Aun
cuando nos resulte difícil de aceptar la situación vamos a intentar no exagerar
¿Es posible que la tónica general sea la falta de sensibilidad ante una
barbaridad de semejante calibre?
En
realidad solo unos cuantos zoquetes anclados en posturas superadas por la
sociedad han sido los partícipes de las movilizaciones.
Aunque
nos resulte insoportable tampoco podemos olvidar que a día de hoy sigue
habiendo muchos “gérmenes patógenos” transitando ocultos en la caspa que
permanece bajo el barniz de las costumbres casi democráticas.
Los
mismos que han decidido ser portadores de la carpetovetónica esencia hispánica,
se han puesto la boina paleta para lanzarse a reivindicar el salvajismo.
La
movilización ha sido provocada por una sentencia judicial que no entienden. Intentan
convencerse y convencernos de que la violación a una niña no fue para tanto.
Esgrimen
el consentimiento de la niña y torticeramente ignoran que no tiene ningún valor
el hecho de que una menor de 16 años consienta relaciones con un adulto. La
relación sexual en sí misma es un delito: o delito de abuso o de agresión
sexual.
Todo
el rebaño defensor de los agresores piensa que no puede ser tan grave el hecho.
Para los energúmenos mesetarios
movilizados, no tiene mayor relevancia que tres hombres mayores de edad se
valgan de su superioridad física, la situación intimidatoria y la indefensión
para abusar de una niña.
A
pesar de ser muy simple se niegan a entender la sentencia judicial y la perciben
como un ataque a sus formas ancestrales de tratar a una mujer. En esta ocasión
no acatan las decisiones judiciales ¡No les viene bien!
Es
curioso ver cómo son capaces de variar de opinión en función de quienes son los
artífices del delito. Si los condenados hubieran sido pertenecientes a cualquiera
de las nacionalidades o etnias que conviven con nosotros, las manifestaciones
serían para pedir cadena perpetua con castración incluida. Como son unos chicos
“blanquitos” y socialmente “autóctonos” y además populares futbolistas, la víctima pasa a ser la culpable.
En
fechas recientes se desató una furibunda campaña en los medios de
“desinformación”. La finalidad fue soliviantar los ánimos en búsqueda de
condenas ejemplares y ejemplarizantes contra los violadores y especímenes
similares. Por lo visto esta premisa es válida siempre y cuando los implicados
en los delitos no pertenezcan al colectivo de patriotas ibéricos.
La
dureza de las leyes es la consigna de las formaciones políticas que fundamentan
su existir en el aumento de la crispación, en la violencia verbal no exenta de
posibilidades de pasar a la violencia física, personajes que mezclan
patriotismo con despotismo para ir contra los que discrepan de sus ideas y
creencias.
Algunos
periodistas carentes de ética han empezado a orquestar una vergonzosa campaña
que persigue varios objetivos:
En
primer lugar desprestigiar los órganos de Justicia como garantes de la defensa
de los derechos y libertades individuales. Sobre todo los derechos de las
mujeres.
Otra
finalidad buscada es el ataque directo contra cualquier persona que discrepe
del pensamiento único que pretenden imponer.
Aunque
– en este caso - el objetivo principal que persiguen es intentar desprestigiar
las declaraciones y la denuncia de una menor. Es muy importante recordar que la
víctima tenía menos de 16 años en la fecha de la agresión.
Para
ello no reparan en ningún tipo de acción que sirva a unos infames intereses. Tampoco
les importa gran cosa falsear la verdad u ocultar algunos datos de vital
relevancia, el caso es lograr que unos pocos analfabetos estructurales piquen
el anzuelo y salgan en grupo gritando consignas prediseñadas.
Cuando
una pandilla de bestias se manifiesta contra la condena judicial de los “pobrecitos
muchachos” de Aranda de Duero, lo hace dirigida por los tertulianos de esos
programas televisivos que sobreviven vendiendo la intimidad de las personas.
Culpabilizan
a la víctima preguntándose ¿Qué hacía una niña en un piso con cuatro hombres
adultos? cuando la pregunta debería ser ¿Qué hacían los hombres adultos de
edades de 19, 22 y 24 años con una menor
de 15 años? Seguramente enseñar a la cría a jugar al parchís.
Todos
son estratagemas de los opinadores y plumillas para dictaminar que la niña es una
fresca incorregible a la que le va la marcha. Sin embargo los pobres muchachos
son unos mártires seducidos por la guarrilla.
El
mismo proceso de siempre: la mujer ¡Culpable!
En
este caso se piensa que 38 años de condena son muchos y no, no son tantos. Son
14 por agresión sexual a una menor más 12 por colaborar con un agresor mas 12
por ayudar a otro más, eso es lo que suma 38.
Cada
uno de ellos ha sido condenado por tres delitos. Uno como actor principal –
agresión sexual – y otros 2 delitos por cooperación necesaria con sus
compañeros para ayudarles a agredir a la niña.
Para
dar una vuelta de tuerca más en el proceso de descredito de la violada están
saliendo a la luz pública unos videos y audios alegando que no fueron tenidos
en cuenta en el proceso judicial.
Una
falsedad propagada por mamarrachos sin escrúpulos dedicados al periodismo. Este
es un clavo ardiendo al que se agarran los “ejemplares muchachitos” y esgrime
la gentuza defensora de los violadores condenados.
Empieza
a ser una norma de uso frecuente el trato que la chusma periodística da a los
casos de violencia contra las mujeres, primero niegan que exista la violencia,
a continuación la disculpan restándole importancia para acabar de forma sistemática
culpando a las víctimas que sufren las violaciones. Los mejores perfumes no
logran camuflar tanta pestilencia.
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