Pocas, muy pocas veces hacer coincidir una mala canción con un
pregón “carnavalero” y acompañar ambos de la sedición catalana, ha servido tan estupendamente a la
organización para delinquir que sostiene al Gobierno.
La calificación no es arbitraria, así consta judicialmente en la
imputación judicial al PP que preside Mariano Rajoy.
Paseando por las ciudades
de Iberia podemos asistir atónitos a
espeluznantes incidentes que no parecen preocupar a la doble R (Rajoy-Rivera). Los
gritos y ademanes subidos de tono son alimentados y propiciados desde
posiciones integristas españolistas (Cs y PP) hasta convertirlos en los prolegómenos de las agresiones.
Ya han tenido lugar insultos, acorralamientos, incluso agresiones
a políticos y simpatizantes de formaciones políticas contrarias al pensamiento
único de los neo-liberales patrios. Todos estos lamentables sucesos apuntan visos fundados de haber sido avivados por
políticos de exiguos escrúpulos. Con un ápice de independencia judicial algún
prócer del PP debería haber sido citado
a declarar como investigado.
La España ¡Una! ¡Grande! y ¡Libre! Renace desde las cenizas si es
que alguna vez estuvo en las cenizas. Más bien ha reaparecido con fuerza
después de haber permanecido durante años en un segundo plano de
exhibición.
Política y socialmente siempre han estado en la cúspide del poder,
nunca han dejado ni un ápice de su dominio. Ver a la familia intentar vender el
Pazo - que su dictador abuelo obligó a los gallegos a regalarle - da una idea
de la transmutación social de una dictadura a una “democracidura”. Tratar de
sacar réditos del expolio de un genocida
explicita la caradura de los descendientes.
Los responsables del “procés” catalán con su nueva pose de no
haber querido romper ni un plato dan argumentos a los medios españoleros para
tapar todo lo demás. Los juicios de Gürtel, Púnica, Lezo… acorralan al partido
que preside “Eme Punto Rajoy” ¿Qué mejor manera de tapar las vergüenzas que hablar de otras cosas?
La deriva elegida por los imputados independentistas ha dejado de
manifiesto las incongruentes posturas adoptadas por los que pensaban que un
poquito de “seny catalán” bastaba para conseguir una quimera. Las consecuencias
jurídicas han superado su capacidad de reacción.
Que la opción independentista es legítima nadie lo duda, lo que ya
no está tan claro es el camino a recorrer para conseguir el objetivo.
Hay varias formulas, a saber:
-
El acuerdo entre partes. Tanto
independentistas como unionistas deben
admitir que no pueden imponer sus tesis con “solo” un 50% de apoyos. La concordia y
los acuerdos se hacen indispensables.
-
La toma unilateral de decisiones
como la DUI. Para hacer una DUI hay que
ser consecuente con la fuerza que se tiene. Contar con apoyos extranjeros
relevantes (no valen Andorra, San Marino, Granada o Corea del Norte). Es decir,
tener reconocimiento internacional dispuesto
a apoyar nuestra causa por los medios más expeditivos, por ejemplo la
intervención de USA en Kosovo.
-
Poseer fuerza bastante para hacer
frente a la reacción expeditiva de los poderes del Estado. Contar con Ejército
propio.
Fuera de estos supuestos cualquier intento de separación pasa por
la generosa voluntad del gobierno del Estado. Casi da risa imaginar la idea de
generosidad de los gobiernos de Rajoy. Por otra parte los tribunales ayudan al ejecutivo en un
intento de maquillar la opresión de las ideas aludiendo a la fortaleza del
Estado de derecho.
En un país - inmerso en el integrismo nacional católico - tampoco
podía faltar la utilización de los artículos 510/543 del código penal que
contemplan los delitos de ofensas a los sentimientos religiosos.
Son demasiados artículos para dejar a la arbitraria interpretación
del colectivo judicial. Los magistrados, fuertemente contaminados por sus
creencias, resultan dudosamente imparciales juzgando delitos de opinión cuando
por el medio circula la curia religiosa.
La segunda distracción que utilizan los salva -patrias es el
pregón del carnaval de Santiago de Compostela que ha dado oportunidad a los integristas del PP y
Cs para alentar a las masas en defensa de la Patrona de la Hispanidad. Se han sentido
ofendidos por las “gracias del pregonero” y por la supuesta falta de respeto a
unos seres imaginarios.
La guinda a la distracción orquestada
la pone Marta Sánchez con su “patriótica” interpretación del himno. De marcha
real a símbolo de unión de todos los españoles ¡Nunca una mala composición
llegó tan alto!
Claro que anteriormente ninguna mala melodía sirvió para esconder el
hedor de la gestión de un partido imputado en sede judicial ni pudo tapar la
incapacidad de su presidente.
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