En
estas “entrañables fechas” se repiten cíclicamente comportamientos humanos y
sociales. Unos personajes, los de siempre, intentan apropiarse de las
celebraciones atribuyéndoles consideraciones religiosas como si se tratara de
un dogma al que debemos estar sujetos todos los habitantes del país, creyentes
y no creyentes, crédulos e incrédulos.
Así las
corrientes que no contemplan la religiosidad de las celebraciones y festejos de
las vacaciones de fin de año son sistemáticamente maltratadas e insultadas como si - por no tragarse la llegada del niño - tuvieran que ser privados de derechos laborales.
La
tarde/noche del día 5 de enero se ha consolidado una fórmula comercial que
favorece a determinados comerciantes que impulsan a las masas a gastar lo que
no tienen en los regalos de la noche de Reyes. El consumo es convenientemente
incentivado por las cabalgatas patrocinadas con los caramelos de entidades
bancarias y reforzadas publicitariamente por conocidos centros comerciales.
Este
desfile de carrozas es considerado viable siempre y cuando los mandamases de la corporación que organiza el evento y que
es responsables de pagar los fastos,
sean pertenecientes al partido de los sobres. Al de #MarianoPuntoRajoy o colegas
Secretarios Generales (Acebes, Arenas, Álvarez
Cascos…) que en Sede Judicial se
despacharon con escuetos “no sé, no me consta” “no recuerdo, vaya usted a saber”.
Estos
personajes de escaso bagaje intelectual arremeten furibundos contra las
disposiciones de los ayuntamientos y corporaciones que intentan hacer lo mismo que
han hecho siempre: promocionar y colaborar con la cabalgata del día 5 de enero
para disfrute de la población.
Que el
máximo responsable del PP nos felicite por error el 2016 es irrelevante, igual
que lo fue que confundiera una catástrofe
ecológica con unos hilillos de plastilina. Tenemos que ser conscientes que este
presidente es el mismo que gritaba que España se rompía y que ahora la tiene
partida.
Un señor
que ha tenido que declarar ante el juez acosado por los casos de corrupción de
su partido no va a poner sensatez entre sus acólitos. Es un individuo que no va a
admitir ningún tipo de responsabilidad política porque se siente impune y que no
está capacitado para discernir lo que está bien de lo que no. Este hombre camina
sobre las aguas fétidas sin hundirse. Eso sí, camina muy deprisa o corre muy
despacio, según se mire.
Una
corriente política con centenares de imputados pretende darnos lecciones de proceder social.
Esa es la opción que pretende marcar las pautas de comportamiento. Estas personas
sumidas en un fangoso cieno de desvergüenza son los que tratan de dictar las
normas de conducta.
Seguramente
habrá muchísimos más ejemplos que traer a colación, pero en una muestra de magnánima
generosidad únicamente nos referiremos a la cabalgata de reyes que se celebra
en Madrid.
Sucede que un tipo que ostenta el cargo de
portavoz del PP en el Ayuntamiento de la capital del Estado ha arremetido
contra Manuela Carmena, y naturalmente lo ha hecho apoyándose en el eslabón más
fuertemente débil de la cadena de la manipulación: los niños.
¿Quién
puede resistirse ante la defensa de la inocencia de los chiquillos?
Por supuesto
Cristina Cifuentes - la sucesora de Ignacio González - ha dudado muy poco en saltar a la palestra y posicionarse
a favor de proteger el candor infantil.
Resulta muy ilustrativo, comprobar cómo los mismos que atentan contra la ley
de la Memoria Histórica o la Ley de dependencia vaciándolas de contenido con la
perversa estratagema de dejarla sin dotación presupuestaria, se abren las
carnes argumentando una especial lucha por la defensa de determinados instantes
de la infancia.
No
importa que un padre maltratador aterrorice a los niños cuando su imagen les recuerda
las palizas a su madre. Los supuestos derechos del delincuente prevalecen sobre
los intereses del menor. Judicialmente los
niños están obligados a pasar interminables condenas de sufrimiento los fines
de semana que acaban siendo un doloroso castigo en forma de custodia paterna ¡Curioso!
Esta
norma legal es fácil de modificar, muy fácil. Si no se hace es por la resistencia del
Partido Popular a legislar medidas de justicia social que favorezcan el
desarrollo de los derechos de las mujeres. Esa neutralidad da pie a jueces y fiscales
para cebarse con las víctimas de la violencia machista amparados en la supuesta
garantía procesal.
Este
régimen garantista es una gran mentira. En realidad es una clase de violencia ejercida
desde el patriarcado más reaccionario enraizado en los ancestros del poder
judicial heredero de épocas que deberían haber sido superadas con el
advenimiento de la “transacción” democrática.
Recientemente
hemos conocido la actuación de una fiscal reprochando a una mujer víctima de
violencia de género no tener suficiente con las medidas de protección dictadas.
Los noticieros han llenado espacios con la intervención de la servidora pública
de la justicia. A la fiscal ni le importan ni le hacen mella los temores de la maltratada. Muchas muertas sufrieron antes el mismo
desprecio.
¿Qué
impulsa a esta clase de políticos a hacer campaña en cualquier circunstancia? Sabemos
que no respetan nada pero ¿No somos culpables por permitirles todo?
La cuestión
no son las carrozas, ni la cabalgata, ni los niños, en el fondo se trata de mantener
el estatus de poder cercenando cualquier atisbo de resistencia de las clases
desfavorecidas. La consigna es ¡Gloria a los reyes! sean magos o no.
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