Recientemente hemos asistido más o menos sorprendidos a hechos y
decisiones jurídicas que explicitan con meridiana claridad la situación que
atraviesa nuestra frágil “monarquicracia”.
Hay acontecimientos que admiten pocas dudas para distinguir la
gravedad de las cosas que están sucediendo en el ámbito de la justicia española.
Vayamos con unos ejemplos:
Podemos comenzar hablando de la desigualdad de trato que padecen
los súbditos de este país con respecto a
los amos de la finca. Si eres un ser vulgar todo el peso de la ley caerá sobre
tus escuálidos hombros. Por ejemplo: la prisión provisional, incondicional y
sin fianza que están padeciendo los jóvenes acusados de un delito de terrorismo
por una trifulca de bar en Alsasua.
Los partes médicos adjuntados por los y las agredidas únicamente
sirven para demostrar la gravedad de la lesión, nunca deberían servir para una
utilización torticera que equipara a unas bofetadas y unos cuantos golpes con
extorsiones, secuestros y asesinatos. No se debe usar el lenguaje de forma que
lleve a pensar que todo es lo mismo. Y menos el lenguaje jurídico.
Hemos dicho que estos acusados están en prisión provisional, o sea sin haber sido juzgados. De lo que se
deduce que han sido declarados culpables antes del dictamen judicial. Muy
ilustrativo.
En la orilla opuesta hallamos al cuñado del “Preparao” montando en
bicicleta por los parques de Ginebra a pesar de tener sobre su ducal persona
una sentencia condenatoria. Si bien es cierto que la sentencia se encuentra recurrida
ante órgano judicial superior, también hay que matizar que está recurrida por
ambas partes: el fiscal por considerar poca la pena impuesta y la defensa porque
la encuentra excesiva. En este caso no llueve a gusto de nadie.
Pero Iñaki - con sentencia condenatoria - sigue paseando. Mientras
tanto otras personas, tan SÓLO sospechosas de haber cometido un delito, YA se
encuentran entre rejas.
Siguiendo con nuestro recorrido encontramos al rapero Valtonyc. Este
Joven músico ha sido condenado a más de 3 años por cantar - con mayor o menor fortuna - que vive en una
sociedad de mierda en la que una familia tiene cuantiosos privilegios. Por
cierto, heredados por la graciosa voluntad de un delincuente ataviado con el
traje de generalísimo para esconder la miseria de su condición de genocida juzgable
por delitos de lesa humanidad.
Esa es una muestra de la justicia que defiende el ministro
Catalán. Rafa pretende que resulten ejemplares determinadas sentencias. El
reprobado ministro no tiene empacho en marcar el paso de la judicatura y esta
instancia del Estado muestra celo en admitir las impertinencias de este y otros
miembros del Gobierno.
A los Tribunales no le deben resultar extrañas las injerencias,
basta con recordar que Jorge Fernández ya nos dio pistas al asegurar al Jefe de
la Oficina Antifraude de Cataluña que la Fiscalía le afinaría sus
investigaciones. Fernández Díaz fue otro
ministro reprobado, va a ser que para ser
ministro de Rajoy resulta condición inexcusable incumplir con las prácticas
democráticas.
Este “ministro afinador” en el año 2014 tuvo la piadosa ocurrencia
de citar en su despacho a la Virgen Nuestra Señora María Santísima del Amor,
para hacerla saber que debido a los muchos méritos que en su celestial persona
concurrían la iba a proponer para la concesión de la Medalla de Oro al Mérito
Policial.
Naturalmente ante la propuesta del “Jefe” del Ministerio, la
medalla fue concedida atendiendo a los innumerables valores policiales de los
que la candidata hacía gala. Muy por encima de cualquier trabajador de las
Fuerzas de Orden Público que trabajan por un sueldo y no como la virgen que lo hace por amor.
Hasta aquí nada raro en un ministro que tenía al angel Marcelo encargado
de ayudarle a aparcar el coche. Hay infusiones mañaneras que producen efectos inverosímiles.
Pero sucede que los súbditos son gente normal y quieren exigir que
las fantasías animadas que sufren los personajes políticos se queden entre las
cuatro paredes de su casa. Para lograrlo los súbditos recurren a los tribunales
y a pesar de las demoras en la instrucción, de las trabas desde el Ministerio,
de las dilaciones en la tramitación, se consigue que la diligencia judicial se
complete.
Un inciso:
El Ministerio del Interior es el Órgano Administrativo que
establece el protocolo a seguir para la concesión de las condecoraciones al mérito policial. Seguimos.
La señora en cuestión no reúne ni una sola de las condiciones que
señala el Ministerio para la concesión de la distinción policial. Pero no importa, una tras otra las instancias
judiciales van dando la razón al piadoso Jorge hasta llegar al Tribunal
Supremo.
Este alto tribunal acaba de fallar que no quiere revisar la
sentencia porque la recurrente pretende convertir la revisión en una tercera
instancia reiniciando el debate ya sentenciado por la Audiencia.
¡NO! No se pretende reabrir el debate, se pretende cerrar la
estulticia de un político engolado que proyecta sobre la sociedad sus creencias
religiosas. Quizás lo hace para ganar una parcela de paraíso a través de
concesiones terrenales a seres de su imaginario. Es un misterio.
¿Tanto le cuesta al Tribunal Supremo fallar a favor de los seres
de este mundo aunque sean súbditos? La culpa de esta situación reside en
nuestra condición de vasallos, si tuviéramos una Constitución igualitaria y
democrática en la que ninguna familia tuviera privilegios los jueces se
encontrarían a salvo de presiones de “iluminados integristas” y nos tratarían
como a seres con derechos.
Por su dejación de funciones, su parcialidad y su falta de equidad
jurídica, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ya ha corregido en varias
ocasiones a los altos Tribunales españoles (Supremo y Constitucional).
Habrá que continuar
esperando que Europa nos libre de los fanáticos.
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