuda a creer en el
sistema la utilización perversa que el Gobierno de Rajoy hace de los tribunales, Constitucional
incluido.
La cuarta reflexión es la puerta
que han dejado abierta para mayor gloria de los nacionalistas españolistas. Los
nostálgicos dirán que se ha parado el golpe, ha vencido la legalidad o el
Estado de Derecho ha ganado. El mensaje de ganadores y perdedores nos ha llevado
hasta aquí ¿Dónde nos van a llevar a partir de ahora? ¿Cómo de negros serán los
nubarrones venideros?
Casi todos tenemos respuestas a
estas preguntas, sucede que nos causa pánico decirlas en voz alta. Sabemos cómo
empiezan los conflictos, casi como una fiesta, lamentablemente la experiencia
dice que el final no tiene nada de
festivo ¿Lo decimos en voz alta? Mejor guardamos silencio para no ser tachados
de agoreros, pero Puigdemont, Junqueras y Forcadell harían bien estando
intranquilos.
Miembros del Gobierno y otros
portavoces del PP que han analizado la
jornada han señalado a los tres como
reos de todo el proceso, estas personas han sido marcadas para cargar con el
saco de las culpas.
A la rancia derecha española la
estrategia de confrontación no le va a
servir para siempre, promover el boicot a los productos catalanes, recoger
firmas contra Cataluña, recurrir el Estatut ante el Constitucional, negarse a
hablar de financiación o fiscalidad, ningunear las instituciones y menospreciar
el idioma catalán, alguna vez dejará de dar réditos electorales en el resto del
Estado. Lo que YA ha sucedido es que los catalanes han desconectado de España, la
fractura se ha producido, los agravios y
desencuentros duraran más que Rajoy y Puigdemont.
A la penosa imagen dada por
España, la comunidad internacional contrapone el éxito político del Govern. En
el PP se lamentan los errores cometidos. Repetían que no habría referéndum, ni
urnas, ni papeletas. Pues bien ha habido
votaciones con urnas y con papeletas.
La respuesta dada a los
movimientos independentistas ha sido jueces y policías: represión y palos. A
cambio de papeletas y urnas Rajoy ha contrapuesto porras y escudos.
Una vez escenificada la pugna no
hay marcha atrás, se acabaron las llamadas al dialogo ¿Hablar con quién y de
qué? ¿De rendición y victoria? ¿De bajas y heridos?
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