martes, 5 de junio de 2018

El relevo


Tengo que reconocer que me ha hecho gracia ver en tv unos cortes de actuaciones del ex-presidente M.(Punto) Rajoy relacionados con sus ocurrencias y chascarrillos.
Uno de ellos tuvo lugar después de una intervención de Pedro Sánchez en su primera época, o sea cuando era diputado y antes de ser vapuleado, vilipendiado y zarandeado por los miembros ilustres de su propio partido con Susana Díaz a la cabeza.
En la susodicha intervención Pedro arrojaba a la cara de Rajoy uno de los múltiples escándalos de corrupción que tienen al Partido Popular en el punto de mira judicial.
Al  hábil orador Rajoy se le ocurrió contestar  a Pedro con un consejo que  encerraba un sutil desafío: Si yo fuera usted tendría valor y presentaría una moción de censura. Usted no lo hará, pero eso es lo que tiene que hacer, presentar una moción de censura.
Aproximadamente esas fueron las palabras del por aquel entonces presidente del gobierno ¡Quién iba a decir que, con el paso del tiempo, Sánchez le haría caso y aceptaría el envite!
Aunque vistos los resultados es probable que  ahora Rajoy esté lamentando semejante sugerencia.
La moción provocadora de la hecatombe del PP, el escozor de Ciudadanos y varios centenares de úlceras ha sido abundantemente analizada y seguro que seguiremos recibiendo opiniones de lo más variopintas. Aquí vamos a pararnos en algunas reacciones y consecuencias del resultado.
En primer lugar el desenlace final era ampliamente predecible a poco que los analistas se hubieran tomado la molestia de escuchar las demandas sociales.
Las exigencias de regeneración política están surgiendo un día sí y otro también desde ámbitos y colectivos bien diferenciados: mujeres, pensionistas, trabajadores públicos, miembros de las fuerzas de Orden, la judicatura… Demasiados frentes abiertos para un Gobierno acosado por la corrupción.
Sin embargo debemos señalar que - tras el resultado positivo para Pedro Sánchez - la moción  ha abierto la caja de los truenos. Vuelven a salir de su cueva aquellos personajes que difícilmente entienden la democracia como un ejercicio de respeto a la discrepancia y a las normas básicas de convivencia.  Pero sobre todo menosprecian a su adorada Constitución y a las leyes que con tanto fervor defienden cuando están en el Gobierno.
El resultado de la censura ha sido que 180 diputados han decidido - con absoluta legitimidad y dentro del ejercicio de sus atribuciones parlamentarias - unir sus fuerzas para cesar a Rajoy y conformar otro Gobierno.
Tan legítimos son los votos de Albert Rivera a favor del nombramiento de Rajoy como los del diputado Tardá a favor de desalojar al presidente del PP de la jefatura del Gobierno.
Igual de constitucionalmente  legal y democrático es utilizar el Articulo 113 de la Constitución para  alcanzar la Presidencia del Gobierno a través de una moción de censura que ser investido en sesión parlamentaria tras unas elecciones generales.
Para entenderlo solo se requiere una dosis sencilla de vocación democrática.  Somos conscientes que eso es mucho pedir para un individuo como Rafael Hernando, incapaz de sentir respeto por el sufrimiento de las familias de los asesinados por el franquismo ¿Cómo va a admitir que su organización para delinquir abandone la bancada azul? El esfuerzo de comprensión que tiene que hacer le deja exhausto.
Tampoco hay que perder de vista los deseos de elecciones que manifiestan algunos políticos tan variopintos como Abascal (presidente de VOX) o Andrea Levy pasando por Arrimadas y compañeros de C,s.  A esta corriente se apuntan algunas destacadas  estrellas de otras disciplinas que no han podido resistirse a la tentación de mostrar sus preferencias. Curiosamente  hasta hace dos días eran menos locuaces ante la ignominia de cientos de sucesos de corrupción.
La falta de prudencia es lamentable cuando siempre debería ser una de las virtudes de las personalidades relevantes en la esfera deportiva. Quizás el error pueda ser achacable a la ausencia protectora de un ecuánime tío que ejercía de mentor.
¿Qué impulsa a esta gente a otorgar más valor al resultado de una cita con las urnas que al parlamento existente en la actualidad? ¿Por qué suponen que el resultado será diferente y complaciente con sus deseos?
Nos invade una profunda desazón al pensar que pueda ser su predisposición a no aceptar la pérdida del poder.
Además en esta ocasión el desalojo les ha pillado desprevenidos. Presionaron para que todo se dilucidara rápidamente con el objetivo de dificultar acuerdos y consensos. Tanto corrieron y tanto se equivocaron que Pedro Sánchez ya ha prometido el cargo y está formando Gobierno.
El nuevo Presidente del Gobierno prometió sin la presencia de crucifijos y Biblias. Únicamente ante la Constitución que define a España como un Estado aconfesional.  
No estaría de más revisar la formula que contempla la fidelidad al rey: “Prometo por mi conciencia y honor fidelidad al rey…”.
Ello imposibilita al Presidente de Gobierno - elegido por la voluntad de los españoles -  cuestionar la permanencia en la Jefatura del Estado a un señor heredero de otro señor  impuesto por el capricho de un dictador.
Algunos de los que claman por votar, ahí tienen un buen motivo para poner urnas; que se decida entre  deshacer la decisión de un homicida rebelde y retornar a la legalidad republicana o  continuar con un Estado monárquico por voluntad de sus habitantes. Democracia en estado puro.

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