Para los habitantes de la península
ibérica el mes de abril debe de tener algo especial.
Un 14 de Abril de 1931 tuvo lugar un
hecho histórico, se comenzó a gestar lo que más tarde fue conocida como
II República Española.
La posibilidad de ser señalada como la
sociedad más igualitaria, justa y avanzada se frustró pocos años más tarde,
concretamente en 1936 mediante una ignominiosa asonada militar dirigida y
acaudillada por un traidor que decidió volver las armas contra el pueblo que
alimentaba a sus regimientos.
Acaudillados por el “Sedicioso”
Francisco Franco, los campesinos de uniforme dispararon contra los campesinos
en alpargatas.
Los hijos mataron a sus padres, los
obreros fueron masacrados por sus hermanos vestidos de caqui, la rueda
represiva se puso en marcha para llevarse por delante las esperanzas de un
pueblo.
La fórmula empleada era conocida en
estos lares. Unas cucharadas de desigualdad condimentadas con una buena dosis
de analfabetismo religioso y todo ello sazonado con la correspondiente dosis de
barbarie y asesinatos al compás del “cara al sol”. Eso sí, poniéndose la camisa
nueva para festejar las atrocidades y acudir a misa los domingos.
De esa forma se hizo la oscuridad. No fue
de golpe, no. Tardaron tres largos años en pulsar el interruptor, pero cuando
lo hicieron un manto de tinieblas cubrió los campos, los pueblos y las ciudades
de España.
En diciembre de 1978 unas pocas velas en
forma de Constitución vigilada trajeron
una rendija de claridad entre tantas tiniebla.
Antes - en 1974 - en el país vecino había
tenido lugar una autentica convulsión. También fue un mes de Abril, el día 25
la sociedad portuguesa encabezada por las fuerzas armadas dieron carpetazo a la
dictadura fascista que padecían desde 1926.
Hoy en día si viajas a Lisboa puedes
visitar el Museo de la Memoria en el que te cuentan las atrocidades cometidas durante
ese largo periodo. Durante casi cinco décadas
(48 años) tuvieron que soportar al régimen de asesinos comandados por
Salazar.
En España el genocida designó al Jefe de
Estado.
En Portugal fue barrida cualquier
referencia a la Dictadura militar y a su consecuencia: el Estado Novo. En
Portugal fueron eliminados de raíz los vestigios de la época ”salazarista”
y perseguida la apología del fascismo. Los partidos políticos sin distinción de
color apoyaron las medidas.
Se siente una especie de nostalgia
envidiosa cuando recorres las estancias de Aljube - Sede de la Policía
represiva portuguesa - que te muestran las atrocidades cometidas por la policía
política (PYDE) y piensas que en nuestro país, en lugar de un Museo de la Memoria
siguen las cunetas llenas de asesinados.
En el edificio de correos, en la
madrileña Puerta del Sol, se ubicaba el centro de tortura franquista. Como si
no hubiera pasado nada hoy está la presidencia de la comunidad Autónoma de
Madrid en el mismo sitio donde “BillY el
niño” torturaba a sus detenidos.
Los antiguos calabozos de la brigada
Político Social han pasado a ser lugares neutros donde funcionarios de la
Autonomía cumplen con su trabajo rodeados de muros salpicados de dolor.
Los portugueses han decidido subsanar su
historia para que se recuerden los
negros episodios de una dictadura que bajo ningún concepto debería repetirse.
Partidos de todas las ideologías entendieron que por encima de las diferencias
de pensamiento está el respeto a las personas y a los derechos humanos. Tras el
reconocimiento llegó la reparación de
los daños ocasionados.
Las fuerzas armadas se pusieron al lado
de su pueblo y protagonizaron uno de los más bellos episodios revolucionarios.
Hasta el nombre es bonito, en la actualidad los episodios de Abril de 1974 son
conocidos como “La revolución de los
claveles”.
En los acontecimientos revolucionarios
portugueses murieron cuatro personas por disparos de la PYDE. Bastantes menos
que los provocados por los energúmenos nostálgicos del régimen en sus
actuaciones de Atocha, Vitoria, Montejurra… la Transición fue menos modélica de
lo que nos quieren vender.
Las diferencias en el resultado son
notables.
En España se ponen trabas a los derechos
de reparación que tienen los represaliados por el régimen, al tiempo que soportamos
la fundación Francisco Franco y su apología del golpismo fascista. Conservamos el Valle de los Caídos como tumba homenaje al
dictador, los herederos del franquismo siguen en puestos de gobierno y al
designado por el dedo del dictador le pagamos la Jefatura del Estado.
En el vecino país han borrado de su vida
cualquier resquicio de la dictadura, han reconocido a las víctimas, procesado a
los torturadores y colaboradores - los detestables “bufos” (delatores) - exiliado a los dirigentes y
encarcelado a los asesinos.
Tanto Franco como Salazar murieron en la
cama. Ahora bien, mientras el sucesor de
Salazar (Marcelo Caetano) tuvo que exiliarse y huir, el designado por Franco ha
sido rey en activo y ahora le agasajamos con el rango de Emérito. En su preparado
vástago ha depositado la Jefatura del
Estado que le regaló Franco.
Los portugueses hicieron una revolución,
los españoles nos conformamos con un sucedáneo de democracia que empieza a
derivar en tiranía.
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