Es
probable que al inicio de nuestras vidas
seamos expuestos a los aromas de alguna especie arbórea muy extendida por la campiña española y que
produce en nosotros un efecto por el cual perdemos la capacidad de recordar, de
evaluar, de perseverar para exigir responsabilidades y el cumplimiento
escrupuloso de la ley.
Es
la única explicación que se me ocurre. La dichosa emanación parece que provoca
en los habitantes de este país un extraño éxtasis y como resultado hace
olvidar, minusvalorar, y hasta justificar las tropelías que reducen a la mínima
expresión, en algunos casos incluso eliminan, los pocos derechos alcanzados tras años de demanda.
Viene
esto a cuento por un asunto que me tiene inquieto. Con el estallido de la crisis,
los ciudadanos de a pie hemos sido sometidos a
bombardeos de campañas orquestadas que nos culpabilizaban de la situación por
haber vivido por encima de nuestras posibilidades.
El
rescate fue justificado por nuestra ligereza en el gasto, por nuestro derroche
y endeudamiento desorbitado. Cuando esta consigna fermentó, y se enraizó con
fuerza en nuestro subconsciente, apareció la necesidad de rescatar el sistema
financiero.
De
las políticas económicas que forzaron el endeudamiento de las familias, para
aumentar el beneficio de la banca, no se dijo nada. Así las mismas políticas
económicas neoliberales que propiciaron el desastre son las que han impuesto las
recetas de la recuperación.
Los
meses previos a la hecatombe, el Gobernador del Banco de España, a la sazón
Miguel Ángel Fernández Ordoñez para los amigos MAFO, hacía frecuentes
comparecencias públicas recomendando
moderación salarial, recorte del gasto social, congelación de las pensiones,
reducción del gasto público, disminución de plantillas de funcionarios, aumentos de jornada…Etc. Abogó por la
privatización de servicios públicos, basó el incremento de la competitividad en
la reducción o en la desaparición de
derechos laborales.
En
cambio, en sus múltiples comparecencias, ni una sola referencia a la situación
del régimen bancario español. Para su mentor (Zapatero) y para el Gobernador
del BE, en esos momentos el sistema era
modélico.
Cuando
la verdad salió a la luz, y comenzaron a caer bancos y cajas de ahorros, cuando
se certificó que el sistema financiero español era un inmenso estercolero de
corrupción y despilfarro, se orquestó otra campaña, esta vez con la finalidad
de justificar la aportación de dinero público para salvar de la quiebra a una
banca que en su caída podía arrastrar al país.
Y
MAFO se desvaneció de la escena. El
máximo responsable de la vigilancia y control del estado de solvencia de cajas
y bancos se despachó con una lamentable explicación en sede parlamentaria
maquilló su responsabilidad constatando lo que ya era de dominio público,
balbuceó cuatro bobadas y no volvió a presentarse. Después de eso ¡a vivir que son dos días!.
De
su responsabilidad como máximo dirigente de la autoridad monetaria de España,
no dijo ni una palabra.
Durante
años estuvo al frente del Banco de España, y a pesar de recibir puntuales
informes de los técnicos, a él no le sonó ninguna alarma, ningún indicio le
invitó a actuar para corregir la situación.
Durante
años no quiso saber nada de cajas esquilmadas y bancos quebrados.
Su
principal, y casi único cometido, no lo llevo a cabo porque estaba muy ocupado
en recomendar, propagar, y finalmente conseguir, cargar sobre los hombros de
todos los ciudadanos, las consecuencias de su incapacidad, irresponsabilidad y
desidia en su labor de vigilancia.
El
presidente del Consejo de Europa, Durao Barroso ha deslizado hacia el Banco de
España la sospecha de ser un factor
importante de la crisis del sector.
Estas declaraciones llegan con unos cuantos años de retraso, se le han ocurrido a Barroso después de unas
durísimas medidas de atornillamiento de la ciudadanía, el Presidente Durao ha
esperado que se pusieran a salvo los intereses bancarios franceses y alemanes
para ofrecer al público sus sospechas acerca de la actuación de la autoridad
monetaria española.
Rápidamente
se han alzado voces en defensa de la inmaculada actuación de Organismo
Regulador de la Banca española y por supuesto del Gobernador Fernández Ordoñez.
Las defensas mas categóricas provienen del sector bancario español, es cuando
menos curioso que los beneficiarios de -según Barroso- la supuesta mala praxis
de comportamiento del Organismo regulador, sean sus valedores.
No
nos sorprende el amparo que ha hecho del ínclito la clase política, nos aterrorizan
las propuestas que salen de boca del sustituto; Linde ya ha comenzado a recomendar,
una vez más, la moderación y ajuste salarial. En la clase trabajadora española están a punto de saltar las alarmas ¿Reserva el destino otra sorpresa del ¨eficiente¨ sector bancario
español?
Mientras
los saca-brillo a la banca nacional nos
entretienen, MAFO sigue desaparecido como si no hubiera pasado nada. Desde
ningún poder público-político-judicial español se ha reparado en la posible
responsabilidad del ex-Gobernador, ninguna instancia del país ha manifestado
que quizás habría que empezar a pedir explicaciones en sede judicial para que
MAFO responda de su dejación de vigilancia.
¿Los
ciudadanos? Bastante tienen con llegar a fin de mes y seguir el mundial de
futbol. Es el efecto adormidera.
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