Se van quitando los disfraces,
conforme se acerca el día 1 de Octubre vamos descubriendo los rasgos que
ocultan las máscaras que llevan puestas.
¿Qué encierran los gritos de “A
por ellos, oé”? ¿Quiénes son ellos? Y a por ellos ¿Para hacerles qué? Las
respuestas son tan escabrosas que la mayor parte de la población quiere seguir
desconociéndolas.
Los animadores se envuelven en
una bandera rojigualda - normalmente adornada con un toro o un pajarraco - para
proclamar su amor a la patria. Vociferan ¡Cataluña es España! al mismo tiempo que promueven una campaña de
boicot a los productos catalanes para enseñar a esos “polacos” como se las
gasta un buen español. No les importa perjudicarles ni empobrecerles para conseguir
sojuzgarles. No les quieren iguales, les desean rendidamente sometidos.
El proceso catalanista habrá
tenido y tendrá defensores y detractores, los unos argumentarán la aspiración legítima
a la autodeterminación de los pueblos, los otros contrapondrán un orden
Constitucional de dudosa validez ante el deseo de un pueblo.
Ahora bien, estos acontecimientos han servido
para poner blanco sobre negro la endeblez de la democracia española. Con una
inusitada facilidad han reaparecido los fantoches del pasado cantando el cara
al sol y poniéndose la camisa nueva.
Se han negado los debates, la
discusión y el dialogo porque España es UNA ¡Coño ya! Y ¡Punto en boca!
Mariano Rajoy, portador de
innumerables complejos de la infancia, reacciona como los amantes despechados, dejando
que se enquiste un problema de sencilla solución hasta llegar a convertirlo en el remedo del 23
F.
El Emérito se convirtió en “el
salva democracias” con su intervención televisada para poner el final a la
asonada de Tejero y Cia. De las
componendas entre bambalinas podría hablar “Isidoro” porque quién no lo va a
hacer es el actual Felipe González cobarde y acomodado.
“El Preparado” va a ser
adecuadamente revitalizado por su templanza y mesura en el tratamiento a la
coyuntura separatista. Al tiempo.
La radicalización ha florecido
como las flechas de su haz. Las loas y vítores a las unidades policiales
enviadas en misión de ocupación a Cataluña han dejado claro cuál es el
pensamiento de parte de la población española ante la pretensión catalana.
El Ministro de Interior ha
manifestado que se investigará como se han producido los hechos para que no se
vuelvan a repetir. No se van a repetir, no hay mas fuerzas policiales que
enviar a Cataluña. Ya están todas allí, aposentadas en cruceros esperando
entrar en acción. Piolín tenía vergüenza y han tenido que taparle para que no
vea lo que están haciendo.
Y mientras las Unidades policiales de Antidisturbios
veranean en el puerto Barcelonés a bordo de un crucero y los Grupos Rurales de
Seguridad de la Guardia Civil vigilan a los Mossos; en el resto del suelo patrio no quedan
efectivos suficientes para garantizar el ejercicio de las libertades emanadas
del mandamiento Constitucional.
Las prioridades son las que son, seguramente
argüirá el responsable de los cuerpos y fuerzas de seguridad en Zaragoza ante
la escasez de medios y efectivos para proteger el derecho de alcaldes,
diputados, senadores y políticos varios reunidos en Zaragoza para debatir
posibles soluciones al conflicto. Alentados desde el PP local los participantes
en la asamblea fueron acosados por unos pocos centenares de energúmenos viéndose
obligados a permanecer encerrados o a salir a hurtadillas por puertas traseras
so pena de ser agredidos como le sucedió a la presidenta de Las Cortes de
Aragón.
Si los efectivos eran escasos
ocurrió una falta de previsión del responsable: el Delegado del Gobierno, Gustavo
Alcalde que posteriormente comete la desfachatez de equipararlo con un escrache.
Hay que recordar que eso lo dice un individuo varias veces corregido por el
Tribunal Superior de Justicia de Aragón por vulnerar derechos fundamentales.
Esto con ser preocupante es anecdótico,
lo verdaderamente alarmante es la total falta de disponibilidad de la fuerza
desplegada para solucionar el conflicto. Ante una actitud agresiva y violenta
de los acosadores no hubo el menor atisbo de reacción, ni un casco protector,
ningún escudo, ninguna señal de posible represión a la violencia ultra
derechista, raro ¿No?
Hemos asistido tantas veces a
palizas policiales a transeúntes que pasaban por allí que nos extraña la
pasividad mostrada ante los violentos.
Esperemos que no sean por
coincidencias ideológicas. El pensamiento político de Gustavo Alcalde es
sobradamente conocido, que también coincidan
los mandos de la FOP resulta altamente preocupante.
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