Es un pueblo
pequeño de la provincia de Huesca, en Aragón casi todos los pueblos son de
tamaño reducido, pequeños, despoblados. Uno de los problemas que padece nuestra
tierra es la huida constante de sus gentes hacia lugares mejor tratados. Pero
ese es otro asunto.
Pues bien, Villanueva
de Sigena ha pasado a primerísimo plano de la actualidad nacional, ahora
existe, o al menos ha dejado de ser un lugar anónimo.
Para no ser
excesivamente latoso, vamos a resumir la trama.
Se desarrolla
en escenarios tan dispares como un monasterio, un museo y algunos juzgados. Los
actores deambulan por arzobispados, ministerios
y “consellerías”.
Los
variopintos personajes se interrelacionan entre sí en un baile de intereses y
vanidades. Obispos enfrentados en defensa de sus diócesis, gobiernos autónomos
luchando por unos bienes que nunca les han importado ni han defendido y monjas
mercaderes vendiendo lo que no les pertenece.
Finalmente han
llegado a las Cortes de Aragón los
informes de 22 de los 43 Registros de la propiedad que operan en Aragón y las
cifras son escandalosas. Los datos registrales atestiguan que desde 1998 la
Iglesia Católica ha inmatriculado (inscrito a su nombre) más de 1700 bienes
inmuebles.
Cuando lleguen
los resultados de los Registros que faltan es fácil que la cifra supere los 4000
edificios de interés público y cultural que la Curia se ha apropiado. Si fuera
posible remontarse a fechas anteriores a 1998 las cantidades de propiedades
usurpadas pueden ser escandalosas.
¿Estará el monasterio de Villanueva de Sigena
entre los bienes despojados?
Por fin ha
salido a la luz el expolio llevado a cabo. A día de hoy ninguno de los
diferentes gobiernos aragoneses se ha preocupado por recuperar la propiedad
pública de los miles de bienes que la
Iglesia Católica se ha arrogado. Una torticera ley - enraizada en el más
profundo Nacional Catolicismo del franquismo y modernizada por un presidente de
Gobierno con ínfulas de Napoleón mesetario - permitió a la iglesia católica
quedarse con bienes comunales.
Aznar
acostumbra a ocultar sus complejos tras una gran dosis de soberbia.
Desconocemos el motivo que le impulsó a regalar parte del patrimonio nacional a
los curas. Quizás para agradar a su cónyuge legionaria de Cristo antes de un
café - relax en la Plaza Mayor.
Ahora que Méndez
de Vigo (un ministro simpatizante del
OPUS) ha adelantado los regalos navideños para que su hermano -Vicepresidente de la orden de San Juan de
Jerusalén - reciba con fraternal amor los bienes que un juez había ordenado
devolver. Sería conveniente explicar si es común desobedecer mandatos
judiciales o solo pueden hacerlo determinados Obispos, Arzobispos, otros
clérigos y monjas sin que la autoridad judicial reaccione.
Como ejemplo
de desobediencia sirva la actuación del Arzobispo de Almería cuando dijo que no
va a cumplir la sentencia de Magistratura de Trabajo por la cual se le ordena readmitir
a una profesora de Religión. La profesora
fue despedida y el despido declarado nulo. El Obispo no obedece y el magistrado sigue sin actuar contra el desacato. La consiguiente indemnización, al
igual que los salarios, los pagamos todos vía subvenciones a la Iglesia
Católica.
Cualquiera
diría “con la Iglesia hemos topado”, entonces… ¿Nos conformamos con eso?
¿A qué tanta alegría? ¿Por qué nos enloquece
la devolución de las obras al monasterio?
Unas actrices
importantes de este melodrama son las monjas que vendieron las obras de arte.
Parece ser que las piezas estaban catalogadas como Patrimonio Nacional. A pesar
de esta condición fueron vendidas y “religiosamente” pagadas ¿Tampoco ve la
fiscalía responsabilidad penal en la operación fraudulenta de venta?
Francamente,
es irrelevante qué Obispado acaba poseyendo los bienes, Lérida o Huesca, carece de trascendencia a quién otorgamos su
propiedad si previamente no es reconocido su carácter de bienes públicos tramposamente expoliados. Nuevamente Europa tendrá que acudir en nuestro
auxilio, ya han sido dictadas sentencias condenatorias contra el Estado español
por el uso infame de esa ley injusta.
Cuando transcurrido
el tiempo Lambán se entere de lo que está pasando con el patrimonio artístico/cultural
aragonés probablemente caiga de hinojos y acuda a pedir consuelo a la señora
andaluza “tocada” por los dioses del socialismo.
Nuestra certeza es que ni así conseguirá entender la
obligación que tiene de defender los bienes públicos de la rapiña de los
usurpadores aun cuando estos sean mitrados eclesiásticos.
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